lunes, 17 de septiembre de 2007

2. Cazador Cazado (Diego a la conquista de Carla)


Carla portada especial en Bulevar: 20 AÑOS EN PORTADA
Carla y Diego: SESIÓN DE FOTOS

Diego a Sandra, en la cafetería, con una de sus desagradables sonrisas: "Veo que debéis de estar muy mal ‘hermanita’ si recurrís a ‘viejas glorias’ para la portada de Bulevar".
Carla, en un descanso de la sesión de fotos, ha ido a la cafetería y llega a tiempo para oír el comentario de Diego, que no la ha visto llegar porque está de espaldas a la puerta. Carla, detrás de él, con una sonrisa de ironía, dice: "No sé si darte las gracias por el piropo".
Diego se da la vuelta y ve a Carla, sonriente y magnífica. Diego, en contra de lo acostumbrado, se queda boquiabierto, sin palabras.
Carla, con otra sonrisa de ironía, añade: "Yo también me alegro de verte, Diego".
Diego, con la mirada y la galantería que sólo utiliza para conquistar a las mujeres hermosas: "Estás soberbia, Carla."
Carla: "¡Ah! Supongo que, después de todo, el tiempo no ha tratado tan mal a esta … ‘Vieja Gloria’ aunque, … me temo que no se puede decir lo mismo de ti", acercándose a él, "debe de ser por ese carácter ‘tuyo’ ", separándose le dirige otra sonrisa irónica.
Sandra tiene que taparse la boca para no reír.
Carla se dirige a pedirle una botella de agua a Marga.
Sandra suelta una carcajada ante la mirada de odio de Diego y con un gesto le dice: "Te aseguro
que me llamas a mí ‘vieja gloria’ y no soy tan ‘educada’."

En la sesión de fotos:
Diego envía a Bulevar un enorme ramo de flores para Carla y le ruega que acepte sus disculpas y una invitación a cenar.
Carla no acepta la invitación.
Diego le manda dos ramos de flores, Carla vuelve a negarse.
Diego le envía otros tres ramos de flores.
Richard se queja ante tal avalancha de flores, ya que distraen su "espíritu creativo". (En total le ha enviado 6 ramos)
Carla, muerta de la risa, llama a Diego: "Acepto la invitación para cenar, pero ‘sólo’ por lo mucho que me he reído, hace tiempo que no me reía tanto. Bueno, por eso, y para que no me echen de Bulevar por provocar una crisis a algún alérgico (se ríe). Pero te advierto que hay condiciones:
Uno: nada de un sitio de esos estirados tipo Luxury.
Dos: nada de gomina, o me va a parecer que estoy cenando con un banquero.
Y lo último, (con una voz más suave) y más importante, que dejes en casa la careta y el disfraz de ‘malo’. "
Diego ofrece ir a recogerla a su hotel pero Carla le indica que le verá en el restaurante. Cuelga el teléfono.
Richard vuelve a quejarse, no han terminado la sesión de fotos.
Carla mira la inundación de flores a su alrededor y sigue riéndose. Richard le dice que así está estupenda y continúan con la sesión.

En la cena:
La Carla de la cena es una mujer con una cierta actitud irónica y desafiante, poco que ver con la mujer comprensiva con la que cenó Álvaro en Londres.
Diego tiene una actitud menos agresiva y más cordial que de costumbre. (Parece menos repelente que el Diego de siempre)
Cuando Carla llega al restaurante Diego ya está sentado esperándola, se levanta al llegar ella y le retira la silla. Carla le mira y le dice con una sonrisa: "No le pega tanta galantería, Sr. De La Vega". Ya sentada le pregunta: "¿Qué opinión le merece a usted esta ‘vieja gloria’ ahora, sin las milagrosas manos de Choni?" (Choni es la mejor maquilladora de Bulevar. Se refiere a que va apenas sin maquillar, como suele acostumbrar.)
Durante la cena Diego le pregunta qué ha sido últimamente de su vida. A lo cual, Carla responde, con cara pensativa: "Mi vida,… en unas pocas palabras…
un niño al que adoro, pero que acabaría con las energías de cualquiera;
un trabajo de cierta responsabilidad, que según todos, no hago mal;
un ex, al que si por mí fuera no miraría a la cara, pero con el que intento mantener una relación razonablemente cordial por mi hijo, y créeme, es mucho intentar;
y la poca independencia que mi hijo y mi trabajo dejan."
Mirándole con una sonrisa de ironía, "La tuya me la estoy imaginando: dinero, lucha de poder por Bulevar, faldas y de nuevo 'dinero y poder'." (Con la misma mirada irónica) "No pongas esa cara, eres un tiburón, sólo que, sin la gomina y sin el traje negro (sonrisa) … lo disimulas un poco."
Extrañamente Diego se ríe, pero de una forma más natural que de costumbre. Cambia de tema hablando de la carta del restaurante.
Carla: "¿Qué tal el confit en este sitio?"
Diego, con una de sus sonrisas irónicas: "El pato es la especialidad de la casa".
Carla: "Entonces confit. Voy a tomar algo hipercalórico, no sea que a Richard se le ocurra mañana que pose en traje de baño en pleno invierno. Cuando le cuente lo que he cenado hoy pondrá cara de horror y ni se le ocurrirá mencionar la palabra ‘bikini’ ".
Diego, con actitud de conquistador, le indica que estaría magnífica como siempre.
Carla: "Diego, ¿no crees que ya no tengo edad para dejarme conquistar por las tretas usuales? ¿Pedimos? El vino te dejo elegirlo a ti, ya sabes que yo prácticamente solo bebo agua. Nunca entendí la afición de Sandra al champán, debe de ser que nunca le cogí el gusto a las dichosas ‘burbujitas’ ".
Al final de la cena, Diego le ayuda a ponerse el abrigo y, con una de sus sonrisas, le propone ir a tomar una copa.
Carla, se da la vuelta, le separa con el dedo índice y con cara seria le dice: "Diego, si yo fuera tú, no tentaría a mi suerte. La cena, no incluye ‘en modo alguno’ una invitación a mi cama. Tengo la costumbre de no ser el trofeo de alcoba de nadie", con una sonrisa añade, "además, después de la cena de hoy, sólo me faltaba que Richard me vea mañana con ojeras. Ha sido un placer volver a verte después de tanto tiempo." Le da un beso en la mejilla, "el próximo día te invito yo... a comer", y se va a su hotel.
Diego la ve alejarse, (con una de sus sonrisas habituales) había olvidado lo hermosa que era y, a pesar de la maternidad y del comentario del bikini, sigue teniendo un cuerpo espectacular. La negativa de ella hará más interesante el reto de llevarla a su cama.

Al día siguiente:
Desde su despacho, Diego llama a Carla para quedar a comer. Carla se ríe y le dice: "Te has dado prisa en tomarme la palabra de la invitación. Lo siento, pero no puedo, en cuanto acabe la sesión de fotos tengo que pasar por la oficina de Madrid y luego vuelvo a Londres."
Diego al otro lado del teléfono le dice con una de sus caras que es una pena.
Carla le contesta riéndose: "no te preocupes, tengo intención de volver para la Pasarela Cibeles. Te llamaré para devolverte la invitación".
Diego le pregunta con ironía si a desfilar.
Carla le responde: "Diego, sobran las bromas, vengo por temas de trabajo". Carla cuelga a Diego y menea la cabeza.
Sandra le pregunta: "¿con quién hablabas?".
Carla le responde: "Con Diego." Sandra pone cara de asombro y un poco de asco. Carla continúa: "No te preocupes. Son básicos, no hay como decirles que no están invitados a tu cama para que les resulte la mar de atractiva." Ante la mirada horrorizada de Sandra, continúa: "No me mires así Sandra, lo último que me apetece en este momento es liarme con nadie, y menos aún con tu hermano."
Sandra: "¿Entonces vienes a Cibeles?"
Carla, riéndose: "Sí, digamos que mi ‘plan’ ha dado sus resultados."



Blog de Bea

LA COMETA AL FIN VOLÓ

Queridos Blognautas,

No os podéis imaginar lo feliz que he sido en Oropesa. Aunque, con un pequeño sobresalto inicial ya que, confirmando mis temores, mi padre y Carol decidieron rememorar su primer encuentro en el hotel. Finalmente, debido a un "inoportuno" catarro de mi progenitor, tuvieron que retrasar unos días su viaje. Así que, Álvaro y yo pudimos disfrutar de nuestro viaje sin miedo a que nos pillaran ojos indiscretos.

Los paseos por la playa de esta vez han estado llenos de besos y abrazos y ... qué queréis que os diga, ahora entiendo porqué me enamoré de Álvaro. Álvaro me dio una sorpresa que no me esperaba en absoluto. ¿Os acordáis de lo que le regalé después de Reyes el año pasado? Ese regalo por el cual me echó una bronca terrible cuando casi lo descubre Cayetana .... ¿Habéis hecho ya memoria? La cometa, que yo pensé que había tirado a la basura.
Estábamos en la playa cuando Álvaro sacó la cometa y allí tendríais que habernos visto a los dos como niños, jugando con la cometa. Lo malo, es que mucha maña no teníamos y ante una ráfaga de aire, en un momento en el que estábamos entretenidos en otros menesteres (dándonos un beso) … el viento se la llevó.
Parece mentira todo lo que puede pasar en un año, como se puede pasar de la felicidad a la completa miseria y de nuevo a la felicidad. La diferencia es que el año pasado mi felicidad se debía a una mentira.

Este año, y con motivo del viaje, decidí comprar otro modelito de lencería, un poco menos “angelical” que el del año pasado. Si el del año pasado no pude estrenarlo, el de este tampoco he podido utilizarlo demasiado, pero por motivos completamente distintos. Álvaro no me ha dado apenas tiempo a ponérmelo.

Por cierto, hemos pasado de nuevo por delante de la “Bocca della Verità”, pero esta vez Álvaro no ha querido jugar. Me ha dicho que la próxima vez que meta la mano será en la original, en la que hay en Roma y que, si me apetece, iremos de vacaciones a Italia este verano.

Creo que no ha acontecido mucho por Bulevar en nuestra ausencia. Richard está entusiasmado tras la sesión de fotos de La Guapísima, a pesar de los recelos de ella a posar después de tantos años alejada de los flashes. Lo que me ha dado pena perderme ha sido lo que me ha contado Sandra. Al parecer, su hermano Diego, alias Cara Acelga, apareció y llamó a Carla “vieja gloria” a sus espaldas. Hay que ser cafre, y él lo es, para dedicarle a esta mujer semejante apelativo. Sandra se partía de la risa mientras recordaba como Carla, sin perder la sonrisa, le puso firme con una simple frase. Creo que Sandra tiene razón, va a empezar a gustarme esta mujer. También me ha comentado algo sobre una “inundación” de flores, pero yo estaba en las nubes recordando los dos días que hemos pasado en Oropesa y ya no le presté mucha atención.

Os dejo, voy a intentar bajar a la tierra y centrarme en el trabajo.

Una blognauta voladora de cometas.


CARLA EN CIBELES
Pasarela Cibeles. Lunes
Carla regresa al cabo de unos días a Madrid, asiste a los desfiles de la Pasarela Cibeles que va a incluir en el especial "Moda de España" de la revista en la que trabaja.
Carla llama a Diego, le invita a comer aunque, está liadísima y no puede dejar Cibeles. Pueden quedar allí, la comida no es muy buena, pero a cambio, le indica irónicamente, podrá conocer a un montón de ‘guapas modelos’.
Diego llega a Cibeles, ve a Carla hablando con un diseñador cuyo desfile ha sido esa mañana. Llega cuando le está comentando de forma un tanto amanerada: "Es una pena que no me hayas avisado, si te apetece venir en la próxima edición dímelo y te hago un vestido especial para ti, para que estés magnífica sobre la pasarela, como siempre".
Carla se ríe a mandíbula batiente mientras le responde al diseñador: "Tú quieres que me salgan un millón de arrugas de tanto reírme, ¿verdad? ¡Iba a parecer la madre de todas las modelos! Los organizadores pondrían el grito en el cielo."
A Carla nunca le han importado las arrugas a la hora de sonreír o de reírse, piensa que las mujeres que van serias por la vida para que no tener marcas de expresión no saben lo que se pierden, "la risa es salud". Carla ve a Diego, le hace una señal con la mano. Al diseñador le comenta: "Cuando haya preparado el reportaje, hablamos para ver te parecen los diseños y las fotos que haya escogido. De momento tengo un par de favoritos. Estamos en contacto".
Ya con Diego: "No tengo mucho tiempo, estoy hasta arriba de trabajo. Es curioso, después de tantos años, se me habían olvidado las carreras del backstage."
Diego le pregunta si echa de menos la vida de modelo.
Carla le mira, con una sonrisa: "¿Echar de menos la vida de modelo? ¡En absoluto! Cuando lo dejé no faltaron comentarios de todo tipo. Los hay que insinuaron que lo dejaba porque ya no me llamaban tanto como antes y mi caché empezaba a bajar. Otros dijeron que emulaba a la gran Greta Garbo dejándolo antes del comienzo del (con un gesto) ‘declive’... Lo cierto, es que dejé este mundo de apariencias porque me aburría desde hace tiempo, quería hacer otras cosas en mi vida."
Diego se muestra extrañado.
Carla continúa: "Podría haberme dedicado a no hacer nada, a ir de compras de aquí para allá, a que me fotografiaran en tal yate, etc. Pero parece que me encanta complicarme la vida. El problema es que no me daban demasiadas oportunidades fuera del mundo de la moda así que decidir aprovechar la oferta de esta la revista e intentar hacer las cosas a mi manera. Lo único que siento es estar siempre hasta arriba de trabajo. Para poder pasar más tiempo con Joël acabo llevándome el trabajo a casa, y poniéndome con ello después de acostarle."
Diego: "¿Y el reportaje para Bulevar?".
Carla, con ironía: "Aunque no te lo creas, a Sandra y a Álvaro les costó bastante que esta 'vieja gloria' aceptara. Creo que lo hice por el lazo sentimental que me une a Bulevar y porque, en el fondo le tengo cariño ‘a la loca’ de Richard." "Bueno, basta de hablar de mí. (Con una sonrisa) ¿Es muy interesante la vida de los 'tiburones financieros'?"
Tal y como le había anunciado Carla, la comida no es la del Luxury a la que él está acostumbrado. Diego le propone cenar esa noche. Carla se niega: "Imposible, tengo que analizar todo lo de hoy, mirar todas las fotos, ir preparando el reportaje, terminar de preparar las entrevistas de mañana. Además de revisar algunas cosas que quedaron pendientes en Londres."
Diego, con una de sus bromas: "Pensaba que eras la directora de contenidos, no una reportera."
Carla le responde de la forma más natural: "Me he involucrado especialmente en el reportaje ya que ha sido idea mía. Además, conozco a gran parte de los diseñadores y he supuesto que preferirían hablar con alguien conocido a hablar con un reportero inglés al que no conocen de nada. A la mayoría les ha interesado el reportaje por la oportunidad que representa para el exterior y saben que intentaré hacerlo de forma elegante."
La mujer de hoy no está a la defensiva como en la última noche, simplemente está centrada en su trabajo. De vez en cuando saluda a alguien. Él, con otra de sus sonrisas irónicas, le comenta que pensaba que en este mundillo volaban los puñales. "Sí", responde ella, "a veces puede haber algunas rencillas entre algunas modelos, pero (con un guiño) es mejor llevarse bien con los maquilladores y peluqueros, si no quieres salir a la pasarela hecha un adefesio." Diego sabe que eso último no es cierto, la conoce desde hace unos veinte años y cada vez que llegaba a Bulevar repartía sonrisas y hablaba con todo el mundo, daba igual que fuera maquillador, recepcionista o encargado de la limpieza.
Diego le propone quedar para cenar al día siguiente.
Carla, con cara divertida, le pregunta: "Diego, no estarás intentando seducirme, ¿verdad?"
Diego le asegura con una de sus sonrisas y sus gestos: "No, pero... no sería mala idea."
Carla se ríe: "Te advierto que no te iba a servir de nada", mientras le dirige un gesto y una sonrisa, "como entiendo que es NO, te invito yo a cenar. (Mirando los platos sobre la mesa) Esta vez, en vista de la comida de hoy, si te apetece, podemos ir al Luxury, aunque nunca he entendido porqué os gusta tanto ese restaurante."
Diego piensa que la mujer de hoy es tan interesante como la del otro día.
Carla, con una sonrisa, señalándole el pelo: "Mejor sin gomina", y el traje negro que lleva (con un gesto simpático), "y sin el disfraz de malo." Poniéndose un poco más seria, "siempre tengo una videoconferencia con Joël antes de acostarse y con el cambio de horario con Londres no puedo quedar antes de las 10."
(Como ha venido a trabajar ha dejado a su hijo en Londres. Aquí el pobre se pasaría el día con la nanny inglesa que no conoce Madrid y sólo habla las 4 palabras de castellano que le ha enseñado el niño. Ha hecho un pacto con su ex para cambiarle la semana que tendría que estar con él.)
Carla se despide de Diego. Diego sigue poniendo una de sus sonrisas mientras ella se aleja para hablar con alguien. Se queda hasta el viernes... eso le da tiempo para seguir adelante con su plan de "conquista". Cuanto más dura la batalla... más sabrosa la victoria y viéndola, es indudable que el premio merece la pena.

Pasarela Cibeles. Martes
Carla cena con Diego en el Luxury. En la despedida, Diego intenta acompañarla al hotel, Carla le sonríe y le dice: "Diego, la advertencia del otro día sigue en pie. Hasta mañana".
Diego la ve alejarse con ojos distintos a los de la última cena. Ese este "hasta mañana" no deja muy claro si es una fórmula de cortesía o quedarán mañana, entiende que lo primero. Está muy equivocada si cree que se va quedar de brazos cruzados, sólo le quedan dos noches para lograr su objetivo y cada vez tiene más claro que quiere conseguirlo.

Pasarela Cibeles. Miércoles
Ese día es Sandra quien come en Cibeles con Carla. Sandra comenta que es una pena que haya tan poco modelo masculino. Carla se ríe, "¡no cambiarás nunca! Dime, ¿qué tal con Gonzalo? Ni en un millón de años hubiera pensado que podrías tener algo con Gonzalo".
Sandra le replica: "Yo tampoco, pero chica, que me pilló en un momento tonto y no veas lo bien que me lo he pasado jugando con él, de la misma forma que él estaba acostumbrado a jugar con otras mujeres".
Carla: "¡Eres mala!".
Sandra: "No más que ellos." (Risas de ambas)
Cuando Sandra se entera de que ha quedado varias veces a cenar con Diego se muestra horrorizada, no entiende como puede "salir" con su hermano.
Carla le dice: "Sandra, no estoy ‘saliendo’ con tu hermano. Simplemente hemos quedado un par de veces."
Sandra: "¡Ah! ¿y a eso no lo llamas tú ‘salir’?"
Carla: "Deberías estar contenta de ver que Diego pueda mantener una conversación con alguien sin intentar "apuñalarle", como dirías tú. (Con un guiño y moviendo su dedo índice en círculos) Además, así no lo tienes ‘acechando’ por Bulevar."
Sandra, con uno de sus gestos: "Ten cuidado. Diego puede llegar a ser violento si no consigue lo que quiere."
Carla, con una risa: "¡Por dios, Sandra! ¡No pensarás que va a aprovecharse de mí! ¿a estas alturas?", añade: "No te preocupes, tengo experiencia esquivando viejos trucos de seducción. Después de mi separación no faltó quien pensara que era el momento idóneo para atacar a esta ‘pobre mujer separada’. Además, (riéndose) recuerda que Diego me llamó ‘vieja gloria’."
Sandra, preocupada, conoce a Diego: "Aún así, no me quedo tranquila."
Carla, "vamos a dejar ya de hablar de Diego y termina de contarme qué ha sido de tu vida, el otro día no tuvimos tiempo."

Diego decide cambiar de estrategia, esa tarde la sorprende presentándose en Cibeles al acabar los desfiles. Ella se muestra muy seria y le comenta que ya ve que le ha cogido afición a verse rodeado de modelos. Le dice que lo siente, pero tiene que trabajar. Diego le propone ir a merendar, conoce una cafetería cercana con una tarta de chocolate estupenda.
Carla enarca una ceja mientras le dice: "Creía que no te gustaba el dulce."
Diego le contesta, con uno de sus chistes jocosos, que nunca dijo eso.
"Ya", replica Carla, seria, "pero no parecías tenerle muchas ganas al bizcocho de chocolate de Marga y te aseguro que estaba delicioso".
Diego está a punto de decirle en plan jocoso que seguro que ella también está deliciosa pero,... está claro que eso no sirve con ella. En lugar de eso, le insiste en que las tartas son de las mejores de Madrid.
Carla: "No me tientes. Está bien, te doy poco más de media hora. Un café y un trozo de tarta. Tengo un montón de trabajo." "¿Está cerca?"
Diego asiente.
Carla indica: "Vamos andando."
Diego se ríe mientras le pregunta si está segura, tiene el coche afuera.
Carla le dice: "Segura. Siempre me ha gustado pasear por la ciudad. Lo malo es el frío que hace en febrero. Creo que cambiaré el café y la tarta por una taza de chocolate."
Acabar con una simple taza de chocolate no era la idea de Diego, pero está claro que ella no está dispuesta a más.
A pesar de todo, el Diego que sale con ella no se parece demasiado al Diego que suele hacer sus visitas por Bulevar. Parece otro, sus sonrisas y sus bromas son menos irónicas y desagradables que de costumbre, sus sonrisas parecen sinceras. Sólo le queda una noche... y piensa aprovecharla, se ha tomado muy en serio el acabar en su cama. Ha conocido pocas mujeres como ella, con la que no sirve de nada alardear. No lo reconocería nunca, pero ha disfrutado de la tarde..., de la tarde y de cada una de sus cenas con ella.

Pasarela Cibeles. Jueves.
Última noche de Carla en Madrid. La pasarela acaba el viernes y Carla tiene el vuelo a Londres nada más acabar la edición.
Diego llama a Carla y le propone quedar a cenar. Ella le increpa: "Diego, me temo que estás dejando abandonada a alguna de tus amantes y no quiero que luego me odien. En serio, tengo que retirarme pronto, mañana tengo mucho lío. Por la mañana no voy a Cibeles, es el día de los diseñadores noveles, me gustaría ir, pero irá mi grupo. Yo he aprovechado para concertar cita con un par de diseñadores que no han acudido a la presente edición, pero que me interesaría incluir en el reportaje. Además no he parado en toda la semana."
Diego insiste de nuevo.
Carla, con desesperación: "¿Es que los 'de la Vega' no os dais nunca por vencidos?"
Diego, con una de sus bromas: "No. Marca de la casa."
Carla lo deja por imposible: "Está bien, a las 10, pero a un sitio informal, por favor. Si vuelvo a ir al Luxury voy a acabar con complejo y tragándome un palo para quedarme tan tiesa como el maître."
Diego se ríe: "No creo que te dejaran entrar en el Luxury si te oyeran decir eso."
Carla, con voz y aspecto de cansada "No me importa. (Mirando el traje que lleva) Ahora, lo que me apetece es quitarme el ‘uniforme’ de trabajo y, sobretodo, (con un suspiro) ‘bajarme del tacón’."
Diego, de broma: "Marchando un sitio informal para la señora."
Carla piensa, "algo me dice que me voy a arrepentir… ¡Tonterías mías!"

El local escogido por Diego tiene dos plantas: la de arriba es restaurante y la de abajo es un pub, en el que la mayor parte de la música que ponen está en castellano, supone que ella estará harta de escuchar música en inglés. Lo ha elegido con ‘mucho cuidado’.
Después de cenar Diego le propone ir tomar algo en la parte de abajo. Carla se siente tentada, le encanta bailar y ya no recuerda el tiempo que hace que no sale a bailar, la verdad es que hasta venir a Madrid no salía apenas.
Carla: "Veo que me conoces mejor de lo que yo pensaba: primero pato, luego chocolate, ahora baile… ¿Hay alguien que ha estado haciendo los deberes con algún ‘inútil’ propósito?" Amenaza nuevamente a Diego con un dedo mientras le dice: "Una copa tú, algo sin alcohol para mí, y después cada mochuelo a su olivo, Diego".
Diego le pregunta descaradamente si no hay manera de llevarla al 'mismo'.
Ella, "Diego, ¿cuántas veces he de decirte que pierdes el tiempo? Creo que la ‘conocida’ que se ha acercado a ‘saludarte’ durante la cena estaría ‘encantada’ de ir contigo donde tú quieras." (Durante la cena se ha acercado una de las amantes de Diego, un tanto celosa por encontrarle con otra mujer y descubrir que ese es el motivo por el cual no la ha llamado últimamente).
Ya en la parte de abajo Carla se disculpa y va al aseo. Allí, la chica del restaurante se hace la encontradiza con ella. Visiblemente celosa, intenta simular que no la ha visto entrar y la ataca (verbalmente) hablando con una amiga: "No puedo creer que Diego ande perdiendo el tiempo con ‘una vieja’. Aunque, he de reconocer que no está tan mal para la edad que tiene, considerando que hace ya 1000 años que dejó la pasarela". Carla sin perder la sonrisa sale de la cabina y le dice: "Querida, cuando llegues casi a los 38, con un niño que no para, un interminable trabajo de oficina, y un ex como el mío, … entonces hablamos cuanto quieras. (Poniendo cara de comprensión) Además, para tu consuelo, te diré que lo único que tengo de vieja es que soy una ‘viejíiisima’ amiga de la familia y no tengo ‘ninguna intención’ de ser otra cosa. ¡Uf! (Haciendo un gesto con la mano e imitando voz de 'diva') Tengo que dejaros, ‘a mi edad’ hay que retirarse pronto para que no se marquen más las patas de gallo." (Lo último va claramente con sorna porque no tiene ni una sola pata de gallo)
Cuando llega al lado de Diego le comenta: "Veo que te gustan las chicas con uñas, he tenido que esquivar las garras de cierta gata celosa en el baño."
Diego se ríe, ciertamente la gata a la que ella se refiere las tiene bien afiladas. Le da un vaso, ella lo prueba, "Diego, si no me equivoco, este zumo de piña lleva un ‘extra’ que no había pedido. No te va a servir de nada." Deja el vaso en una esquina y no vuelve a probarlo.
Carla decide disfrutar un poco, le encanta bailar y hace mil años que no lo hace. Diego la observa, ella destaca en vaqueros en una sala llena de jóvenes modelos. Esta seguro de que, en estos momentos, más de uno de uno de los presentes le está envidiando y eso que no la conocen...
Tras un rato, ponen "El Rey Tiburón" de Maná, él decide aprovechar la ocasión y le propone bailar. Carla le mira extrañadísima y le pregunta si ‘él’ sabe bailar ‘eso’. Diego, con tono de broma, le responde que entra dentro de las dotes de todo seductor. Ella le mira irónicamente y le dice: "no me lo creo. Pero está bien, comprobémoslo".

Suena la música:



Cha cha cha…
Todos me llaman el pez Tiburón
El rey de los mares salados
Todos me llaman el pez Tiburón
El rey el amante dotado
Ay ay ay
Ahí voy desafiando el amor
En busca de algunas sirenas
ay ay ay ay ay ay
Ahí voy mordiendo el amor
Cuidado sirenas yaaa ha llegado
Y está desenfrenado
Ya llegó el Tiburón

Y viene el Tiburón que tiene todo todo en su vida
Y en realidad está en soledad
Y viene el Tiburón que nunca encuentra solo anda en busca
Busca su presa amor ya llegó, ya llegó el Tiburón

Soy el rey de la mar Tiburón
El que te come a besos
Pero yo soy el rey del mar Tiburón
El que te come mi amor
ay ay ay bom bom mi sirena de amor
Y ten cuidado del beso
ay ay ay ay ay
Ese exceso de amor que ya llegó el Tiburón

Tras acabar el baile, Carla, con una sonrisa, le dice "no ha estado mal, señor tiburón".
Diego no la suelta, mira sus ojos.
Carla, intenta separarse, y en tono de broma: "creo que es hora de que esta sirena se retire al fondo del mar, antes de que algún tiburón quiera zampársela".
"Demasiado tarde" le dice él, la acerca más y la besa. Se separa de él, tiene muy claro qué es lo que él quiere, le mira a los ojos y le dice: "Te dije una vez que no tenía costumbre de ser el trofeo de alcoba de nadie."
Diego intenta retenerla sujetándola suavemente del brazo, ella le mira muy seria, "suéltame, por favor. Esta vieja sirena ya ha tenido bastante con su ex, no quiere saber nada más de tiburones." Él la suelta, ella, enfadada, le dice: "veo a otra sirena que está deseosa de ser devorada. De hecho, casi me muerde a mí por creer que quería quitarle el puesto."
Diego se queda un tanto perplejo, no se lo esperaba. Carla sale, y "la otra sirena" aprovecha para acercarse, el dinero de Diego le resulta la mar de atractivo.
Diego creía que "ya la tenía", sus ojos y el beso que se "habían" dado decían justo lo contrario a sus palabras. Él no era prolijo en besos, usualmente iba "más al grano", los besos eran para quinceañeros y sensibleros. Desde luego no tenía intención de haber montado en público este "numerito" en plan adolescente, pero por fin la tenía a tiro y había aprovechado la oportunidad. Lo cierto es que, aunque no lo reconozca, no lo había podido evitar.
Nicky, "la otra sirena", era increíble en la cama, fuera de ahí no le interesaba en absoluto y tenía muy claro que a Nicky, lo que le atraía era su dinero. (Diego pone una de sus sonrisas) Quizás no estaría mal quitarse el mal sabor de boca de la negativa con Nicky. Sale del local con Nicky, al menos la noche no se presenta tan mal.
Diego está con Nicky, pero no se la puede quitar a ella de la cabeza. Entre el beso que acababa de darle Nicky y el de ella... no entendía porqué, veía la diferencia. La cama de Nicky merecía la pena, la de ella no la había probado. Duda, había puesto demasiado empeño en conseguirla a ella, se lo había tomado como un reto personal y no la podía dejar escapar tan fácilmente…

Carla está en su hotel, se ha cambiado de ropa, ha encendido su portátil para intentar centrarse en el trabajo. Está enfadada con ella misma, ¿está loca o qué? ¿A qué ha venido todo este ‘jueguecito’ que se ha traído con él? Sabía perfectamente lo que él quería y lo peor, ha estado apunto de dejarse llevar. ¡Dios!, conoce a Diego desde hace años, y no le apetece pasar a engrosar la lista de un hombre que para colmo no parece tener escrúpulos. Lo que le ha contado Sandra debería haberle dejado helada la sangre en las venas. Y ella, como parece que es una estúpida, se ha dejado atraer por Su cara más amable. "Carla", se dice, "el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y tú, has estado a punto de llevarte la palma. ¿Es que no escarmentaste con tu ex? Parece que no."
Llaman a la puerta de su habitación. Es Diego. Carla muy seria, le abre la puerta, y sin dejarle pasar le dice: "Creía que había dejado las cosas claras. No creo que nos quede nada más por aclarar."
Diego sin decir ni una palabra la besa de nuevo.
Carla se separa y cerrando los ojos le dice: "¡Hum! (abriendo los ojos) Si la otra sirena estaba tan dispuesta a dejarse devorar, ¿por qué vienes a mí?"
Diego intenta decir algo.
Carla, seria, haciendo un gesto con la mano y meneando la cabeza, "No te molestes en negarlo. Puedo ver cuánto se ha acercado a ti por el olor de su perfume. Tengo un olfato finísimo. De hecho, podría haberme ganado la vida como perfumista."
(Ella piensa, "mi marido no supo jamás que fue así como empecé a sospechar. Cuando dejó de ser tan cuidadoso y las duchas de después de sus escarceos se las daba en casa de ella, justo antes de venir a casa. Podía oler el perfume de otro gel de baño en su piel.")
Diego la besa de nuevo. Ella cierra los ojos (real y figuradamente), los abre y le dice: "señor tiburón, habrá que borrar el aroma de la otra sirena, si pretende que ‘ésta’ se quede con usted". Él entra y cierra la puerta.
"Diego", le susurra ella, "desde mi separación, no …".
Él no la deja acabar, a ella ‘sí’ que se la comería a besos.
"... ha habido nadie", termina ella mentalmente. "¡Dios!", piensa ella, "mañana me arrepentiré, sé que me arrepentiré".

A la mañana siguiente.
Diego duerme profundamente. Carla se levanta, se ducha mientras piensa: "cómo si no hubiera tenido bastante con la ducha que ‘nos dimos’ anoche", recoge todo y sale de la habitación. ¡Esto es ya lo que le faltaba! Huir como una chiquilla de su propia habitación. ¿Se puede saber qué excusa se había puesto a sí misma la noche anterior? ¿Acaso había sido tan patética como para sentirse halagada por el hecho de que él rechazara a una de sus amantes, de veinte y pocos años, para venir a ella?
Se dirige a recepción, el encargado le sonríe y le saluda: "Buenos días señora Marín, ha madrugado usted mucho". "Sí", responde ella, "tengo una cita importante a primera hora". El encargado la conoce desde los muchos años que lleva siendo clienta del hotel y siempre le ha parecido "una señora", no parece tener buena cara. "¿Se encuentra usted bien?", le pregunta.
Ella le responde: "Sí, muchas gracias. Si no les importa, dejaré mi equipaje en consigna, pasaré a recogerlo antes de ir al aeropuerto." Antes de salir añade, "la tarjeta de la habitación se la entregará el señor De La Vega, si pregunta por mí le ruego que le indique que he tenido que salir de forma urgente." (Ni valor he tenido para dejarle una nota, piensa).
El encargado disimula la sorpresa que le ha producido oír esto último, está acostumbrado, aunque no lo esperaba de ella.
Carla sale del hotel y se dirige a las oficinas del diseñador con el que tiene concertada la primera cita de la mañana.

En las oficinas del diseñador:
Tras saludarse, él le dice: "Estás magnífica, como siempre, casi te perdonaré el no ponerte un diseño mío por lo bien que te sienta el que llevas." Ella esboza un intento sonrisa.
Él continúa: "Aunque, hoy no te veo muy buena cara. ¿No te encuentras bien? ¿Quieres tomar algo?"
Ella le responde: "Hoy no he dormido bien (más bien no he dormido nada, piensa), si no es mucha molestia, te agradecería un café".
Él, "ahora mismo lo pido. Me alegro de que te hayas acordado de mí".
Ella, "no, soy yo la que te agradece que me hayas hecho un hueco en tu agenda. Me encanta tu ropa, es elegante, sencilla y práctica, en especial tus vestidos. No podía dejar de incluirla en el reportaje aunque este año hayas decidido no acudir a Cibeles. (Con un intento de sonrisa) Pese a todo, he de decirte que, con esa manía tuya de hacer los pantalones para mujeres con pocas curvas … (con una risa añade) después de mi embarazo ¡me los tienen que arreglar todos!"

En Bulevar
Al final de la mañana se dirige a Bulevar, Sandra se ha empeñado en mostrarle el montaje del reportaje y las fotos de la semana anterior antes de mandarlos a rotativas. En la reunión están Cayetana, Richard, Sandra y Teresa Trigo que, como en el caso de "Mujeres de Verdad", va a patrocinar el reportaje. (Álvaro y Bea se habían ido de viaje esa misma mañana por el ya pasado San Valentín, el día anterior. Álvaro había demostrado ser clásico en ese aspecto y preparó un viaje a Paris.)
En la reunión en la sala de juntas, también despacho de Sandra, Carla apenas abre la boca ni opina demasiado sobre el reportaje. Teresa Trigo está encantada con el reportaje, de hecho, le ofrece a Carla ser la imagen de su marca de cosméticos, es justo el tipo de mujer que buscan, moderna, trabajadora y madre. Cerca de la línea del reportaje de "mujeres de verdad", tendrían como imagen a una mujer hecha a sí misma, en vez de la acostumbrada modelo de apenas veinte años a la que no le ha dado tiempo a tener ni media arruga.
Carla le dice que se siente halagada, pero no puede volver por el momento a Madrid a nuevas sesiones de fotos.
Richard interviene: "Será por fotos, tengo ‘montoones’ de fotos. Lo difícil ha sido escoger unas pocas para el reportaje".
Richard ofrece a Teresa Trigo enseñarle más fotos. Se dirigen al despacho de Cayetana para verlas. Sandra disculpándose, le pide a Carla que se quede un segundo para hablar con ella, no tiene buena cara.
Tras salir todos del despacho, Sandra le pregunta "¿Se puede saber qué te pasa? Si estuvieses en Jamaica no estarías más ausente de lo que estás ahora."
Carla con un intento de sonrisa y una mirada triste: "¿Tanto se me nota?"
Sandra: "Me temo que sí. ¿Quieres un café?"
Carla: "No gracias, ya he tomado uno esta mañana. Si no fuera porque no suelo beber te diría que necesito una copa."
Sandra se acerca a ella: "Me estás preocupando."
Carla: "¿Has oído aquello de ‘hay días en los que es mejor no levantarse’?"
Sandra, un poco desconcertada: "Sí, ¿y?"
Carla: "Pues que hay días en los que es mejor no acostarse … o al menos es mejor hacerlo ‘sola’ ".
Sandra pone cara interrogante.
Carla continúa, "ya ves, parece que a los casi 38 se cometen los errores que no se cometieron a los 18".
Sandra: " A ver, ‘Doña Errores’, ¿se puede saber de qué error me estás hablando?" Con la cara de mujer fatal que sólo ella sabe poner, uno de esos gestos con la mano llevándosela al escote, y de broma, "conociste ayer a un polaco ‘impresionante’, has pasado con él una ‘noche loca’ y por la mañana, cuando te has despertado, te había robado todas las joyas... (cambiando de cara y de voz) que no tienes, porque tú casi nunca llevas joyas, ¿o qué?"
Carla: "Sandra, déjate de bromas que hace muchos años que nos conocemos."
Sandra: "¡Pues ya me contarás de qué me estás hablando!"
Carla: "Ya sabes que lo pasé bastante mal con toda la historia de mi separación."
"No se te habrá ocurrido volver con tu ex, ¿verdad?", exclama Sandra asombrada.
"No", le responde Carla, "y no es porque él no lo haya intentado. Casarme con él fue un error garrafal, lo único bueno ha sido mi hijo. Separarme fue la decisión más acertada, lo único que lamento es haber tardado tanto en quitarme la venda de los ojos. De hecho, fui yo la que pidió la separación".
Sandra: "Pues ya me dirás."
Carla, "Joanna, la directora artística de la revista y amiga mía, me propuso lo que, según ella, era un remedio infalible para olvidarme del mal trago de mi separación."
Sandra: "A saber, ¿algún brebaje misterioso?"
Carla, con media risa: "No, algo mucho más mundano, más de ‘tu estilo’, digamos."
Sandra: "Un buen revolcón."
Carla: "¡Exacto! Me proponía tener lo que ella llamaba ‘a one night stay’, ya sabes, un lío de una noche".
Sandra, divertida: "¿Tú?" (Moviendo la cabeza y una de sus manos) "A ver, me refiero al hecho de que no has tenido un rollo de una noche en tu vida, con esa idea 'romántica' que tienes del amor (y que de tan poco te ha servido, piensa Sandra)" "Un buen revolcón es magnífico para liberar tensiones, incluso dicen que mejora el cutis y da brillo al pelo, … deberías hacerle caso a tu amiga."
Carla: "Le contesté que yo había sido un poco mojigata toda mi vida."
Sandra, con un gesto de su mano: "Doy fe de ello."
Carla: "Y que no me apetecía mucho la idea."
Sandra: "Lo que yo decía, no sabes lo que te pierdes."
Carla: "Pues, como no se puede decir nunca ‘de este agua no beberé’ … (Sandra vuelve a mirarla de forma interrogante) anoche tuve mi ‘one night stay’ particular."
Sandra, extrañada: "¿Particular? Tu amiga te proponía tener un trío, ¿o qué?"
Carla: "No, me refiero que tuve un 'one night stay', pero a mi manera."
Sandra: "Ahora ya no entiendo nada. ¿Qué quiere decir ‘a tu manera’?"
Carla: "A mi manera."
Sandra pone cara de no entender nada: "Bueno, ¿y quién ha sido el afortunado en cuestión?"
Carla la mira con tristeza y no abre la boca.
Sandra se queda pensativa, no reacciona, de repente la mira preocupada: "¿Diego?"
Carla sigue sin abrir la boca.
Sandra, con cara de espanto: "¡Por dios! ¿Cómo se te ha ocurrido? (casi gritando) ¡con Diego!"
Sandra continúa, "¿se puede saber qué te echó en el agua? Porque tú no bebes alcohol, no lo has hecho nunca y por lo que acabas de decirme sigues sin hacerlo."
Carla, intenta reír, recordando el zumo de piña con Cointreau, "No creas que no lo intentó".
Ante el reiterado silencio de Carla, Sandra le pregunta: "no se comportaría como el energúmeno sin sentimientos que es, ¿no?"
(Carla se queda con la mirada perdida, recordando la noche pasada, mientras piensa "No, incluso me besó la cicatriz de la cesárea de urgencia que tuvieron que hacerme cuando nació Joel. Mi ex evitaba rozarla." Con cara de asco, "mientras yo estaba en el quirófano teniendo a nuestro hijo, él estaba en un ‘viaje de negocios’, acompañado de su amante, como descubrí mucho después. El mismo día que me enteré de ello concerté una cita con el mejor abogado de divorcios de todo Londres.")
Sandra ve la última cara que pone ella y, preocupada, insiste: "¿Carla?"
Carla la mira y le responde: "No, para ser Diego, puede decirse que estuvo encantador."
Sandra, en parte aliviada y con un gesto: "¡Mira que me extraña!"
Sandra vuelve a quedarse pensativa, la mira y, con tono de terror en su voz, le pregunta: "Lo de ‘a tu manera’ … no querrá decir que te gusta Diego, ¿verdad?"
Carla sigue sin abrir la boca.
Sandra, con un gesto afirmativo: "Ósea, sí." "Por favor, dime que te has dado un golpe en la cabeza y has quedado temporalmente trastornada."
Carla, con voz triste: "¡Ójala!"
Sandra, pensando en el posible número de amantes de su hermano, sin atreverse ya casi a preguntar: "no estarías tan loca, como para no utilizar protección, ¿verdad?"
Carla procura esbozar otra sonrisa: "No. La utilizamos. Las dos veces."
Sandra ya no sabe qué cara poner, "¡las dos veces!", con sorna, "seamos francas, acostarse con él y 'disfrutarlo', más que un error, yo lo definiría como un milagro".
Carla: "Sandra, por favor."
Sandra, al ver la cara de su amiga, "perdona, no pretendía ofenderte, simplemente no me cabe ‘nada’ en la cabeza. Creo que yo también estoy empezando a necesitar un copazo."
Carla, con la mirada triste: "Sandra, (moviendo la cabeza en modo de negación) no es lo último".
Sandra, perpleja: "¡Ah! ¿’Aún’ puede haber algo más?"
Carla, con la mirada perdida, "es el primer hombre con el que tengo ‘algo’ … después de mi ex."
Sandra: "Pues después del trauma de esto, me temo que va a ser el último".
Carla, con un movimiento de mano y levantándose de la silla, "Sandra, de verdad, no estoy para bromas."
Sandra: "Perdona de nuevo, no era mi intención." Intentando ser comprensiva, "Si hay alguien que pueda entenderte soy yo. También he cometido algún que otro error que ha traído cola (recordando cuando se acostó con Álvaro)".
Carla, anda de un lado para otro del despacho, se detiene, se sienta, con cara y voz de desesperación, mira a Sandra: "Sandra, realmente no sé qué ha sido peor, si acostarme con él sabiendo que yo iba a ser sólo ‘una más’, o dejarme engatusar ‘por la cara amable’ que me ha mostrado en estos días." (Con lo último se refiere al hecho de que le gusta Diego) Moviendo la cabeza, muy enfadada consigo misma "No sé cómo he podido, después de lo que me contaste el miércoles. Sus oscuras maniobras para obtener el poder de Bulevar. Decidí no volver a verle la cara nunca más, pero fue a buscarme a Cibeles y me propuso algo tan ‘inaudito’ en él y tan ‘inocente’, como tomar un trozo de tarta. Ya ves, los hay que venden su primogenitura por un plato de lentejas y yo me dejé embaucar por una taza de chocolate." Tras una pausa, y más enfadada aún si cabe, pero con tristeza, "¿Se puede ser más imbécil?" Con un movimiento de cabeza, un gesto con la mano, "¿A quién quiero engañar? Es inútil que intente buscar una excusa, no la tengo".
Sandra está con los ojos como platos. Carla no ha visto la cara de incredulidad que ha puesto Sandra cuando ha comentado lo del trozo de tarta: "¿Diego? ¡Imposible!"
Carla levantándose, continúa, "y para ‘rematar’, esta mañana he ‘escapado’ de mi habitación mientras él seguía dormido."
Sandra piensa: "¡qué Diego se quedó a dormir! ¡Debió acabar agotado!" Le dirige a Carla una mirada interrogativa.
Carla: "Sandra, me sentía fatal, no podía quedarme. ¿Qué iba decirle?", con voz de ironía " un ‘me lo he pasado muy bien, si vas alguna vez a Londres hazme una visita’. Sabes que nunca se me ha dado bien fingir."
Sandra, pensativa, le comenta "conociendo a Diego, me preocupa su reacción."
Carla: "no pienso volver a Madrid hasta dentro de mucho, mucho tiempo." Cambiando de cara, "Sandra, necesito un favor".
Sandra: "Dime".
Carla: "He dejado mi equipaje en el hotel, les indiqué que pasaría a recogerlo antes de dirigirme al aeropuerto. No tengo ganas de volver al hotel. Además, tendrías que haber visto la cara de sorpresa del recepcionista cuando le he dicho que ‘el señor De la Vega’ le entregaría la tarjeta de mi habitación. Por favor, ¿podrías enviar a alguien para que me lo trajera?".
Sandra: "No te preocupes, mandaré a Jota".
Carla: "Muchas gracias. Llamaré al hotel y le daré una autorización a Jota para que no tenga ningún problema." Volviendo al tema de Diego, "Sandra, lo que más me molesta es lo transparente que soy. Supongo que, aunque conseguí esquivarle la primera vez, percibió que no resistiría a una segunda batida".
Sandra no entiende nada de lo último, pero prefiere no preguntar.
Carla, intentando animarse: "¡Hasta tengo una anécdota graciosa! Roberto, al ver la cara qué debía de tener esta mañana, me ha dicho que me ‘perdonaba’ el ir a verle con un diseño que no era suyo. ¡Y ya sabes como es! Le conozco. En circunstancias normales no habría cometido semejante fallo y supongo que él lo sabía. Eso sí yo, mientras, intentando mantener el tipo, hablando de tendencias, de tejidos, de tonos y demás. ¡Cómo si me importaran algo!"
Sandra la mira, pensando en todo lo que le ha dicho. "El primero después de mi ex". Si no había habido nadie después de su ex era claramente porque a ella no había querido, siempre sobraron hombres que la rondaran. No le había detallado apenas nada de su separación, pero estaba claro que lo había pasado mal y que callaba más de lo que contaba. ¿Qué diablos podía haber visto en Diego? ¡En Diego! No servía de nada que ella intentara disfrazarse la verdad a sí misma con la absurda historia de la "one night stay". La conocía, ella no era de las mujeres que tenían solo sexo, la noche pasada había significado algo para ella, nada para él ... Ella lo sabía antes de acostarse con él y no podía perdonárselo a sí misma. Ese el error al que se refería.
"Las dos veces". Si Diego se había quedado a una segunda, la primera debía haber sido de órdago.
"Conociendo a mi hermano", piensa Sandra, "no tiene ni idea de lo que tuvo anoche."

Sandra, suspira y le dice a Carla: "Creo que, definitivamente, y digas lo que digas, voy a preparar algo de beber para cada una. Espérame un segundo, voy a ver qué encuentro en el despacho de Álvaro."

Diego en Bulevar
A la semana siguiente, Diego llega a Bulevar con la misma cara de pocos amigos de siempre. Álvaro pretende llamar a seguridad pero Sandra interviene: "Déjalo Álvaro, quiero hablar con él", y mirando a Diego, "en mi despacho".
En el despacho de Sandra, Diego se muestra sumamente desagradable.
Sandra: "¿Se puede saber qué pretendías con Carla, Diego? ¿Es que te faltan amiguitas últimamente y te aburres? O, ¿cómo ya no te permitimos hacer tus apariciones estelares por Bulevar necesitas otros entretenimientos?"
Diego, aparentando ser tan desagradable como siempre: "No veo qué puede importarte mi … llamémoslo ¿vida sentimental?"
Sandra: "Absolutamente nada, Diego, de no ser porque en este caso el objetivo de tus desmanes ha sido una amiga mía y no entiendo cómo, conociéndola desde hace tanto tiempo, se te ha podido ocurrir, AHORA".
Diego, con una de sus desagradables sonrisas: "Sinceramente, sigo sin comprender tu interés, hermanita".
Sandra, enfadada: "¡Tú que vas a entender!"
Diego, sonriente: "No veo qué puede interesarte el tema, ni el número, de mis compañeras de alcoba. (con una desagradable sonrisa) No sé si llegará a igualar al de ‘Alvarito’, pero (con actitud hiriente) te advierto que suelo ser más ‘selecto’ ".
Sandra, "No tientes a tu suerte, Diego." Prefiere no darse por aludida con este último comentario. Contundente añade: "Estoy segura de que Álvaro ‘jamás’ tuvo el placer. Lo que no entenderé NUNCA es cómo lo tuviste tú."
Diego sin para de sonreír de forma desagradable: "Eso dice muy poco de tu opinión sobre mis ‘aptitudes amatorias’, Sandra".
Sandra, enfadada: " Diego, haz el favor de contener tu lengua. No has tenido a una mujer como ella en tu vida. No la merecerías ni aunque vivieses un millón de años."
Diego: "Francamente, Sandra, sigo sin entender este ‘drama’ por una noche de … ¿diversión?." Sandra le dirige una mirada de odio. Diego añade: "Máxime, cuando ambas salíais juntas a menudo, y ya sabemos todos lo ‘recatada’ que ha sido siempre tu vida… (con uno de sus gestos de manos y sus caras desagradables) si obviamos claro, los minutos en los que te hiciste pasar por monja para engañarme".
Sandra: "Diego, me das asco. Haz el favor de salir ahora mismo de mi despacho y no volver jamás por Bulevar." Imperativa, "Diego, ¡sal ahora mismo de mi vista!"
Diego se despide con un "hasta luego, ‘hermanita’ " acompañado de uno de sus gestos y sus sonrisas irónicas. Está saliendo por la puerta cuando Sandra añade con enfado: "Por cierto, y aunque no te interese en absoluto, te diré algo, a ella le horrorizaba la idea de que los hombres se le acercaran sólo por ser la chica de la portada, la puerta de su dormitorio era más infranqueable que Fort Knox."
La cara de Diego cambia al oír eso.
Sandra insiste en echarle: "¡He dicho fuera, Diego!"
En ese momento llega Richard, muy satisfecho, a enseñarle a Sandra la portada con Carla para el siguiente número de la revista. Diego se queda mirando la foto. Sandra insiste: "¿A qué esperas, Diego? ¿A que llame a Seguridad?" Diego no parece oírla.
Richard mira a Diego y le pregunta con su característico estilo: "¡Uy!, Diego, ¿se te ha acabado la gomina?"
Diego parece despertar de su momentáneo letargo, "sin gomina y sin traje de malo". No se había dado cuenta de que esa mañana no se había puesto gomina. Sale del despacho de Sandra.
Diego piensa que su hermana tenía razón en una cosa, había sido una noche excepcional. Si bien, (con una de sus características sonrisas) no había resultado del todo acertado el símil de la sirena y el tiburón. A no ser que, además de dejarse devorar, las hermosas sirenas devoraran voraces tiburones, igual que devoraban marinos en la Antigua Grecia.
(Con una cara más seria) En este caso no era sólo la voz de la sirena ("Diego") sino también sus ojos lo que no podía quitarse de la cabeza, aquellos enormes ojos negros.
La mencionada noche pensó que era una pena que ella volviera tan pronto a Londres, la aventura bien podría haber merecido algún día más. Siendo sincero, si las noches con ella eran siempre así, no le hubiese importado que se quedara el mes entero.
Lo que no entendía era el afán "protector" de su hermana. Le enfureció que ella se hubiera largado a la mañana siguiente, además de "tocarle" su orgullo masculino. Se supone que fue él, quien se había afanado por llegar hasta su cama, y había sido ella, marchándose de esa forma, la que había dejado muy claro que para ella había sido una mera aventura más. Lo que tampoco le cuadraba dentro de la historia, era el comentario de su hermana sobre Fort Knox.

Tras salir Diego, Sandra no tiene ánimos para hacer caso a Richard, le dice que en principio la foto que ha elegido para la portada le parece magnífica, que se la enseñe a Álvaro.
Sandra está enfadada, Diego ha estado desagradable hasta para ser Diego. Menos mal que ‘ella’ no había oído esto. Si hubiera llegado a hacerlo, en lugar de los tres tímidos sorbos que le dio a la copa que le preparó, se la hubiera tomado entera de un trago.
Empezaba a creer que podía ser cierto aquel refrán que jamás entendió: "la suerte de la fea, la guapa la desea". Carla siempre temió que los hombres sólo se fijaran en su físico y no vieran a la mujer que había dentro. Su marido le había salido rana y ahora, no se le había ocurrido otra cosa que poner sus ojos en el indeseable de Diego, algo que ni la propia Carla entendía y, Diego, le había salido rana total. Al menos Bea había logrado que Álvaro se enamorara de ella.
Ella apreciaba mucho a ambas, las dos la habían ayudado en distintas etapas de su vida. Si hubiera recurrido a Carla tras su desaparición, estaba segura de que ella le hubiera apoyado, además de regañado, en eso se parecía a Bea. Pero se enteró de que estaba a punto de separarse y, conociéndola, consideró que ya tenía bastante con lo suyo.
Como le había dicho a Echegaray padre después de la junta de accionistas sobre la reducción de formato, Diego no se echaría una novia en la vida y le daría un infarto antes de los cuarenta, con esa forma de ser que tenía. La pena es que no sabía la mujer a la que había dejado escapar, no abundaban mujeres como ella. Una pena.

1. Carla llega a Bulevar


Blog de Bea después de Navidad

Queridos blognautas,
Ahora que he vuelto a estar entre las sábanas moradas de Álvaro, me pasaría la vida entre ellas. Cuando le conté lo que había echado de menos sus sábanas moradas me dijo que al día siguiente compraría media docena de ellas. Le he comentado que no le valdrá de nada porque me independizo en breve, en cuanto pinte y decore mi nueva casita. Él insiste en que vaya a vivir con él, no entiende que quiera ir a vivir sola, incluso me ha puesto esos ojos de cordero degollado que ponía cuando le dejé. He intentado explicarle que no quiero volver a pasar directamente de casa de mi padre a la suya, prefiero un poco de independencia y que podrá venir a probar mis sábanas siempre que se lo merezca. No os podéis imaginar la mirada que me ha puesto y por supuesto, la carcajada que he echado yo, que le ha dejado aún más desconcertado. Cuando se ha repuesto me ha dicho que en ese caso compraría una docena entera de sábanas moradas, media para mi casa y media para la suya.
Para vengarse, me ha comentado que no sea fía ni un tanto de mi gusto, y que si va a pasar bastante tiempo en mi casa, cree que debería supervisar personalmente la decoración.

Lo que no os vais a imaginar, es lo que me ha regalado por Reyes ... ¡un reloj! Al principio, cuando me lo puso en la muñeca, pensé que este hombre estaba falto de ideas repitiendo el regalo del año anterior. Aunque, la verdad es que este año me ha comprado un reloj carísimo, casi me da miedo ponérmelo para montar en el autobús todas las mañanas. También pensé que pretendía llevar al extremo su promesa de que, después de lo ocurrido el año pasado, quería que este año fuera de verdad todo lo que el año pasado tuve de mentira y claro, lo primero fue el regalo que me hizo en Reyes. La sorpresa, la tuve cuando me quité el reloj por la noche y vi que en la parte trasera había una inscripción: "cada hora, cada minuto, cada segundo" (en recuerdo de lo que me dijo aquella mañana en el cobertizo). Estará un poco anticuado poner una grabación, en la joyería carísima donde debió comprarlo le pondrían alguna cara rara, pero a mí me hizo muy feliz.

Por otra parte, Sandra le ha pedido a Álvaro que vuelva a Bulevar, ahora que está de nuevo en Madrid es absurdo que trabaje para otra publicación. Álvaro ha aceptado y ha hablado con su antigua empresa para renunciar al puesto. Le hemos recibido todos con los brazos abiertos.
Contándoos más acontecimientos de Bulevar, os diré que el año nuevo ha traído a algo más que a mi amor... seguramente no adivinaréis quien ha venido de visita a Bulevar, "La Guapísima", haciendo honor a su nombre. Llamó a Sandra, le dijo que estaba en Madrid y que pasaría a hacernos una visita. A mí me corrió un escalofrío por el cuerpo ante semejante noticia. ¿Habría venido a intentar ‘recuperar’ a Álvaro? Deberíais haber visto el abrazo que se dieron cuando ella entró en el que es otra vez despacho de Álvaro. Él se levantó de la silla, le dio un abrazo como los que sólo le recuerdo haberme dado a mí y un beso en la mejilla. Ella le sonrió y le dijo que le alegraba ver que volvía a ser el mismo de siempre. Luego me miró a mí y cuando Álvaro nos presentó, me dedicó una sonrisa, me dio un par de besos y me dijo que estaba ‘encantada’ de conocerme. Lo cierto es que me pareció sincera, incluso creo que sabía quién era yo. No sabéis lo que me alegra que esta mujer no quisiera nada con Álvaro. Cuando ella salió del despacho para ir a ver a Sandra, debí de dedicarle una mirada asesina a Álvaro porque me respondió con una de sus caras de niño bueno y un: "a mí no me mires, yo no he hecho nada."

Os dejo blognautas, voy a ver si miro muebles y una decoración que haga juego con la tonelada de sábanas moradas que ha comprado Álvaro.

Una blognauta decoradora.



CARLA y SANDRA
Carla entra en el despacho de Sandra y ambas se dan un abrazo.
Sandra le dice: "¡Estás increíble! Tienes que darme ahora mismo el nombre de tu cirujano."
Carla la regaña: "¡Sandra!"
Sandra se ríe: "Es broma, he decidido que por el momento no más operaciones."
Carla: "Me alegro de oír eso."
Sandra: "Además, ya sé que tú te mareas en cuanto pisas un hospital y eso yendo sólo de visita. Aún no sé cómo te las apañaste cuando nació tu hijo."
Carla: "En esos momentos lo único en lo que puedes pensar es en el niño, el resto se te olvida."
Sandra: "¿Y tu hijo?"
Carla: "Durmiendo la siesta en el hotel con su nanny, así que he aprovechado para haceros una visita."
Sandra, temiendo que Carla haya venido a ver a Álvaro: "¿Y a qué debemos este inesperado placer?"
Carla la mira y sonríe: "Cualquiera diría que no te alegras de verme, Sandra."
Sandra: "Sabes que no es así."
Carla, sin responder a su pregunta " ¡Cuéntame! ¿Qué hay de nuevo por el viejo Bulevar?"
Sandra, sabiendo a dónde quiere ir a parar ella: "Ya sabrás que Álvaro ha vuelto con nosotros."
Carla no puede evitar una sonrisa de satisfacción, ante la mirada asombrada de Sandra le dice: "Lo esperaba."
Sandra está un poco asombrada: "¿Lo esperabas?"
Carla: "Digamos que una de las cosas que he venido a hacer, es comprobar que ‘todo ha ido bien’."
Sandra: "Explícate"
Carla: "Acabo de venir del despacho de Álvaro y, he deducido que la chica que me ha presentado como ‘su secretaria personal’ es la que ha transformado a nuestro Don Juan en … un hombre un poco más cabal."
Sandra la mira perpleja.
Carla continúa: "Lo que me extraña, es que él me la haya presentado como su secretaria personal cuando, por tu llamada, imaginé que tu interés estaba centrado en tu socia… a no ser, que ambas sean la misma persona…" Ante la cara de Sandra, continúa: "No te preocupes, sabes que no suelo meterme donde no me llaman. En este caso me he inmiscuido por el afecto personal que siento por Álvaro, pero no es mi estilo."
Sandra no entiende a qué se refiere: "¿Qué quiere decir que ‘esta vez’ te has inmiscuido?"
Carla le responde: "Que fui yo la que insistió en Londres para que le dieran el puesto a Álvaro. Ese fue el motivo de la llamada que te hice preguntándote si Álvaro era correspondido. Si mandaba a Álvaro a Madrid no podía ser sin esperanzas. Tenía claro que Álvaro volvería a Bulevar si todo iba bien. Yo he tenido algún problemilla en Londres por ello, pero nada que no esperara, y que no pueda solucionar."
Sandra: "Después de tantos años no paras de asombrarme."
Carla: "No, la asombrada soy yo, y para bien. No sabes lo que me alegra verte tan bien, tan centrada… tan empresaria." Con una risa, "¿Qué fue de mi Sandra la juerguista?".
Sandra riéndose: "Algo queda."
Carla, con una sonrisa triste: "Tenía muchas ganas de verte."
Sandra la mira: "¿Qué tal estás tú?
Carla con una sonrisa y haciéndose la fuerte: "Ya sabes, ‘sobreviviendo’. Lo cierto es que soy una mujer afortunada, tengo a lo que más quiero, a mi hijo." Cambiando la mirada, "ya sé que no te gustan los niños, pero tienes que ver a mi pequeño", con una risa y en plan broma, "gracias a dios no se parece a su padre… de momento, miedo me da en el futuro."
Sandra la ve triste, quiere cambiar de tema.: "Bueno, ¿a qué más has venido a Madrid?"
Carla, más animada: " A poner en marcha otro plan"
Sandra: "Vas a empezar a darme miedo."
Carla puntualiza: "de lo más inocente. Debido a la "deserción" de Álvaro, estoy encontrando alguna que otra reticencia a mi proyecto de dedicar un especial a la moda de España."
Sandra: "Siento que tengas problemas."
Carla: "No te preocupes, ya te he dicho que no era nada que no pudiera solucionar. Como opinan que la moda de España no va a interesar en Inglaterra, he decidido aprovechar mi pasado como modelo para mostrarles los diseños que se hacen aquí."
Sandra la mira extrañada: "¿Vas a volver a ejercer como modelo?"
Carla se ríe: "¡No, por dios! ¡Qué ocurrencia! Me refiero a que voy a pasear palmito por Londres con moda de aquí y, para ello, necesito ir de compras. De paso renuevo vestuario porque, desde que me separé, no he comprado nada de nada, parte por desánimo y parte por falta de tiempo." En plan sorna, "Y toda una directora de contenidos en una revista de tendencias, ‘como yo’, tiene que ir dando ejemplo." Se ríe.
Sandra también se ríe, no ha cambiado demasiado, por lo menos no ha perdido su particular humor.
Carla le dice con un gesto de picardía: "¿No te apetecerá venir a Serrano, con esta vieja amiga, a fundir la tarjeta?"
Sandra: "¡Hecho!"

En ese momento entra Richard en el despacho de Sandra. Se ha enterado de que Carla está allí y va a verla.
Richard, emocionado al verla: "Estás divina, divina, divina."
Carla se parte de la risa: "Voy a tener que venir a haceros una visita más a menudo para subirme la autoestima."
(Sandra se imagina que se refiere al hecho de que su marido la dejó por una mujer muchos años más joven que ella. "Desde luego", piensa, "hay hombres que no saben lo que tienen".)
Richard: "Que no, que tú sabes que eres mi favorita después de Mi Reina Mora."
Carla, afirmando: "Caye."
Richard: "Yo que tú, demandaría a las revistas que han publicado fotos tuyas últimamente. Las fotos que sacaban no te hacían justicia en absoluto."
Carla, con una sonrisa y un guiño: "Entonces vas a tener que hacérmelas tú, Richard." Poniendo cara pensativa, "No sé, podrías hacerme un reportaje en plan Jaime Lee Curtis. Ya sabes un, antes y un después del maquillaje y la peluquería."
Richard, con un gesto de asco: "¡Ay, no! ¡Qué cosas dices! Eso es de lo más vulgar."
Carla, continuando con la broma: "Pues entonces, podrías hacer algo así como…", poniéndose en plan dramático, " ‘el antes y el después … tras el paso de los años’ ". Se ríe.
Richard, con gesto de repeluco: "¡Uh!"
Carla, poniéndose más seria: "Ahora que lo pienso, hace unos 20 años que llegué por primera vez a Bulevar. ¡Cómo pasa el tiempo!"
Sandra, se ha quedado pensativa. Las últimas palabras le han dado una idea. Ella fue la modelo estrella de Bulevar durante muchos años, su padre y Francisco acudían a ella siempre que podían. Desde luego está magnífica, ¡y sin recurrir a la cirugía! No desmerecería para nada en la portada. Podrían hacer un especial por sus 20 años en Bulevar. En el reportaje podrían contar cómo había pasado de modelo a directiva con éxito, gracias a su esfuerzo y su valía, y las dificultades que había encontrado en su camino, por los prejuicios establecidos. No era mala idea. Se lo comentaría a Beatriz aunque, … puede que a Beatriz no le gustara Carla, pero después de la conversación, estaba claro que Bea no tenía motivos para ello. Convencer a Carla iba a ser otra, para ello le vendría bien el apoyo de Álvaro. Estaba claro que ella le tenía mucho cariño, de hecho se había arriesgado por él y estaba segura de que en Londres había tenido algo más que ‘un problemilla’, como lo ha definido ella.
Sandra comenta su idea con Beatriz y Álvaro. Como ya se imaginaba, Bea tiene algunas reservas, pero a Álvaro le ha gustado la idea. Bea tiene que reconocer finalmente que con el reportaje pueden dar otro enfoque a la visión que se suele tener de las modelos y acaba aceptando.
Ahora sólo queda convencer a Carla…
Como Sandra imaginaba, Carla pone reticencias. Carla, dirigiéndose a Álvaro y a Sandra: "No creo que sea una buena idea. Además, no iba a hacer mucha gracia en Londres".
Sandra: "Puedes decirles que se trata de algo puramente sentimental. No tiene porqué afectar a su publicación al estar en otro país."
Carla: "Os recuerdo que ya no tengo edad para aparecer en portadas. Además, ya ni me acuerdo de cuando fue la última vez que posé."
Sandra: "Créenos, los lectores también se hartan de ver siempre a la típico modelo de apenas 20 años. Tenemos experiencia, hace tiempo lanzamos un especial ‘Mujeres de Verdad’, con empleadas nuestras, y fue un auténtico éxito de ventas."
Álvaro insiste: "Vas a estar estupenda en la portada porque eres una mujer estupenda."
Carla, seria: "Álvaro, sabes que conmigo no valen las zalamerías."
Sandra: "Piénsatelo, por favor."
Carla se hace bastante de rogar, pero al final acepta aunque, antes consultará en Londres si hay algún problema y necesitará coger otro par de días de vacaciones para la sesión de fotos.




Blog de Bea tras la visita de Carla a Bulevar

BIENVENIDA MRS. MARÍN

Queridos Blognautas,
No sé si habréis visto una antigua película española en blanco y negro llamada "Bienvenido Mr Marshall", pero seguro que habéis oído hablar de ella. (Ya sabéis de la afición de mi padre a las películas antiguas y de tanto verlas con él, ya se sabe, algo siempre queda). Pues como os iba diciendo, para aquellos que no la hayáis visto, un poco a groso modo, trata sobre un pueblo que se "vuelve loco" ante la llegada del presidente de Estados Unidos, Mr. Marshall, y disfrazan al pueblo entero de andaluz para conseguir cada uno un regalo de los americanos. Bueno, pues algo así ha pasado con la llegada de La Guapísima. No es que se hayan disfrazado todos de traje regional para obtener regalos, pero sí que ha revolucionado la oficina.
Al poco de llegar no ha parado de repartir besos en la cafetería. Marga estaba encantada de la vuelta de "su niña". La Guapísima se partía de la risa, mientras le decía que "su niña" ya estaba "muy mayor". Marga dijo que la veía como siempre y que iba a preparar un "enorme" bizcocho de chocolate para celebrar su regreso.
Cuando las chicas le preguntaron por su marido, ella les contestó, con toda la naturalidad del mundo, que suponía que estupendamente con su amante, 15 años más joven que ella, y que, como llevaba muy mal los cuernos, le había pedido la separación. Elena, acordándose de sus problemas con Ernesto, le dijo que le daba mucha pena. La Guapísima le dijo que a ella no, ya había llorado bastante y, para tener a su lado a alguien que no la quisiera, prefería estar sola. Bueno, sola no, con su hijo, que era la mejor compañía posible.
Jimena, no la conocía hasta el momento, pero creo que le cayó bien al instante.

Nacho, que jamás había demostrado interés por ninguna de las múltiples modelos que han pasado por Bulevar, me pidió por favor que se la presentase. Ante mi cara de extrañeza, me dijo que se había pasado media adolescencia soñando con ella y que tenía que conocerla. (Justo lo que Sandra había dicho de Álvaro y Gonzalo.) Se lo presenté como siempre presento a Nacho: "Ignacio Goñi, abogado de Bulevar".
La Guapísima puso unos ojos como platos y exclamó: "¿Abogado?" y con una sonrisa añadió, "Discúlpeme usted señor Goñi, cuando se está en pleno proceso de divorcio la palabra abogado ..."
Nacho le contestó: "Nacho. Soy abogado fiscal."
La Guapísima añadió: "Carla. No sé si será peor,... fiscal suena a Hacienda." Se rió y terminó con una sonrisa: "Disculpa de nuevo Nacho, tengo la "malísima" costumbre de decir siempre lo que pienso. Encantada de conocerte. Creo que Marga va a hacer un bizcocho de cuatro pisos, por lo menos. Sería un placer que Beatriz y tú os pasarais a tomar un trozo."
En resumen, se lo metió en el bolsillo en un minuto.

Hasta Santi ha dejado de admirar momentáneamente a La Barbie Loca para mirarla a ella.

Claro, que no son los únicos que se han vuelto locos con su llegada. A Sandra se le ha ocurrido que, para celebrar los veinte años que hace que La Guapísima fue portada por primera vez en Bulevar, podría hacer un reportaje especial. A Álvaro también pareció gustarle la idea. Con lo difícil, por no decir imposible, que es que ellos dos estén de acuerdo. Yo no estaba a favor, pero al final tuve que admitir que la idea no era mala y creo que en el fondo me negaba por motivos personales aunque, según Sandra, no debería tener ninguno.
La que fue más dura de pelar que yo fue la propia Guapísima. Sandra y Álvaro tuvieron que emplearse a fondo para convencerla. Al parecer llevaba años intentando quitarse de encima el San Benito de ex-modelo y no le hacía demasiada gracia la idea. Para convencerla tuvieron que prometerle que harían hincapié en su trayectoria profesional actual y no en su vida de modelo.
Lo que me extraña es que Richard esté completamente entusiasmado con la idea. Yo pensé que preferiría a una de esas modelos que le gustan a él, todo huesos, posando con un minúsculo bikini. Y no es que esta mujer esté rellenita, podría decirse de ella que es una sílfide. Es más, parece increíble que unos pantalones y un sencillo jersey de punto puedan quedarle tan bien a alguien.

La verdad, y para seos sincera blognautas, creo que llamar sólo guapa a esta mujer es hacerle un flaco favor. Se la podría definir como sencilla, elegante, simpática, natural,... En resumen, no se parece demasiado al resto de modelos que he visto pasar por Bulevar en el año y medio que llevo aquí.
Creo que voy a tener que empezar a llamarla por su nombre.

Un blognauta cuerda.

Marga y Diego
Diego llega a Bulevar por la tarde. Carla ya se ha ido, han celebrado una merienda con el enorme bizcocho de chocolate que Marga ha hecho para la ocasión.
Diego ve como recogen todo en la cafetería, con su actitud de siempre y un gesto de palmada de manos: "Veo que ya ha habido otra 'fiestecita'. No me extraña que esta empresa vaya como va. Está claro que aquí no trabaja 'nadie'."
Marga: "Puedes ahorrarte tus sarcasmos Diego. Hemos estado celebrando que Carla ha venido a hacernos una visita."
Diego, con su misma cara de siempre y haciendo ver que no sabe de quién le habla Marga: "¿Carla?"
Marga: "No te hagas el tonto, Dieguito. Sabes perfectamente de quién te estoy hablando."
Diego, con un gesto de manos, haciendo ver que sabe de quién le habla, tan desagradable como siempre: "Ya, ¡Car-la! ¿Y que ha venido a hacer a Bulevar esa ... 'ex-modelo' ? No creo que haya venido a suplicar un contrato. Aunque, visto lo loca que está mi hermana Sandra, no me extrañaría que sacara otra vez en portada a una 'modelo' gorda y llena de arrugas." (Refieriéndose esto último al especial "Mujeres de Verdad")
Marga: "Diego, no te consiento que les faltes el respeto ni a las chicas ni a mí. Para que lo recuerdes, nuestro especial fue el más vendido de la revista. Y en cuanto a Carla, sabes de sobra que ella siempre fue algo más que una modelo en esta casa, aunque tú fueras el único que no la apreciara. Además, está más guapa que nunca y tan encantadora como siempre. "
Diego: "No te sulfures Marga, yo no me pasaba perdiendo el tiempo con las modelos como Álvarito".
Marga: "Pues precisamente han sido Álvaro y Sandra quienes le han suplicado que haga un reportaje especial por los 20 años que hace que Carla llegó a Bulevar."
Diego, con una carcajada: "Lo que yo decía, ¡esta es una empresa de locos!"
Marga: "Ya veremos Diego, cuando Bulevar vuelva a batir record de ventas. Ella es ahora es una ejecutiva en una revista de Londres y no necesita hacer el reportaje. Ha aceptado por cariño a Bulevar, cosa que tú no pareces tener."
Diego: "Marga, sabes que yo lo haría todo por esta empresa, por salvarla de la 'panda' de incompetentes que lleva las riendas."

De Pinturas Y Otros Menesteres

Queridos blognautas,

Con el lío que se montó en la oficina ante la llegada de La Guapísima, es decir, Carla, no os he contado como van últimamente las cosas entre Álvaro y yo.

Álvaro parece bastante decidido a cumplir su promesa de vigilar la “decoración” de mi casa y se ha ofrecido a ayudarme para elegir el color de pintura para las paredes. Más que ayudarme, yo creo que no me va a dejar ni un minuto tranquila, pero bueno. Yo quería pintarlo todo de blanco y santas pascuas, pero él me llamó anticuada, y me dijo que la última tendencia era el blanco "roto" con otro color. Yo creo que ha comprado alguna revista de decoración y se la ha “empollado” para impresionarme porque, ya sabemos todos que a los hombres, el tema de los colores … no es lo suyo. Si les hablas del color pistacho o del color berenjena te miran raro pensando, “¿eso es un color? ¿no es una verdura?”. A veces pienso que para ellos existen unos pocos colores básicos (rojo, amarillo, verde y azul) y cualquier matización sobre ellos no saben distinguirla. ¿O habéis encontrado algún hombre, a parte de Richard, que sepa lo que es el azul turquesa? Yo no.

Una vez instruida en la idea de “romper” el blanco, me decidí a comprar dos botes de pintura, uno de ellos blanco, claro. Al final, como no me decidía por el color “rompedor” en cuestión, compré 3 botes: el blanco, uno ocre y otro rosa. Así, una vez dispuestos con los 3 botes de pintura y otros botes auxiliares para realizar las consabidas mezclas o “roturas”, nos dirigimos a la que será en breve mi casa. Para no aburriros demasiado, tras unas cuantas mezclas, pinceladas y manchas varias, la pared de prueba quedó hecha un mosaico de diversos colores, de los cuales no me gustó ninguno, y nosotros salpicados de pintura. Menos mal que a Álvaro no se le ocurrió jugar con la pintura en plan harina que si no, no sé como hubiera acabado la cosa.
Finalmente decidí que compraría una mezcla ya hecha y sobretodo, que se lo encargaría a un pintor porque Álvaro ha demostrado la misma habilidad con la brocha que con la cocina, es decir, ninguna. No sé cómo se apañaba con las manualidades de la escuela o, a lo mejor, en los colegios privados carísimos no se dedicaban a mancharse con témperas, plastilinas y demás como hacía yo en el mío. Aunque, he de reconocer que lo mío con los trabajos manuales también era un tema aparte.

Para animarme tras el desastre de la pintura, Álvaro ha organizado un viaje a Oropesa para renovar el contrato que hicimos hace un año con el hotel balneario. Esta vez me ha prometido que iremos él y yo solos, tendremos un viaje romántico de verdad, no como el del año pasado. Sólo espero que a mi padre y a Carol no se les ocurra ir también al mismo sitio, aprovechando que se conocieron allí hace un año. Ante mis temores, Álvaro me ha dicho que tiene la solución, me secuestrará en nuestra habitación y no me dejará salir de allí. Espero que mi padre y Carol no decidan ir a Oropesa porque, me apetece dar un paseo por la playa con Álvaro.

Con el viaje a Oropesa nos perderemos la sesión de fotos de Carla, ha avisado que vendrá a Bulevar justo los dos días que nos vamos nosotros.

Os dejo, voy a ver si encuentro algún buen pintor que arregle el desaguisado que hemos organizado Álvaro y yo.

Una blognauta “rompedora”.

domingo, 16 de septiembre de 2007

0. Reconciliación 2 (Álvaro y Bea)


Bea sale con otro hombre y Álvaro no puede más con el desamor de ella y con sus celos que no le dejan vivir. Ha perdido a Bea para siempre, hasta el momento había mantenido un rayo de esperanza, pero ya no queda ninguno.
Álvaro decide irse a Londres a empezar de nuevo. Pero antes de irse quiere que Bea, aunque ya no le quiera, sepa que él la amó de verdad, que no todo fueron mentiras en su relación. Álvaro desea darle su diario, el diario que ella le regaló por San Valentín y en el que ya no queda ni hoja vacía en la que escribir, en el que por primera vez en su vida, abre su corazón.
Álvaro intenta darle el diario a Bea, pero ella, después del numerito de Gonzalo con el diario, no quiere saber nada.

Sandra lleva tiempo observando a Álvaro, ya no le guarda rencor por lo que le hizo. Últimamente sólo ve tristeza en los ojos de Álvaro cada vez que este mira a Bea, pero lo que más le desconcierta es la decisión de Álvaro de abandonar Bulevar después de las luchas que mantuvieron por el poder cuando ELSA compró la deuda.

Álvaro justo antes de irse, deja un sobre con el diario dentro en el escritorio de Bea, con una nota despidiéndose y diciéndole que la querrá siempre.

Sandra entra en el despacho de Bea a la mañana siguiente justo cuando Bea está leyendo la nota. Bea rompe la nota y deja el diario apartado en la estantería sin ni siquiera abrirlo. Sandra mira el diario, ella ha visto alguna vez a Álvaro con ese libro. En una ocasión, en su papel de Sonsoles, el libro estaba encima de la mesa, ella lo cogió para apartarlo y limpiar el polvo. En ese momento entró Álvaro y se lo arrancó de las manos, prohibiéndole que tocara nada de su escritorio. Ella supuso que era algún libro donde él y Gonzalo anotaban alguna de sus múltiples triquiñuelas, pero no volvió a verlo nunca más y supuso que esa era la razón por la cual Álvaro lo guardaba a buen recaudo.
Pero le extraña que Álvaro se lo haya entregado a Bea como “regalo” de despedida y sobretodo que ella lo rechazara con tanto desprecio, como si supiera lo que hay en él.
Cuando Bea sale un día del despacho, la curiosidad puede con ella y coge el diario.
Lo abre, empieza a leer y no puede creer que el Álvaro Aguilar que ella conoce desde hace tantísimos años, el gallo que aprovechaba todas las ocasiones que podía para ir de aventura en aventura con todas las “gallinas modelos” del corral, haya escrito lo que está leyendo. En ese momento recuerda porqué su hermana Cayetana odia tanta a Bea, porque Álvaro le dijo que él hubiera deseado seguir con Bea.
Sandra titubea, Bea sale con un nuevo amor, pero ella sabe que lo que siente por él no se parece a lo que sentía por Álvaro. ¿Debería hablar con Bea?. Decide esperar a ver como se desarrollan las cosas.

Bea, tras la partida de Álvaro, se centra aún más en el trabajo, en vez de disfrutar de la vida con su novio se queda trabajando hasta tarde. De vez en cuando, Sandra la ve con la mirada perdida en el infinito… Mucho se teme que pese a todo lo pasado, y a pesar de lo que ella diga, Bea aún no ha olvidado a Álvaro.

Sandra se dirige hacia el despacho de Bea para hablar con ella. Le da el diario, Bea la mira asombrada sin entender nada. “Bea, tenemos que hablar, tienes que leer esto”. Bea se enfada, no puede creer que Sandra haya podido prestarse de algún modo a los juegos de Álvaro, ni que haya caído en una de sus trampas.
Sandra lo niega e insiste, “Bea, léelo, yo solo he leído algunas páginas porque no iba dirigido a mí, pero creo que deberías leerlo”.
Bea aparta de ella el diario. Sandra insiste nuevamente: “Bea, créeme, lo he pensado mucho antes de hablar contigo, por favor, léelo”.
Bea lo coge enfadada, “lo siento, pero no voy a hacerlo”.
Sandra: ”al menos, ábrelo. Por favor.”
Bea sabe que Sandra no es de las mujeres que ruega. Coge de nuevo el diario, lo abre y lo cierra sin mirarlo, se dirige a Sandra: “¿ya estás satisfecha?” “Tengo mucho trabajo”
Sandra la mira y le dice seriamente: “Bea, míralo”.
Bea coge de nuevo el diario con aire de resignación y enfado, abre el diario por una página cualquiera y ve que está escrita, va pasando las páginas y ve con asombro que todas las páginas están escritas y la letra es de Álvaro, no es de Gonzalo como en la triquiñuela que este intentó en su día.
Mira de forma interrogante a Sandra. Sandra menea la cabeza: “Bea, conozco a Álvaro, o al menos, el Álvaro que conocía no se hubiera tomado tantas molestias para una de sus habituales artimañas. Creo que es mejor que te tomes tiempo y leas lo que haya escrito.”
Bea no sabe que cara poner e insiste en que tiene mucho trabajo. Sandra se acerca a ella: “Bea, hay otras cosas además del trabajo, tómate la tarde libre, vete a algún sitio tranquilo y léelo.”
Bea se niega y sigue trabajando.

Pasados varios días, Bea fija su mirada en el diario, lo coge con mucho recelo y lo abre. Empieza a leer los sentimientos de Álvaro, su dolor al perderla y como se dio cuenta entonces de lo mucho que la quería, el dolor por todo el daño que él le había hecho, sus remordimientos, su conciencia. Los días en los que no paraban de pelear y en los que lo que le hubiera gustado era abrazarla y decirle que la quería. Lo vacía que estaba su vida desde que ella se había ido. Lo que echaba de menos las pequeñas cosas, como el pijama rojo de ositos debajo de su almohada que olía a ella.
Bea cierra el diario, creía que Álvaro había cambiado, pero la lectura de sus mentiras confirmaban que los mentirosos patológicos no cambian nunca. Sin embargo, como el insecto que no puede evitar ir a la luz, todos los días coge el diario y lee algunas páginas.

Entretanto, Álvaro ha iniciado una nueva vida en Londres.



Queridos blognautas,

Cómo poder explicar lo que siento. Álvaro se fue hace dos meses y no pasa un solo día en el que no recuerde aquellas palabras que me dijo cuando estuve a punto de presentar mi dimisión a causa del artículo que publicó La Cuestión:
“No me imagino venir a trabajar todos los días y que tú no estés”
Pues bien, si por aquel entonces no creí sus palabras, ahora soy yo la que tiene que venir a trabajar todos los días, mirar su mesa, su silla y no verle a él, y os aseguro que, lejos de acostumbrarme, se me hace cada día más cuesta arriba que el anterior. Ha sido al irse cuando me he dado cuenta de lo mucho que le sigo queriendo, de cuánto hecho de menos sus miradas, sus sonrisas y hasta sus palabras, aunque fueran de “mentiroso compulsivo”.
Pero lo peor estaba por llegar, y ha sido Sandra la que se ha presentado con el diario de Álvaro en mano y me lo ha tendido invitándome a leerlo, bueno, más bien obligándome a leerlo. Sandra que no siente especial aprecio por él. Si la convence a ella, que no será de mí, que estoy deseando amarlo y negarlo, añorarlo y olvidarlo, …
Cuando Álvaro intentó darme le diario lo rechacé, lo rechacé para defenderme, era preferible dejarlo marchar pensando que todo había sido realmente mentira a creerle.
Tanto ha insistido Sandra, tantas vueltas ha dado mi cabeza que, al final, caí en la tentación de abrir el diario que le regalé en San Valentín. Han pasado meses de aquello, pero en mi alma pesan como si fueran años. Leer el diario de Álvaro ha sido una de las cosas más duras que he hecho en mi vida, no os imagináis la lucha interna entre mi cabeza negándolo todo y mi corazón deseando creer. Recuerdo el día en el que le dije que sentía lástima de él porque nunca sabría lo que es amar a alguien, su enfado, sus palabras de que no volvería a enamorarse. ¿Creéis que ahora debo sentir lástima por mí? ¿Lástima por dejar ir al hombre al que no he podido dejar de amar por más que lo he intentado? ¿Por dejarlo marchar cuando él también me quería?
A veces me despierto con la sensación de que todo ha sido un mal sueño, de que vuelvo atrás en el tiempo y no escucho aquella conversación entre él y Gonzalo en el baño. No puedo evitar preguntarme una y mil veces que hubiera pasado si no hubiera escuchado aquellas palabras que me destrozaron el alma y que sólo ahora entiendo que no eran verdad. ¿Seguiríamos ahora juntos? Todo aquello a mí me sirvió para madurar y a él para empezar a cambiar. Ninguno de los dos es lo que era entonces.
Así que, para sobrevivir, me levanto todos los días, me ducho, me visto y me dirijo a Bulevar. Me refugio en el trabajo intentando no pensar en otra cosa que no sea el día a día, procurando no cerrar los ojos para así no revivir nuestros momentos juntos, sus besos, sus caricias, todos aquellos instantes que yo creía falsos.

Una blognauta intentando proseguir un día más.




Queridos blognautas,

Esta mañana, cuando he bajado a la cafetería a tomar un café, las chicas estaban comentando una revista en la que aparecía una foto de Álvaro con una mujer guapísima.
Incluso el antipático de Richard al ver la foto, ha dicho con esa voz de pito: “hay que reconocer que Carla sigue ‘estupeenda’ ”. La cara que ha puesto su amiga La Pelos Leonidos ante la foto en cuestión creo que sólo ha debido de ser superada por la mía. ¿Qué tendrá este hombre que, a pesar de los pesares, ningunas de sus ex es capaz de olvidarle del todo? Cayetana, con esa cara de asco que sólo ella sabe poner, ha recalcado que la tal Carla era “demasiado mayor” para Álvaro. ¿Mayor? La mujer de la foto parece tener apenas unos años más que yo. ¡Ay, ay! ¡Qué vuelvo a sentirme aguijoneada por los celos! Y es que, para seos franca, después de las muchas mujeres que le he conocido mi ex, creo que esta es, sin duda, la más guapa de todas y, para colmo, los ojos y la sonrisa de la foto parecen sinceros.
Él está guapísimo, como siempre, aunque parece algo triste.

Según he podido enterarme después, la foto se tomó en una entrega de premios, en la que se concedía un premio a la revista “Working Woman” en la que trabaja ahora Álvaro en Londres. La mujer de la foto, Carla Marín, es la directora de contenidos de la revista, ex-modelo, diva de Bulevar en tiempos del padre de Sandra y del de Álvaro, amiga de Sandra, y conoce a Álvaro desde que éste era pequeño. Marga nos contaba como Álvaro y Gonzalo venían cada vez que Carla tenía alguna sesión en Bulevar, Carla bajaba con ellos a comer su famoso bizcocho casero de chocolate, y como, con un guiño, les pedía que no se chivaran a nadie de que ella se hartaba de tarta mientras las demás modelos andaban a pan y agua, bueno, a lechuga y agua.
Sandra, mientras comíamos en mi despacho, me comentaba entre bocado y bocado, que había perdido un poco el contacto con ella desde que ésta se fuera a vivir a Londres, Carla era una mujer estupenda, que la había sacado de más de un apuro (véase la famosa boda de la hija de cierto banquero), y las locuras que cometía cuando Carla no la acompañaba porque estaba pegada a los libros entre desfile y desfile. Al parecer compaginó su carrera de modelo con la universitaria, pero al acabar la universidad nadie confiaba en que una mujer tan guapa, una modelo, tuviera cerebro para la vida empresarial. Lo que son las cosas, a mí no me daban ninguna oportunidad por fea y a esta mujer no se la daban por guapa. Sinceramente, no hay quien entienda este mundo.
Sandra se reía al ver la foto de Álvaro con ella, con toda seguridad, Carla había estado en los sueños de adolescentes del dúo Álvaro y Gonzalo, incluso en los del estirado de su hermano Diego, que jamás quiso unirse a las chocolateras excursiones a la cafetería pero guardaba rencor contra Álvaro y Gonzalo por hacerlo.
Sandra añadió que habló hace poco con ella por teléfono y se enteró de que Carla lo había pasado fatal, amaba a su marido y éste la había dejado por una modelo 15 años más joven que ella.
Así que, ya veis, me imagino a Álvaro reencontrarse en Londres con un antiguo sueño de adolescente, que para colmo tiene el corazón roto por el abandono de su marido, y no me hace falta más que sumar dos y dos para imaginarme el resto. ¿Habrá intentado Álvaro olvidar el amor que me declaraba en su diario en los brazos de esta mujer, de la cual todos parecen guardar un buen recuerdo? ¿Habrá ella intentado consolarse y olvidar a su ex en los brazos del mío?
¡Qué malos pueden llegan a ser la imaginación y los celos combinados!

Una blognauta celosa.



Queridos blognautas,

Creo que, por mi salud mental, voy a dejar de pasar por la cafetería. Esta mañana me dirigía a tomar una infusión cuando las chicas andaban de nuevo en corrillo comentando fotos. Jimena, adicta a la prensa rosa, además de a las rosquillas, había traído otra revista en la que salían nuevas fotos de Álvaro con Carla Marín. Esta vez no han sido punzadas de celos lo que he sentido, sino estocadas.
Las fotos en sí eran de lo más inocentes, Carla aparecía acompañada de su hijo de 3 años y de Álvaro en lo que parecía un centro de ocio. A ella se la veía feliz y relajada, pendiente en todo momento de su hijo. Álvaro tan guapísimo como siempre, parecía animado con el niño, incluso en una de las fotos lo tenía en brazos. Del niño sólo se veía el cuerpecito, la cara la tapaba un enorme círculo negro.
La revista ponía lo que será lo típico en estos casos: “Carla Marín, tras la difícil ruptura con su marido, parece haber recuperado la alegría al lado de su hijo y del apuesto joven que la acompaña”.
Si hace unos días me pareció una mujer guapísima vestida de gala, en estas fotos, con ropa informal, sin apenas maquillar ni peinar, me ha parecido una mujer igualmente hermosa, con una naturalidad que entiendo fue la que enamoró a las cámaras en su época de modelo.
En el breve artículo, la periodista contaba como Carla, de 37 años, modelo de éxito en su juventud, y alejada de los escándalos que parecen rodear muchas veces el mundo de la moda, había conseguido en esta nueva etapa de su vida transformar la revista de la que era directiva. La revista había pasado de ser la típica con artículos sobre moda, mobiliario y viajes inalcanzables para la mayoría de las mortales, a ser una revista de referencia, útil y cercana a sus lectoras. Justo lo que yo siempre he deseado hacer con Bulevar y creo que entre Sandra y yo lo estamos consiguiendo. Todo un logro si consideramos que estas dos mujeres (Carla y Sandra) han estado antaño rodeadas de lujos. Sandra dice que Carla y yo tenemos muchas cosas en común, y que me caería bien si la conociera. Yo sólo espero que una de esas cosas en común no sea mi muy querido ex…
Esta mujer de 37 años, diez más que yo, parece, como decía la canción, “bendecida por el dios de los años bien llevados”, porque viendo las fotos se diría que apenas cuenta 30 espléndidas primaveras. Cayetagria la consideraba el otro día mayor para Álvaro. A mí me parecería fantástico que esta mujer saliera con un hombre más joven que ella, sino fuera porque en este caso puede que ese hombre sea Álvaro.

Lo peor es que Sandra ha visto como me ha afectado el artículo. Me ha dicho que, conociendo a Carla, no cree probable que haya algo entre ella y Álvaro. Álvaro fue siempre el niño de los ojos de Carla, algo así como el “sobrino” favorito. Esto no me consuela demasiado, ya que Álvaro no es su sobrino y hace muchos años ya que dejó de ser un niño. Además, haciendo memoria, Álvaro describió una vez a Sandra como “una segunda madre” y acabaron los dos en la cama. Es cierto que Sandra iba de Mata Hari por la vida, e insiste en que Carla fue siempre una mujer de muy pocos y sinceros amores, pero no sé si esto, lejos de tranquilizarme, hace que me preocupe más.

Blognautas, sé que Álvaro me quiere, pero se marchó creyendo que yo había dejado de amarle y que me había perdido para siempre. Entiendo que en estas circunstancias quiera rehacer su vida. ¿Intentará olvidarme en la distancia con esta mujer que, además de guapa, todos califican de extraordinaria? Como diría Sandra, una mujer de verdad y no una mujer “hueca” como aquellas con las que Gonzalo y él estaban acostumbrados a flirtear.
No puedo evitar que me reconcoman los celos.

Lo dicho, a partir de ahora me traigo un termo con agua caliente y unas bolsitas de infusión para no tener que volver a pasar por la cafetería, también club de reunión de mis chismosas chicas del 112.

Voy a olvidarme de todo y a centrarme en el éxito que estamos teniendo con Bulevar online y la edición especial navidad de Bulevar, pero eso os lo cuento mañana.

Una blognauta dominada por los celos.




Queridos blognautas,

Esta mañana, y a pesar de lo que prometí el otro día, me he dirigido de nuevo a la cafetería a por una infusión. Claro, que no es la primera que rompo mis promesas, véase aquella de no volver a coger el ascensor, el dichoso ascensor…, ¿culpable o no de parte de mis males?
Pues como os decía, entré en la cafetería con cierto temor a encontrarme de bruces ante una nueva foto de Álvaro y “La Guapísima”, que es como me ha dado por denominar a Carla Marín. Para los poco cinéfilos, os diré que “La Guapísima” es como llamaban a Rita Hayworth en Gilda, la película que la convirtió en el "sex symbol" de la época y que la marcó para siempre. Es lo que hace tener un padre aficionado a las películas antiguas, al final te quedas enganchada al cine en blanco y negro. En fin, sólo espero que el Johnny Farell de esta mujer no la haga sufrir tanto como el de Gilda y sobretodo, que no sea el mío particular.
En el fondo creo que no soy justa con Carla, todos, salvo Los Tres “Mosqueperros”, la recuerdan por ella misma y no por su belleza, lo cual, no creo que sea tan fácil. Los Tres Mosqueperros son, por supuesto, Cayetana, Bárbara y Richard, a los que lo de “poner cara de perro” les va que ni pintado. Aunque, he de reconocer que Cayetana está algo cambiada y está claro que persigue algo con Nacho porque, no pudo disimular la cara de alegría que puso cuando se enteró de que lo habíamos dejado.
Al final, esta vez, pude coger mi manzanilla sin sobresaltos y dirigirme de nuevo a mi despacho.
Sobre la vida en Bulevar os diré que nos va bastante bien. Tal y como os comentaba el otro día, creo que Sandra y yo estamos consiguiendo nuestros propósitos cuando compramos la deuda de Bulevar. Estamos sacando la revista adelante, le hemos dado un nuevo enfoque, más cercano a nuestras lectoras, y hemos aumentado la tirada. Creo que la página web, Bulevar OnLine, aquella que surgió para librarnos de las garras de Diego por la torpeza cometida por Gonzalo en una transferencia, ha resultado un acierto para nuestros propósitos. Mi idea de publicar en la web un pequeño resumen de nuestros artículos ha funcionado bastante bien, y la gente, lejos de lo que podían pensar algunos, tras consultar la página, se muestra más interesada y compra nuestra revista, que es lo que nos interesa.
También influye el que hayamos aumentado los ingresos por publicidad, lo cual se lo debemos a Gonzalo. Sí, Gonzalo, el eterno escaqueado del trabajo, está desconocido y totalmente centrado en sus funciones como director de publicidad. En el fondo me da algo de pena, aunque él no lo reconozca, lo está pasando mal con su historia con Sandra, bueno con Sonsoles. También echa mucho de menos a Álvaro, han sido muchos años de inseparables compinches. Creo que hasta Sandra, aunque no lo admitiría jamás, echa un poco de menos a Álvaro.
Yo le echo de menos a todas horas. En el trabajo lo que más echo de menos es su entusiasmo, ese que en los primeros días me llevó a intentar realizar informes y trabajos en tiempos imposibles, todo con tal de no defraudarle y de ayudarle.

Se despide,

una bloganuta melancólica.



Conversación entre Carla y Sandra

Sandra le ha comentado a Bea que no cree que haya nada entre Carla y Álvaro, pero lo cierto es que en las fotos que salían en la revista Álvaro parecía sentirse muy bien con Carla y con el hijo de esta, casi podría decirse que parecían una familia feliz, si es que las familias felices existen.
Ahora, es ella la que no está tranquila. La mujer que ella conoció era inteligente, sensible, cariñosa, espontánea…, su aire de inocencia le costó no pocos disgustos durante su vida de modelo. Por eso le decía a Bea que tenían muchas cosas en común.
Y si a Álvaro también le recordara a Bea… Eso, unido al mutuo afecto que se tenían desde hace casi veinte años, a que ambos estaban intentando unir los pedazos de un corazón roto, a que ella seguía siendo una mujer bellísima … Todos esos ingredientes agitados, que no batidos, como los "Martinis" de James Bond, podrían dar lugar a un cóctel explosivo del que podrían salir los tres, Bea, Carla y Álvaro, bastantes maltrechos, si es que Álvaro amaba realmente a Bea y sólo trababa de olvidarla en los brazos de Carla.
Tras pensarlo, ya en su despacho, Sandra levanta el teléfono y le pide a Chusa que le ponga en contacto con la revista “Working Woman” en Londres y les comunique que Sandra de la Vega desea hablar con Carla Marín.

Al cabo de un rato, Cayetana está hablando con Sandra en el despacho de esta, suena el teléfono, es Chusa para comunicarle que le pasa la llamada con Working Woman.
Sandra aparta el teléfono y le dice a Cayetana con una sonrisa: “Caye, cariño, si no te importa, luego seguimos hablando”.

Al otro lado del teléfono se oye “Hello, this is Carla”.
Sandra sonríe y dice “Carla, soy Sandra de la Vega”
Se ve una imagen de Carla con una sonrisa de alegría en su despacho. “¡Sandra! ¿Qué tal te va?“
Sandra: “Pues ya ves, hasta arriba de trabajo”.
Carla: “Aún no puedo creer que te hayas transformado en una auténtica ejecutiva. Yo que estaba pensando en que me llevaras a bailar cuando vaya a Madrid. Ahora que soy una solterona, no me vendría mal un poco de diversión. Si es que no tienes un plan mejor…” (Un guiño y una sonrisa).
Sandra, con esos gestos suyos tan característicos: “Plan, plan, algo tengo. Pero vamos, que a una noche de juerga no le digo yo que no.”.
Carla: “Ja, ja. Me alegra oír que queda algo de la Sandra de siempre.”
Sandra: “Últimamente se te ve mucho en la prensa. Felicidades por el premio que le dieron a vuestra revista.”
Carla: “Gracias. Nos costó un bastante a mi equipo y a mí cambiar la mentalidad (bajando la voz como para que no la oigan, y con un gesto de complicidad) de algún que otro estirado caballero inglés. ¿Qué tal por Bulevar? He oído que últimamente os va mejor que nunca.”
Sandra: “Lo cierto es que nos va muy bien y en gran parte es gracias a mi socia, una chica fantástica, tendrías que conocerla. Y hablando de caballeros, en las revistas se te ve siempre acompañada por nuestro ‘Alvarito’.
Carla sonríe de nuevo. “Sandra, nos conocemos hace mucho y ya sabemos de qué pie cojea cada una…”
Sandra: “No sé a lo que te refieres”.
Carla: “Sandra, no tendrá que ver tu llamada con que Álvaro haya dejado todo y haya aparecido por Londres como un alma en pena.”
Sandra: “Me has pillado, chica. En Bulevar no ha sentado muy bien que nuestro director nos haya dejado para irse a Londres, a unirse a otra publicación, aunque tú estés en ella. Pero, ¡qué dramática eres! Si hay algo que Álvaro Aguilar no puede ser, es un alma en pena”.
Carla: “Sé lo que digo Sandra. Jamás pensé que vería al conquistador por excelencia con el corazón roto. No creí que hubiera una mujer capaz de calarle hondo, desde luego ésta lo ha hecho. Debe de ser una mujer extraordinaria.”
A Sandra se le escapa: “Lo es.” Se tapa la boca con una mano y pregunta: “¿Te ha contado algo Álvaro?”
Carla: “Ni media palabra. Sabes que no soy dada a preguntar y le conozco tan bien que me bastó mirarle para imaginar la razón por la cual había dejado España.”
Sandra: “¿Por qué dices eso?”
Carla: “Como te he comentado, conozco demasiado bien a Álvaro. Si se marchó de allí fue porque la mujer en cuestión estaba muy cerca de él, lo más cerca que se me ocurre es Bulevar y está claro que Cayetana no es. No te enfades, pero siempre supe que Cayetana no era la mujer que podría cambiar a Álvaro.”
Sandra: “Estoy de acuerdo contigo en lo que respecta a Caye, pero no estoy muy segura de realmente exista esa mujer”.
Carla: “Pues existe. Hace nada hubiera pensado a Álvaro incapaz de decirle que no a una sugerente modelo de portada para luego pasar la tarde con mi hijo y conmigo.”
Sandra: “Eso es que subestimas tus encantos.”
Carla: “Ja, ja. Sandra, no hace falta que intentes subirme la autoestima, he decidido pasar página tras mi separación. Y en todo caso, serían los encantos de mi hijo y no los míos.”
Sandra: “Me alegro de que estés más animada.”
Carla: “Tras tu llamada tengo claro que el motivo de los pesares de Álvaro está en Bulevar, y es más, diría que es alguien a quien tú aprecias mucho. Déjame adivinar, Caye no es,… ¿no tendrá esto algo que ver con esa maravillosa y enigmática socia tuya?”
Sandra: “¡Hum!”.
Carla: “He dado en el clavo, ¿verdad?”
Sandra guarda silencio al otro lado de la línea.
Carla: “Y si continuo haciendo conjeturas, debió de pasar algo grave entre los dos, porque Álvaro no se marcharía por un simple rechazo.”
Sandra: “Siempre has sido una mujer inteligente, espero que los ingleses sepan apreciarte en lo que vales.”
En ese momento llaman a la puerta del despacho de Carla. Carla, bajando la voz: “Tengo que dejarte, Sandra”.
Se abre la puerta del despacho de Carla y aparece Álvaro que le pregunta con una sonrisa si puede hablar con ella un momento.
Carla le sonríe y le hace un gesto para que entre, mientras al teléfono le contesta a Sandra: “Allright, I’ll call you back.”
Sandra cuelga el teléfono, se queda pensativa, como ha dicho, es una mujer inteligente, unas pocas palabras le han bastado para adivinar lo que otros no se imaginaban teniéndolo delante de sus narices.
La razón que se le ocurre por la cual cambie a inglés es porque Álvaro ha entrado en su despacho y ella no quiere que sospeche. Al final no le ha aclarado si hay algo entre ambos. Aunque, estando Carla al tanto de todo, no cree que se aventure a tener algo con Álvaro, sabiendo que él quiere a otra mujer.

En el despacho de Carla, Álvaro tras tratar unos asuntos de trabajo, le pregunta si quiere cenar con él.
Carla le dice: “No puedo salir a cenar, Álvaro. No me gusta dejar a Joel con la canguro. (Con un gesto de resignación) Creo que el hecho de estar hecha una “madraza” era una de las cosas que le molestaban a mi ex. (Cambiando de expresión) Si no eres demasiado exigente te invito a cenar en casa. No es que esté hecha una gourmet, pero algo podré apañar después de acostar a mi pequeño terremoto. ¿En mi casa a las 9?”.
Álvaro asiente: “A las 9.”
Carla: “¿Traes el postre?”, con una sonrisa de picardía, “ya sabes, algo dulce”.
Álvaro se ríe y asiente.
Álvaro sale del despacho. Carla, se queda pensativa. Sabe perfectamente qué es lo que pretendía Sandra con su llamada, averiguar si había algo entre Álvaro y ella. Prefería evitar la pregunta, por su parte no podía decir ni sí, ni no. Después de tantos años, el Álvaro de ahora era un hombre de verdad, no el niño malcriado que lo tiene todo que fue siempre. Estaba claro que el dolor le había hecho madurar. Para ella podría ser muy fácil ponerse una venda en los ojos y dejarse llevar por el encanto del nuevo Álvaro. Pero no, en cualquier caso, sería un craso error, los dos habían afrontado una dolorosa ruptura y un “romance” era lo que menos les convenía a ninguno de los dos. (Sonríe) Mejor ser los amigos de siempre y apoyarse mutuamente.

En casa de Carla, suena el timbre. Carla abre la puerta y aparece Álvaro (vestido de manera informal) con un paquete con el postre. Carla le sonríe y le invita a pasar: “Pasa, la cena está casi lista” Álvaro pasa y le da un beso en la mejilla. Carla añade con una sonrisa: “Sólo espero que se pueda comer”. Álvaro le devuelve la sonrisa.
Carla le da las gracias a Álvaro por el postre y le indica: “voy a meterlo en la nevera”. Álvaro la sigue a la cocina. Carla le pregunta: ”¿podrías poner la mesa, por favor? Con Joel no me dado tiempo. Además estoy hecha una pena y me vendría bien una ducha. No te importa, ¿verdad?”
Álvaro le sonríe y le dice que estará encantado.
Carla señalándole la mesa de la cocina: “Lo he dejado todo encima de la mesa.”. Le da un beso en la mejilla y se dirige a darse una ducha. Mientras Álvaro prepara la mesa en el comedor. La casa de Carla es amplia y sencilla, moderna pero sin extremos, decorada en colores claros, con buen gusto.

Después de darse la ducha, Carla aparece vestida con unos pantalones y un jersey de punto. Álvaro tiene la mesa preparada.
Carla ha preparado ensalada y magret de pato con cebolla confitada y patatitas salteadas. Álvaro sonríe, para no ser una “gourmet”, Carla se ha tomado muchas molestias. Cenan tranquilamente y charlan. A Álvaro le resulta muy fácil estar con ella, desde que Bea le dejó no ha vuelto a tener paz y Carla le devuelve algo de tranquilidad a su vida.
Carla mira el reloj: “¡Uf! Es tardísimo, se me ha pasado el tiempo volando”.
Álvaro le contesta: “Sí. Es hora de irme.”
Carla le acompaña a la puerta. Álvaro le da un beso en la mejilla y se despide hasta el día siguiente. Carla le sonríe con un hasta mañana.




Carla

Carla cierra la puerta de su casa tras salir Álvaro. Nunca había visto a Álvaro tan ávido de cariño. Se había sentido tentada de abrazarle y consolarle como si de su hijo se tratara.
Mientras hacía la cena, le había dado muchas vueltas a la breve conversación telefónica con Sandra. Se había arriesgado un poco al hacer sus conjeturas y Sandra prácticamente se las había confirmado. Hay veces que los silencios valen más que mil palabras. Estaba claro que Sandra le había llamado por la otra parte, no sentía tanto afecto por Álvaro como para preocuparse por él. Y si Sandra se preocupaba por la mujer en cuestión, estaba claro que las inocentes fotos de Álvaro y ella en la prensa le habían hecho daño. Lo cual, sólo podía significar que lo que había habido entre ambos había sido muy fuerte y quizás lo seguía siendo.
¡Uf! Esperaba que no pasara con la cena como en “Como agua para chocolate” porque, con la de vueltas que le había dado a la cabeza mientras la preparaba, se les iba a indigestar. Ella y su imaginación,… otra de las cosas que le molestaban a su ex.


Carla está en su despacho, recibe una llamada de su jefe convocándole a una reunión urgente por un problema surgido en la editorial que tienen en Madrid. Carla piensa en un instante, coge su móvil y llama al móvil de Sandra.
Sandra está hablando con Bea, no puede hablar claro con Carla con Bea delante. Coge el móvil y le saluda sin nombres.
Carla le dice: “Sandra. No tengo tiempo para explicarte, pero necesito que me respondas con sinceridad.”
Sandra: “Dime”.
Carla: “La mujer a la que ama Álvaro, ¿siente lo mismo por él?”
Sandra se queda muda al otro lado del teléfono.
Carla insiste: “Sandra, es importante”.
Sandra, mira un segundo a Bea y le responde a Carla: “Sí”.
Carla vuelve a preguntarle: “Lo que pasó entre ambos, ¿sigue siendo un impedimento?”
Sandra vuelve a dudar, mira de nuevo a Bea, y le responde: “Creo que no”.
Carla le responde: “Gracias, tengo que dejarte. Te llamo en otro momento”. Carla cuelga a Sandra y se dirige a la reunión.
Sandra se queda un poco perpleja, móvil en mano, y le dice a Bea: “para que luego digan que yo estoy loca, hay cada uno por ahí” (le da una excusa del tipo de “las medusas”, algo sobre hacer “snowboarding o algo así).

En la reunión de Carla:
En la editorial de Madrid el director del suplemento de un diario ha dimitido por problemas personales. Se necesita a alguien que lo sustituya. Carla apuesta por Álvaro, tiene experiencia en el mercado editorial español y sería perfecto para el puesto. Desde la editorial británica entienden que sería adecuado para el puesto, pero apenan lo conocen y tienen alguna reticencia. Carla insiste y finalmente, aceptan darle una oportunidad a Álvaro.
Carla sale de la reunión, llega a su despacho, se sienta, se apoya en el respaldo de su silla y respira. Antes de tomar la decisión que había tomado necesitaba que Sandra le indicara que no mandaba a Álvaro a Madrid sin esperanzas. Además, si todo iba bien, tarde o temprano Álvaro volvería a Bulevar y ella tendría algún que otro problema por haber recomendado a alguien que dejaría el puesto. En fin, sólo había que esperar a ver qué tal marchaba todo. Ahora habría que convencer a Álvaro de que volviera a Madrid. De venderle la oportunidad se encargaba ella, no podría decir que no. Lo cierto es que el puesto se lo habían ofrecido a ella, le interesara volver a casa, pero quería ayudar a Álvaro y además, primero tendría que llegar a un acuerdo con su ex, que era un poco duro de pelar. Respira de nuevo y coge el teléfono para hablar con Álvaro.


En el despacho de Carla:
Álvaro sale del despacho. Carla se queda triste y pensativa. Álvaro ha sido un hueso más duro de roer de lo que ella esperaba, le ha costado convencerlo para que acepte la oferta. Realmente lo que pasó debió de ser grave. Quizás hubiera sido mejor hablar con él cara a cara y decirle que, fuera lo que fuera lo que le hizo dejar Bulevar, debía volver y enfrentarse a ello; en lugar de favorecer su vuelta a Madrid con este nuevo puesto. Pero ya estaba hecho. Seguramente Álvaro dejaría el puesto y volvería a Bulevar, pero lo que le había dicho era cierto, con este puesto podría demostrar a todos su valía, el puesto lo había obtenido por él mismo (y no por ser hijo de uno de los dueños, como en Bulevar). Así, de volver a Bulevar, lo haría con la cabeza alta.
Sus jefes al final habían considerado que Álvaro era muy válido para el puesto y ella sabía que desempeñaría muy bien sus funciones como director.
Carla mira el reloj, hoy no tiene demasiado trabajo, puede ir a buscar a Joel al colegio. Le recogería, pasaría la tarde con él y luego trabajaría en casa. Suspira, “todo gracias a las nuevas tecnologías”. Cierra el portátil, avisa para que ante cualquier eventualidad la llamen al móvil, recoge su abrigo y sale del despacho.




Tras unos meses, llega de nuevo la Navidad, Bea no tiene ganas de fiesta, la fiesta del año pasado le trae recuerdos demasiado amargos.

Álvaro vuelve a Madrid por Navidad, le han ascendido en la empresa y le han trasladado a Madrid a desempeñar un nuevo puesto. Él tampoco puede evitar el ir a Bulevar, con la excusa de saludar a todo el mundo, pero la verdad es que lo único que quiere es verla a ella.

Álvaro llega a Bulevar, están de fiesta, la panda del 112 ha montado de nuevo un karaoke.
Todos le saludan al entrar y le preguntan qué tal le va por Londres. Álvaro reparte sonrisas, pero no cesa de buscar a Bea con la mirada sin encontrarla. Este año es Bea la que se ha quedado trabajando en su despacho.
Sandra, le ve, manda a Gonzalo a buscar a Bea con una orden directa y le dice que no se le ocurra bajar sin ella bajo ningún concepto.
Sandra se acerca a saludar a Álvaro, incluso le da un beso cariñosamente en la mejilla y le pregunta con su habitual desparpajo: “¿qué tal por Londres, hombretón?”. Álvaro le sonríe y le dice que estupendamente. (“Eso no es lo que dicen tus ojos de lobo herido”, piensa Sandra).

Las chicas del 112 le proponen a Álvaro que se una a la fiesta y que cante alguna canción con ellos en el karaoke, Álvaro se niega, alegando cantar fatal. Las chicas dicen que no se puede negar. Álvaro acepta, con muchas reticencias, cantar algún villancico.
Este año es Sandra la que cambia la canción a cantar y elige Adoro, Álvaro se queda parado al oír las notas de música, pero Bea sale en ese momento del ascensor con Gonzalo y él empieza a cantar.

Adoro la calle en que nos vimos
La noche cuando nos conocimos
Adoro las cosas que me dices
Nuestros ratos felices
Los adoro, vida mía

Adoro la forma en que sonríes
Y el modo en que a veces me riñes
Adoro la seda de tus manos
Los besos que nos damos
Los adoro, vida mía

Y me muero por tenerte junto a mí
Cerca, muy cerca de mí
No separarme de ti

Y es que eres mi existencia, mi sentir
Eres mi luna y eres mi sol
Eres mi noche de amor

Adoro el brillo de tus ojos
Lo dulce que hay en tus labios rojos
Adoro la forma en que suspiras
Y hasta cuando caminas
Yo te adoro, vida mía

Y me muero por tenerte junto a mí
Cerca, muy cerca de mí
No separarme de ti

Y es que eres mi existencia, mi sentir
Eres mi luna, eres mi sol
Eres mi noche de amor (noche de amor)

Yo te adoro, vida mía
Yo te adoro
Yo te adoro, vida mía
Yo te adoro, vida mía
Yo te adoro
Vida mía...


Bea lo ve, pero, sin apenas mirarle, se da media vuelta, sube nuevamente al ascensor, y va hacia su despacho.

Álvaro piensa en correr hacia el ascensor, pero deshecha la idea. A duras penas intenta no perder la sonrisa, se despide de todos y se va a su casa con la excusa de que viene directamente desde el aeropuerto, lo cual es cierto, y tiene que ir a su casa a deshacer las maletas.

Álvaro está en su piso, con el par de maletas que ha traído de Londres. El piso está medio vacío, solo hay soledad a su alrededor, quizás debería haberse quedado en Londres, no aceptar el nuevo puesto y el consecuente traslado a Madrid. Se había marchado a Londres para huir de todo, pero la tentación de volver a verla había sido demasiado grande.
Tiene que llamar a sus padres para decirles que acaba de llegar, pero no se siente con ánimo de fiestas ni reuniones familiares.

Suena el timbre, Álvaro no tiene ganas de abrir la puerta, seguro que es Gonzalo para echarle la charla por el “numerito” del karaoke. Suena de nuevo, al final, con desgana, va a abrir la puerta y la que está allí es Bea. “¡Bea!” Se queda paralizado sin poder decir nada.

Bea le recrimina por todo lo que la ha hecho pasar, por todos las mentiras, todas sus desilusiones.
Álvaro le pide perdón:
Álvaro se acerca a ella, le coge una mano, se la besa y sin soltarla, le dice: “Bea, siento todo el daño que te he hecho. Siento todas las mentiras. Sabes que daría cualquier cosa por poder dar marcha atrás, porque me creyeras cuando te digo lo mucho que te quiero y lo que me cuesta vivir sin ti.”

Bea le aparta casi de un empujón, se da la vuelta y se echa a llorar, ahora es una mujer fuerte, pero tras la lectura del diario de Álvaro ya no sabe qué pensar, lleva demasiado tiempo escondiendo sus sentimientos y necesita desahogarse..

Álvaro se acerca de nuevo a ella, le coge la cara entre sus manos, como solía hacer antaño, “Bea, te quiero”, la da un beso breve en los labios, la abraza y le dice “te quería en todos esos momentos, aunque yo no lo supiera”.