martes, 30 de octubre de 2007

7. Diego y su victoria (III)

En el avión

Diego debería estar contento pero, no lo estaba. Los negocios por los que había ido a Londres habían sido un éxito y además, se había salido con la suya, había conseguido colarse de nuevo en su cama. Por si aquello fuera poco, (con una desagradable sonrisa) él le había arrebatado semejante trofeo a Alvarito. Álvaro era un niñato que no sabía dónde tenía la mano derecha si no fuera por Beatriz, lo único que había hecho en su vida era acostarse con cuanta modelo había pasado por la revista. Salvo con ella, y no sería porque Álvaro no lo hubiera intentado, se pasó años pegado a sus vaqueros, incluso habían estado trabajando juntos meses atrás en Londres, estando ella ya separada. No podía creer que ella se hubiera mantenido firme donde sus propias hermanas habían caído. Claro que, una mujer que no soportaba ser utilizada (sólo tenía que recordar sus ojos de fuego al decirle que "volvería a ser cualquiera"), no querría acabar siendo una más en la innumerable lista de Alvarito. Una mujer así se merecía cierta consideración, (con una desagradable sonrisa) aunque luego hubiera caído en la suya.

Sandra le había dicho que estaba segura de que entre Álvaro y ella jamás hubo nada, no la había creído pero, por una vez, la desquiciada de su hermana tenía razón. Sandra parecía conocerla muy bien. ¿Y si también fuera cierto aquel "más infranqueable que Fort Nox"? ¿Por qué diablos le había abierto su puerta a él? Dos veces. Aquellos ojos tristes cuando le llevó a su habitación, aquella pregunta absurda sobre el alma,... ¿No se le habría ocurrido a ella la tontería de creer que podría tener algo con él? No, era una mujer adulta y, hasta donde sabía, inteligente. Aquel "un trabajo de cierta responsabilidad que, según todos, no hago mal" de la primera cena, se quedaba un tanto corto. Por lo que había indagado, Carla se había apañado para introducir sustanciales cambios en la revista en la que trabajaba, la cual había ido aumentando paulatinamente de tirada desde que era ella quien decidía los contenidos. Al parecer, no se quedaba sólo allí, Cibeles no había sido una excepción, cuando quería un reportaje lo conseguía. No era la primera vez que tiraba de agenda y encanto personal para conseguir entrevistas que otros no lograban pero, sólo si iba ella en persona. Definitivamente una mujer así no podría haber encontrado demasiado aliciente en el inútil de Alvarito.

¿Por qué habría desperdiciado su inteligencia siendo modelo? Aunque, había que reconocer que, (con otra de sus sonrisas) luego sabía sacar buen provecho de ello. Le vendría bien gente así cuando se hiciera con el poder de Bulevar, (con la más desagradable de sus sonrisas) era una pena haberse acostado con ella, eso la descartaba por completo. Él no era como Alvarito, tenía muy claro los límites entre, lo que de verdad le importaba, el dinero y el poder, y con quien pasaba un buen rato debajo de las sábanas. Y con ella, tenía que reconocer que el rato era de los mejores.

Puede que ella le gustara, sí, le gustaba, pero, ello se debía sin duda a que era como el Jaguar que acababa de comprarse, tenía belleza, carácter y … "viajar” con ella era un placer.

Diego había encrudecido sus pensamientos para evitar reconocer que lo que había pasado en casa de Carla había sido bien distinto al buen rato que solía pasar de forma esporádica con otras. En la despectiva comparativa con su Jaguar, pretendía convencerse de que, el que ella le gustara, no significaba nada. No podía admitir que, si ella le abrió su puerta una segunda vez, fue porque había comprendido que no era cualquiera. En su subconsciente lo sabía, y ese era el motivo por el cual se había despertado de mal humor esa mañana. Un gélido hombre de negocios como él no podía permitirse, en modo alguno, encapricharse con una mujer. De todas formas, no había peligro, ella vivía en Londres, sería bastante difícil volver a verla, desde luego, él no tenía programados más viajes a Londres.


Carla y su hijo

Tras irse Diego, Joel le pregunta a su madre: "Mamá, ¿es tu novio?"
Carla miró a su hijo con tristeza y le dijo: "No cariño, no es mi novio."
Carla no sabía lo que era, se temía que no era nada. No entendía la diferencia entre el modo en que la había tratado la noche anterior en su dormitorio, y luego, aquel enfado mañanero. ¿Sería porque le había pedido que se quedara y le había visto su hijo?

viernes, 26 de octubre de 2007

6. Diego y su victoria (II): El despertar

El despertar

Cuando llegó a Londres, Diego se propuso acostarse con Carla sin que nada fuera diferente a la frialdad y al distanciamiento que mantenía en el resto de sus "relaciones". Sin embargo, con ella nada era igual, no podía serlo. Se había obligado, al menos, a marcharse después pero, aquello tampoco pudo ser. En cuanto hizo ademán de irse, ella, con aquellos ojos, le había susurrado "no te vayas" y él, que no podía reconocer que no quería irse, se había quedado.

Carla no podía dejarle marchar, si se iba, como suponía que hacía con el resto, indicaría que había estado equivocada y, esta vez, necesitaba creer que había significado algo para él. Pensó en su hijo, Joël a veces se despertaba más tarde los fines de semana. Diego tenía pinta de ser como ella y levantarse al alba, podría irse antes de que Joël lo viera. Sin embargo, cuando ella se levantó, Diego seguía dormido y, allí, en su cama, dormido, Diego no parecía tan fiero. No se sintió con fuerzas para despertarlo y echarlo de su casa tras haberle pedido que se quedara. Lo malo fue que Joël se despertó pronto. Joël estaba acostumbrado a ver a la novia de su padre en casa de éste, de hecho, siempre le preguntaba: "¿Tú no tienes novio, mamá?" "No, cariño", le respondía ella. "Pero, papá tiene novia", insistía su hijo. Ante todo, habría que mostrar naturalidad delante de Joël.

Diego despertó solo. Le llevó un par de segundos darse cuenta de dónde estaba. ¡Maldita sea! Pretendía haberse marchado pero, habían bastando una mirada y un ruego para que él claudicara. Se suponía que iba a ser un simple revolcón pero, era levemente consciente de que había sido mucho más. Aquello se le estaba escapando de las manos y eso, le puso de mal humor. ¿Dónde estaba ella? Estaban en su casa así que, no podía andar muy lejos. Ella le había dejado toallas limpias en el baño. Se dio una ducha pero, el mal humor todavía le duraba cuando acabó. Salió de la habitación y la vio a ella con su hijo. Casi había olvidado que tenía un hijo hasta que lo vio.
Carla, ante su cara de enfado, se acercó a él y le dijo en voz baja: "Diego, por favor, es la primera vez que mi hijo ve un hombre en casa. Intenta controlarte."
(El único hombre que había ido a su casa era Álvaro, el día que fue a cenar. Cuando él llegó, Joël ya estaba dormido y luego se fue tras la cena.)
Diego pensó que a los otros los echaba antes.
Carla se acercó a su hijo y le dijo: "Joël, te voy a presentar a un amigo de mamá."
"Hola", dijo el niño.
Diego lo miró sin responder, no le gustaban los niños.
Carla continuó: "Diego es de España".
Joël: "¿De España? ¿Cómo Álvaro?"
Diego sintió llenarse de ira al oír aquel "¿cómo Álvaro?". Debería haber supuesto que Álvarito también había pasado por su cama.
Carla le afirmó a su hijo. Había percibido la reacción de Diego al oír el nombre de Álvaro. Le dijo a su hijo: "Cariño, ve a coger los juguetes para llevarlos al parque."
Joël: "¿Diego también viene al parque?"
A Diego le horrorizó la idea. ¡Un lugar lleno de mocosos chillones! ¿No se le habría ocurrido a ella la absurda idea de que iba a ponerse a formar parte de su vida por un par de noches?
Carla se rió: "No, Diego tiene que coger el avión para volver a Madrid."
Joël: "Yo también monté en avión con mamá y con Beth para ir a Madrid."
Carla: "Claro, mi amor. Anda, ve a por los juguetes."
Tras irse Joël, Carla mira muy seria a Diego y le dice: "Diego, Álvaro Aguilar y yo jamás hemos compartido cama. Pero, aunque así hubiera sido, yo no te he preguntado por tus amantes."

martes, 23 de octubre de 2007

5. Diego y su victoria (I): La rendición del león

La rendición del león

(Diego tenía a Carla sujeta por los hombros)

Carla, desafiante: "¿Por qué insistes, Diego? Acabo de decirte que no me acuesto con cualquiera."
Diego, con furia: "¿Yo soy cualquiera?"
Carla, con rabia, dolida: "YO volvería a ser cualquiera."
Diego comprende por fin el motivo por el que ella se fue aquella mañana, la razón por la que tanto parece arrepentirse. No es porque él hubiera sido una mera aventura, sino porque ella había sido una mera aventura.
Diego, mirando sus ojos, tranquilo: "¿Dónde está tu dormitorio?"
Ella le mira seria y no le contesta.
Diego, acercándola suavemente a él, le da un beso y le pregunta en voz baja: "¿Dónde?"


En el dormitorio.
Ella le mira a los ojos y le pregunta: "Diego, ¿tienes algún empeño en destrozarme el alma? Porque algo me dice que me la vas a dejar hecha añicos."
Diego no entiende nada de almas, él nunca ha parecido tener una propia. En esos momentos tampoco recuerda nada sobre ”doblegar leonas”. Por toda respuesta empieza a besarla y a quitarle la ropa.

Carla le había llevado a su habitación sin pensárselo demasiado, si se lo pensaba le echaría de nuevo de su casa. Pero, la insistencia de Diego y, sobretodo, aquel cambio brusco cuando ella le dijo que no quería volver a ser cualquiera, le indicaban que no era cualquiera. Por alguna inexplicable razón él le gustaba, le gustaba demasiado. Sandra le había dejado claro la otra vez que debía estar mal de la cabeza y, por lo que se ve, lo estaba. Sin embargo, también estaba muerta de miedo, como le había dicho a él, sabía que aquello no iba a acabar bien, al menos para ella.

jueves, 18 de octubre de 2007

4. Diego y sus propósitos


DIEGO Y SUS PROPÓSITOS

Después de lo acontecido en Bulevar con Carla, Diego piensa “la mancha de una mora, con otra verde se quita” y moras, no han de faltarle. Llamará a Nicky, piensa con una desagradable sonrisa, aún debe de estar enojada por el desplante de la última vez pero, conociendo a Nicky, y a sus gustos caros, nada que no pueda solucionarse con una cena en un restaurante de moda y una vuelta por un hotel de lujo. De hecho, podrían ir al hotel de Carla, era de 4 estrellas pero, sin duda alguna uno de los mejores de Madrid. Carla tenía buen gusto, no se podía negar, y su habitación había sido una suite… esa le vendría de perlas. Decididamente, quiere esa habitación, sería el toque perfecto para olvidarse de la hermosa señora Marín.
Al principio Nicky se muestra reticente pero, finalmente acepta cenar con él en uno de los restaurantes más conocidos de la ciudad. Al final de la noche, no puede negar que, una vez pasado el enfado, Nicky ha sido la de siempre pero, a él le ha dejado aún más frío que de costumbre. Quizás no había sido tan buena idea reservar aquella habitación, había dado lugar a la comparación y Nicky no salía ganando en la misma. (No quiere reconocer que en la comparación también entra él.) Recordando el enfrentamiento en Bulevar, ni siquiera las uñas afiladas de Nicky son rival para el temple de Carla.

Un par de semanas después de la encerrona que les había preparado Sandra, Diego organiza un viaje de negocios de dos días a Londres. Diego se plantea aprovechar el viaje para hacerle una visita a ella. Permitirse “el capricho” por segunda vez podría servir para quitársela de la cabeza, después no volvería a verla. Ella le pondría la segunda vuelta mucho más complicada que la primera pero, precisamente eso sería un aliciente, le encantan los retos y éste, no se anuncia fácil, nada fácil. Si la segunda noche se presentara como la primera, no cabe duda de que merece la pena intentarlo. Conseguir su dirección no será difícil, estará en los archivos de esa casa de locos en la se ha convertido Bulevar, gracias a las inútiles manos de quienes la dirigen.

Una vez acabadas sus reuniones el jueves en Londres, Diego tras un mínimo titubeo, se dirige a casa de Carla.
Son casi las 9:00 de la noche, Carla acaba de conseguir que Joel se duerma, hoy estaba especialmente rebelde y no quería acostarse. Como de costumbre, se ha llevado trabajo a casa para poder salir antes y estar más tiempo con su hijo. Abre el portátil y se dispone a trabajar, cuando suena el timbre. ¡Lo que le faltaba! ¡Qué despierten a Joel ahora que por fin ha conseguido que se duerma! ¿Quién será a estas horas? Ella no esperaba a nadie. Mira por la mirilla para encontrarse con el mismísimo Diego de la Vega al otro lado. No le apetece abrir la puerta pero, está segura de que Diego va a insistir así que, pensando en el sueño de Joel, abre la puerta pero, sin dejarle pasar.
Carla, seria, con ironía: “No le esperaba, señor de la Vega. ¿Ha tomado usted por costumbre llamar a mi puerta por las noches? (En referencia a la noche en el hotel)" "¿O pasaba usted por Londres y ha decidido hacerme una visita?”
Diego, tan orgulloso como siempre: “He venido a Londres por negocios.”
Carla, cortante: “Pues, me parece un poco tarde para una visita de cortesía. Así que, por mi parte, puede dar usted la visita por concluida” (Se refiere no sólo a la hora, sino a que la visita no es adecuada.).
Carla hace amago de cerrar la puerta, Diego se lo impide.
Carla: “¿Qué quieres, Diego? No tenemos nada de lo que hablar.”
Diego: “Voy a pasar”
Carla, rotunda: “Prefiero que no.” Tras un breve silencio. “Pero, eres capaz de insistir de nuevo, mi hijo está dormido y le despertarías. Además, no tengo ganas de montar una escena aquí, en el rellano.”
Diego entra, Carla cierra la puerta pero, no le deja pasar más allá, Diego se queda en la entrada.
Carla, firme: “Te doy cinco minutos. Y, te recomiendo que los aproveches porque, ya han empezado a contar.”
Diego, en plan broma: “No puede decirse que seas muy razonable.”
Carla, irritada: “Estoy segura de que soy muchísimo más razonable que tú.”
Diego: “No creo que lo que pasó sea para tanto.”
Carla, con enfado: “¿Lo que pasó? ¿Pasó algo, Diego?”
Diego, empieza a irritarse también: “Sabes perfectamente a lo que me refiero.”
Carla: “Yo creo que no pasó nada … a no ser, que te refieras al hecho de que decidiste que querías colarte en mi cama y la última noche lo conseguiste.”
Diego, también enfadado: “No fue solo cosa mía.”
Carla, con sorna: “No, tienes razón. Podríamos decir que, tras jugar al gato y al ratón, tú llamaste a mi puerta y yo te abrí. Soy bastante mayorcita para saber lo que hago pero, parece que esa noche no fue así.”
Diego, con enojo: “Entonces no parecías opinar lo mismo.”
Carla: “¡Y no veas lo que me arrepiento!”
Carla continúa: ”¿Se puede saber qué quieres realmente? Por lo que pude ver la última vez, mujeres en la cama no te faltan.” Despectivamente añade: “Es lo que tiene el dinero, siempre hay gatas de uñas afiladas dispuestas a un revolcón.” (Le deja claro que eso es lo que él suele tener en su cama, y ella no es así.)
Lo último despierta la ira de Diego. Intenta agarrarla del brazo pero, ella es más rápida, retira el brazo, le lanza una mirada asesina y le dice con fiereza: “Ni se te ocurra.”
Diego: “¿Y tú qué eres?”
Carla: “Te puedo asegurar que una de las mujeres a las que estás acostumbrado, no.” “Aún no me has dicho porqué has venido a molestarme a mi casa. ¿No te bastó con el último día en Bulevar?”
Diego la mira con furia.
Carla, con tono de chanza: “Porque, no creo que te gustara tanto mi cama como para darte una vuelta por Londres para una segunda ronda.”
Diego, furioso: “La señora se tiene en muy alta estima.”
Carla: “No. La señora simplemente no sabe qué diablos quieres.”
Tal y como pasó en Bulevar, el que ella le desafíe le saca fuera de sí y a la par le atrae.
Diego, acercándose a ella: “¡Me sacas de mis casillas!”
Carla da un paso hacia atrás, con ironía: “Creo que eso no es demasiado difícil, Diego.”
Carla, seria: “Por cierto, creo que se han acabado tus cinco minutos.”
Diego la mira enfadado e intenta acercarse de nuevo, ella abre la puerta y le dice: “Buenas noches, señor de la Vega. Espero que tenga usted un buen viaje de regreso a casa.”
Diego no parece muy dispuesto a irse.
Carla insiste señalando la puerta: “Buenas noches, señor de la Vega.”
Diego le responde: “Me quedo hasta mañana.”
Carla: “Pues le aconsejo que aproveche para hacer un poco de turismo.”
Diego, saliendo por la puerta: “Volveré.”
Carla, le mira muy seria: “Espero que no. Por mí, podía haberse ahorrado usted la visita de hoy.”
Diego sale y Carla cierra la puerta.

Carla está muy enfadada. ¿Quién diablos se ha creído él que es? Mejor dicho, ¿quién se ha creído que es ella? ¿Acaso pensaba que iban a tener otro encuentro? ¡Está loco si piensa que va a volver a caer!
Menos mal que la habitación de Joel está retirada, espera que no se haya enterado de nada. De todas forma, iría a echarle un ojo.

Diego por su parte está también muy enojado. ¡Maldita mujer! Que no crea que se le va a escapar. Piensa volver mañana sólo por darse el gusto de doblegar a la leona y, acabar con ella en la cama. Pensaba irse mañana viernes pero, lo alargará hasta el sábado por la mañana para conseguir su propósito.
Diego se lo plantea todo con la frialdad acostumbrada, es la manera de justificarse a sí mismo lo que quiere.


LA INSISTENCIA DE DIEGO

A la noche siguiente Diego vuelve a casa de Carla. Ella esperaba que no lo hiciera, no entendía la insistencia. ¿Es que no había tenido bastante con la pelea de aquella mañana en Bulevar y con la del día anterior? Realmente le había dicho la verdad, no entendía qué quería de ella.
Carla abre la puerta y le dice: "Esto se está convirtiendo en una costumbre bastante molesta, Diego. ¿Por qué no has vuelto a Madrid?"
Diego, serio: "Lo sabes perfectamente."
Carla: "No, no lo sé. Ayer te dejé bien claro que no eras bienvenido en mi casa, y mucho menos en mi cama."
Diego no podía reconocer que ella le gustaba y que le había dolido que mostrara tanto desprecio hacia la noche que habían pasado juntos.
Diego, acercándose a ella, enfadado: "¿Tanto te arrepientes?"
Carla, con resignación: "¿Qué quieres saber, Diego? ¿Si voy por ahí acostándome con cualquiera?" Terminante: "No es mi estilo."
Diego, en un inexplicable impulso, la agarra y la besa. A Carla le ha pillado por sorpresa, no se lo esperaba.
Carla se separa, en un intento de broma: "¿Se cree usted tan irresistible, señor de la Vega? ¿Caen todas rendidas a sus pies con un simple beso? Déjeme decirle que no tiene usted tanto atractivo."
Diego, molesto por la respuesta de ella y por su propio impulso: "No suelo besar al resto."
Carla: "Diego, no te esfuerces, no te pega."
Diego intenta volver a cogerla, ella retrocede.
Carla: "Diego, no estoy tan desesperada. Si no tengo compañía en mi cama es simplemente porque no quiero."
Diego, serio: "Lo sé."
Carla: "Entonces deduzco que es eso lo que parece atraerte tanto, el que te rechace porque, si no, no lo entiendo."
Diego avanza: "Esta vez no vas a escapar."
Carla enfadada, con ira: "¿Qué te has creído que soy? ¿Un ratón?"
Diego esta vez la atrapa y le dice mirándole a los ojos: "No, tengo muy claro que eres una leona."

miércoles, 10 de octubre de 2007

3. El plan de Sandra


EL ROMPECABEZAS DE SANDRA

Sandra había hecho bien al extrañarse de que su hermano se hubiera quedado a una segunda vez aquella noche y sobretodo, de que se quedara a dormir con Carla.
Para Diego las mujeres eran solo un entretenimiento de un rato, no solía quedarse a dormir después. Sin afecto y sin compromiso. Normalmente iban a un hotel o, en última instancia, a la casa de ella, eso le permitía irse una vez hubieran acabado. De hecho, una de sus reglas era “nada de mujeres en su casa”, no le apetecía que ninguna invadiera su espacio y sobretodo, le ahorraba el tener que “echarlas” después, lo cual, además, no quedaría demasiado galante. Todo perfectamente impersonal y aséptico, por eso no se le conocía relación alguna con una mujer.

En su habitación de hotel, a Sandra no le cuadran nada las dos versiones de la historia. Diego había estado especialmente desagradable aquella mañana en su despacho. Se había esforzado en restarle importancia al tema, cuando estaba muy claro que se había tomado bastantes molestias para acabar en la cama con “ella”, cosa que dudaba que Diego hiciera con alguna mujer.
Carla había insistido en que se había dejado convencer por “la cara amable” de Diego. Diego no tenía “cara amable”, era su hermana y no la había visto en la vida.
Él había cenado varias veces con Carla y hasta habían ido a “merendar”, en plan adolescente. ¿Con Diego? ¡Absolutamente imposible!
Recordaba las palabras de ella “aunque conseguí esquivarle la primera vez, percibió que no resistiría a una segunda batida”. Estaba claro que Diego había insistido hasta conseguir su objetivo. No se podía negar que era muy tenaz cuando perseguía algo.
Él lo había definido como una “noche de diversión”. Ella le había dicho “las dos veces” y “para ser Diego, estuvo encantador”. No podían existir dos antónimos más evidentes que Diego y “encantador”.
En cualquier caso, estaba claro que, allí, por más que él se empeñara, había habido algo más que “mera diversión”.

En ese momento llega Paula a la habitación.
Paula: “Parece que te estés devanando los sesos.”
Sandra: “Estoy montando las piezas de un puzzle.”
Paula: ¿Y dónde están?
Sandra: “En mi cabeza.”
Paula: “Pues ten cuidado o vas a empezar a echar humo.”

Sandra sigue pensando.
Lo que seguía sin entender era lo mismo que le había dicho a él, porqué “ahora”, si la conocía desde hace muchísimos años y jamás había mostrado ningún tipo de interés por ella.
Álvaro y Gonzalo “revoloteaban” a su alrededor cada vez que ella venía a Bulevar y, cuando llegaron a cierta edad, intentaron, sin éxito, toda clase de trucos para colarse en su cama. Sin embargo, Diego prácticamente ni se había acercado a ella, a pesar de que la había tenido mucho más cerca que el dúo “Zipi y Zape”. Como bien había dicho él, hubo una temporada en que ellas dos se pasaban la vida juntas y Carla era asidua en casa de los “de la Vega”.
Además, Diego no llegó aquel día a Bulevar y se la encontró por casualidad, cuando llegó ya parecía saber que ella estaba allí y para qué.
Nada parecía tener mucha explicación, ninguna… a no ser que… ¿Diego? ¿El hombre sin sentimientos? No, no podía ser. Pero, ¿y si por casualidad...?
Tenía que comprobarlo… y ya sabía como, no iba a ser sólo Carla la de los “planes”.


EL PLAN DE SANDRA

A la mañana siguiente, en Bulevar, Sandra pone en marcha su plan. Para la primera parte del mismo era mejor contar con Cayetana, amiga personal de Teresa Trigo.
Sandra habla con Cayetana y le pregunta por la opinión de Teresa Trigo sobre las fotos de Carla cuando se las habían enseñado Richard y ella el viernes pasado. Cayetana le contesta que le habían gustado mucho, muchísimo. Carla no había perdido ni un ápice de profesionalidad a pesar de los años que llevaba retirada como modelo.
Sandra: “Caye cariño, ¿puedes hacerme un favor? Pregúntale a Teresa Trigo si seguiría interesada en que Carla fuera la imagen de su línea de cosméticos y sobretodo si valdría el material fotográfico de Richard o si necesitaría muchas más sesiones de fotos.”
Cayetana: “¿Para qué? Carla no mostró demasiado interés cuando Teresa le hizo la propuesta.”
Sandra: “Déjame a mí a Carla, ya la convencí para hacer el reportaje para Bulevar y no creas que fue fácil así que, no dudo que pueda persuadirla para aceptar la propuesta de Teresa.”
Cayetana: “Sigo sin entender porqué te interesa.”
Sandra: “Si a Teresa Trigo le sirvieran las fotos de Richard podríamos llegar a un acuerdo económico que beneficiaría a Bulevar. Además, Carla mostró reticencia a nuevas sesiones de fotos y si estas no hicieran falta, podría convencerla.”
Cayetana: “Esta bien, como quieras. Hablaré con Teresa.”
Sandra: “Gracias. Por favor, comunícame su respuesta en cuanto sepas algo.”
Sandra piensa, primera parte del plan en marcha.

Al final de la mañana Caye llama a Sandra diciéndole que Teresa Trigo sigue interesada y que le había extrañado que le preguntara, ya que había tenido la misma percepción que Cayetana sobre el interés de Carla.

Primera parte finalizada, piensa Sandra.
Ahora hace falta la segunda, convencer a Carla para que acepte la oferta y haga una nueva visita a Madrid … difícil pero, no imposible.
La segunda parte del plan había sido una muy ardua tarea, ¡uf!, bastante más de lo esperado. Carla no quería volver a ser relacionada con su vida de modelo, ya había picado bastante con el reportaje de Bulevar, y mucho menos volver a Madrid tan pronto. Sandra tuvo que emplearse a fondo durante varias conversaciones telefónicas e insistir en que Teresa quería hacer énfasis en su vida actual de mujer moderna, profesional, madre, …
Al final consiguió que Carla aceptara a medias, esperaba que no se arrepintiera. Acuerdan una cita con Teresa Trigo en Bulevar para la firma del contrato y realizar alguna foto adicional, si ello fuera necesario aunque, en principio no lo parecía.

Segunda parte del plan finiquitada. A por la tercera, para esta también necesita ayuda de Cayetana.
Sandra: Caye, ¿sabes algo de Diego?
Cayetana: No, no sé nada.
Sandra: Me preocupa lo que pueda estar tramando. En la última ocasión no mantuvimos una conversación demasiado cordial.
Cayetana: Eso no es ninguna novedad, Sandra.
Sandra: Sé que a ti te tiene algún tipo de afecto. ¿Podrías quedar con él el martes, aquí, en Bulevar?
Cayetana: ¿El martes no es el día que viene Teresa?
Sandra: Sí.
Cayetana: Había pensado comer con ella.
Sandra: Puedes comer con ella igualmente. De Diego me encargo yo.
Cayetana: ¿Pasa algo que no me hayas contado, Sandra? ¿Por qué no le llamas tú?
Sandra: No te preocupes, no pasa nada. La última vez le eché de mi despacho y no creo que venga si le llamo yo.
El motivo por el que Sandra no quiere llamar directamente a Diego es para que no piense que ella le ha preparado la “encerrona” que les está preparando … a ambos. No puede comentarle nada a Cayetana porque sólo tiene conjeturas, bastante inverosímiles, que quiere comprobar.


EL RESULTADO DEL PLAN DE SANDRA

Un fracaso, un auténtico fracaso, piensa Sandra. Claro, que sólo a ella se le ocurriría esperar otra cosa con Diego por medio.
Estaban reunidas en su despacho Bea, Carla y ella. Carla les estaba comentando a ambas que no entendía cómo había podido dejarse convencer de nuevo. Esto daría definitivamente al traste con la imagen de ejecutiva que tanto le había costado conseguir en los últimos años. El contrato que acababa de firmar con Teresa Trigo le proporcionaba un dinero que no necesitaba así que, realmente no sabía qué hacía allí.
En ese momento entró Diego, sin llamar, como de costumbre, y, con la cara y la sonrisa desagradables de siempre, lanzó un ataque directo a Carla.
Diego: “Vaya, vaya. Carla Marín de nuevo por Bulevar. Parece que la señora no estaba tan ‘aburrida’ de la vida de modelo como promulgaba hace poco.”
Carla se puso de pie y con los ojos en llamas le devolvió un: “Señor de la Vega, creo que lo haga, o deje de hacer, con mi vida profesional le importa a usted bien poco.”
Carla, mirando a Bea y a Sandra: “Si me disculpáis, aprovecharé para pasar por la oficina de Madrid antes de ir al aeropuerto.” E hizo ademán de dirigirse hacia la puerta.
Diego la retuvo por un brazo, sin violencia, y le contestó con un desagradable: “¿Ya nos deja usted? ¿Tan pronto?”
Carla furiosa, le miró y con una voz glacial, que no parecía la de ella: “Señor de la Vega, por su bien, le recomiendo que no vuelva a ponerme un solo dedo encima.”
Diego se rió y le respondió: “¿o va usted a denunciarme por agresión?”
Carla, tras soltarse con un movimiento, con la misma expresión de ira en su cara y la misma voz: “Señor de la Vega, yo no soy como usted. No necesito jueces ni abogados. Le aseguro que me basto y me sobro yo sola.”
Diego, divertido en el fondo ante tamaña amenaza: "¿Qué va a hacer entonces?"
Carla, sin responder a su pregunta, fue hacia la puerta, la abrió, se giró y dijo: “Hablamos otro día, Sandra. Un placer como siempre, Beatriz. Claramente, no puedo decir lo mismo en su caso, señor de la Vega.” Salió por la puerta sin comentar más.

Un verdadero desastre, piensa de nuevo Sandra. Estaba claro que sus suposiciones eran completamente erróneas. Que Diego pudiera albergar algún mínimo sentimiento era demasiado bueno para ser cierto.
Si Carla llega a enterarse de que había sido ella quién lo había organizado todo, la mata.

Lo que Sandra no sabía, es que Diego estaba casi tan arrepentido como Carla de aquella noche. Él había esperado que la hermosa Carla fuera un suculento bocado y ciertamente, no había desmerecido para nada lo esperado. Había sido un bocado sabroso, delicado, exquisito, demasiado. Había perdido la “asepsia” que mantenía en sus relaciones. Quizás no había sido tan buena idea permitirse “el capricho” después de tantos años...
Por eso, cuando llegó aquel día a Bulevar en respuesta a una llamada de Cayetana y le comentó de pasada que Carla estaba allí, no pudo evitar arremeter contra ella. Aunque él no lo reconociera, era una forma de defensa. Pero, en contra de lo esperado, ella había respondido al ataque con igual fuerza, eso le había irritado y encantado a partes iguales. Normalmente le bastaba intimidar a la gente para que todos se apartaran de su camino, y esta vez, “ella” se había permitido amenazarle. Una amenaza absurda, estaba claro pero, aún así, no estaba acostumbrado a que le plantaran cara y menos aún una mujer. No esperaba que tuviera tanto genio, evidentemente era una mujer con sorpresas... Tenía que reconocer que le gustaba y, eso no era bueno, necesitaba mantener su cabeza y su corazón helados.


PORCIÓN EN EL BLOG DE BEA SOBRE LO OCURRIDO

La Bella contra La Bestia

Queridos Blognautas,

Carla ha venido de nuevo a Bulevar. Esta vez, el motivo de su visita ha sido la firma de un contrato como imagen de la empresa de Teresa Trigo.
Creo que ya sabéis que hace tiempo llamaban a Sandra “La Transformer” por su afición a las operaciones de estética. Pues bien, la verdadera Transformer ha resultado ser La Guapísima, que pasó, de la mujer encantadora que es siempre, a una Hera enfurecida, en décimas de segundo, sin necesidad de cirugía, sino por arte de la aparición de Diego de la Vega. Fue todo un espectáculo verla allí, cuan alta es, enfrentarse a él, con ojos en llamas y gélida voz.
No es necesaria la explicación de quien era La Bella y quién La Bestia en la escena. En este caso, yo diría que ganó La Bella, cosa que, obviamente, La Bestia no esperaba. Está acostumbrado a ir pisoteando a la gente a su paso y que esta mujer se revolviera tras el pisotón le pilló por sorpresa.
Ya veis, al final, tras más de un año, he podido ver parte de la función (La Bella y La Bestia) sin necesidad de acudir al teatro.
Estoy empezando a pensar si Carla no será una hermana secreta de Sandra porque, ellas dos son las únicas que le hacen frente de forma directa y hasta parecen poder mantenerle a raya.
----------

Hasta luego Blognautas.