jueves, 24 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD

Buenos días a todas,

Os deseo una muy Feliz Navidad, que este año llega pasada por agua. Agua que, todo sea dicho de paso, necesitábamos porque este otoño apenas ha llovido un par de días.

Os agradezco enormemente a las que seguís al otro lado de la pantalla, reitero que, aunque un tanto abandonadas, para nada os tengo olvidadas. Espero poder volver pronto a la carga con mis fucsia.

Besos
FELIZ NAVIDAD


PD: La imagen del grabado japonés se la he pedido prestada a Elvira. Muchas gracias Elvira.

viernes, 23 de octubre de 2009

42. Rumbo a Nueva York

Colgó el teléfono. No habría esperado aquella llamada. “Cuida de ella”. No había olvidado el día que la conoció, como sucedía en esas películas que no veía, en un avión con destino Nueva York. Por problemas de overbooking al embarcar, le cambiaron el pasaje a business, en lugar de turista, donde viajaba siempre. La Universidad no le hubiera pagado un billete de otro tipo. La azafata le indicó su sitio: en el lateral, colindante al pasillo central. El de la ventanilla habría sido demasiado pedir. La ocupante del preciado asiento miraba hacia fuera. Al sentarse él, se dio media vuelta. Le dedicó un “bon jour” y una sonrisa. Sus gustos en mujeres se inclinaban hacia las rubias de ojos claros, azules o verdes, pero algo en aquella sonrisa le cautivó al instante. Se ajustó el cinturón y se mentalizó para el despegue. No se acostumbraba a la velocidad que cogía el aparato, a la sensación de "saltar" al vacío. Una vez pasado el mal trago les ofrecieron una bebida y un aperitivo: ¡cocktail de gambas! No los cacahuetes a los que estaba acostumbrado. Su vecina agradeció a la auxiliar el singular refrigerio. ¿Cuántos años contaría? En apariencia apenas pasados los veinte.

Sus colegas de trabajo le definían como alguien reservado, una rata de laboratorio o de biblioteca. No solía entablar conversaciones con desconocidos, por más que esta vez no le hubiera importado hacer una excepción. Sacó uno de los últimos artículos que había publicado, motivo de su asistencia al congreso, y repasó los puntos de su exposición. La había preparado minuciosamente, pero prefería ocupar el tiempo en algo. La joven se absorbió a su vez en un libro y unos papeles. No pudo evitar observarla de reojo. Parecían notas. ¿Estaría estudiando? Intentó centrarse en la presentación que debía realizar, pero su mirada se escapaba furtiva de los documentos hacia ella. Un precioso perfil. Una oreja pequeña que recogía tras de sí mechones de un pelo negro y brillante. ¿Cómo sería sostener entre las manos aquella melena? Nariz recta. Ni corta, ni larga. Perfecta. Una boca... dibujada para besar. Ojos oscuros. Tanto... que apenas se distinguía el iris de la pupila. Enmarcados en unas pestañas larguísimas que, al igual que el resto de su rostro, no precisaban de maquillaje superfluo. Una belleza natural.

Volvió a su tarea. Inquieto, se rebulló en el asiento. Al parecer de forma bastante notable porque la chica levantó la vista de los folios y le preguntó, en un francés con ligero acento:
- ¿Incómodo?
- No. De hecho, creo que este es el viaje más confortable que haré nunca.
¿Cómo se le ocurría reconocer delante de una mujer que habitualmente volaba en una clase inferior? Había sido una clara equivocación. Sin embargo, ella se rió.
- A veces me pregunto si elegir business en los trayectos transoceánicos es un capricho o una necesidad.
Por lo visto viajaba a menudo.
- Lo que me angustia es el vuelo en sí, el avión. No puedo evitar estar nervioso.
Otro traspié más. ¿Se podía saber qué le pasaba aquella mañana?
- Las estadísticas indican que se trata del medio de transporte más seguro. - Objetó ella con fingida seriedad.
- ¿Qué sugieren sobre la tasa de supervivientes? - siguiendo la broma.
- Creo que no son muy halagüeñas a ese respecto.
- Me lo temía. - En este caso fue él quién exageró una cara de preocupación.
La respuesta fue una sonrisa, acompañada de un gesto complicidad, y el tópico:
- Tengo confianza en que hoy no sea el día del piloto.
- Yo también. - Sonriendo a su vez. La próxima vez no le importarían los problemas de overbooking.
Su interlocutora se interesó por su revista especializada.
- ¿Trabajo?
- Uno de esos tediosos congresos en el que todos los ponentes pretenden haber propuesto, o desarrollado, algún proyecto innovador. Yo incluido.
- ¿He de deducir que todos los participantes son pues unos pretenciosos?
- ¡Hum! No le faltaría parte de razón... - señaló sus hojas – a no ser, que me encuentre junto a otra ponente y esta acabe de ser la metedura de pata de la jornada.
Soltó una carcajada.
- No. Por esta vez, a salvo. Me quedo a nivel de estudiante.
- ¿Viaje de estudios?
- No, trabajo. Igualmente aburrido, pero muchísimo menos intelectual. - Le tendió la mano derecha. -Mi nombre es Carla.
Estrechó aquella mano de largos y aristocráticos dedos entre la suya.
- Jean.
En aquel momento les interrumpió la azafata, que distribuía la carta para que seleccionaran entre las opciones del catering. Bastaba una ojeada para comprobar que tenía poco que ver con el de la clase “económica”.
Ella dio buena cuenta de su plato. Extraño en las muchachas de su edad, que comían como pajaritos para mantener una figura escuálida. Incluso solicitó una ración extra de pan y de aquella “deliciosa” mantequilla. De haber sido un hombre, la auxiliar le hubiera ofrecido todo el preciado alimento disponible a bordo, aún a riesgo de privar de él al resto del pasaje.
Después de la comida su ocasional compañera de viaje se durmió y él acabó echando una cabezada. Le despertó la azafata: anunciaba que restaba poco para aterrizar y era necesario prepararse. No pudo evitar mirar con malos ojos a aquella, quizá otrora, empleada ejemplar, que no había hecho sino importunar durante todo el trayecto.

Tras el aterrizaje, la consecuente espera en la rueda de equipajes. Momento en el que uno observaba impaciente dar vueltas a los mismos bultos sin que la maleta propia apareciera. Surgía entonces la duda de si la susodicha habría desaparecido en alguno de los dos aeropuertos o se hallaría flotando en mitad del océano. De nuevo la casualidad hizo que el equipaje de ambos hiciera su salida casi a la par. Cada uno cogió el suyo. La ninfa le ofreció otra vez la mano, a modo de despedida, antes de dirigirse hacia la aduana:
- Un placer, Jean. Espero que el congreso no resulte demasiado monótono.
- Gracias, pero me temo que eso será del todo imposible. - Desde luego difícilmente podría compararse al viaje.

Esperó al que debía haber sido su verdadero compañero: su amigo Santi. Hijo de inmigrantes españoles. Expresivo y vehemente cuando la oportunidad se terciaba:
- ¡Maldito seas! ¡Es la última vez que embarco el primero!
- Lo siento. No elegí que me adjudicaran plaza en business.
- No, pero ya veo que la has disfrutado a conciencia. - Aludiendo, con un movimiento de cabeza, a la joven que se alejaba.
- Ocupaba el asiento de al lado. Una mujer encantadora.
- ¡No me lo puedo creer! ¿En serio no sabes con quién charlabas? De forma bastante amigable, a juzgar por las apariencias.
- No.
- ¿En qué mundo vives en los últimos tiempos?
Entre sus investigaciones, sus clases...
- ¡Carla Marin! - Ante su cara de alelado - ¡Por dios! Hay fotos suyas en cualquier quiosco de París. ¿Te pones orejeras cuando vas a comprar el periódico?
No distaba mucho de la realidad. Iba directo a su diario habitual, sin curiosear las primeras planas del resto de prensa. El rancio hombrecillo que regentaba el puesto no daba pie alguno para ello.
- ¿Actriz?
- ¡Modelo! Hazte un favor, deja tus libros o, visto lo visto, acabarás como Don Quijote.
Santi exageraba. No siempre había sido así. En no pocas ocasiones habían terminado los encuentros académicos probando alguna cama del lugar. De hecho, su camarada se quejaba amargamente de que él, con sus ojos azules, su pelo panocha y su cara de niño bueno, se las llevaba de calle. De un año a esta parte, todos sus esfuerzos se centraban en conseguir la ansiada plaza en el cuerpo de profesores universitarios. Desde ese punto de vista, sí, vivía en otro mundo.
Miró hacia la puerta por donde ella había desaparecido. ¿Qué oportunidad cabía de volver a encontrarse con una conocida modelo? Ninguna.

La alarma de su móvil le devolvió al presente. Le advertía que sólo restaba media hora para la conferencia.

viernes, 16 de octubre de 2009

Nada mejor

Buenas tardes,

¿Cómo estáis?

Hoy os escribo de día, para variar un poco. Siento no extenderme mucho, como suele ocurrir últimamente. Sólo os dejo una canción que escucho a menudo durante los atascos mañaneros. Lo único que los ameniza: la música.

En esta ocasión se trata de Revolver: El roce de tu piel. Y es que, como reza la canción, no hay droga más dura que el amor sin medida, nada mejor que el sabor de la persona amada.

Buen fin de semana a todas.





El roce de tu piel
Revolver

Un vaso de whisky,
un hotel diferente,
es más que suficiente
para pensar en tí.

Una noche de mayo
con el mar a mi lado,
es ya tarde y tus ojos
siguen allí.

Y es que son ideales
para perderse en ellos,
y es que uno no aprende
ni vivo ni muerto.

Son las seis de la tarde,
toco enfrente del puerto,
no consigo sacarte de mí
ni olvidarme de tí.

Y es que no hay droga más dura
que el amor sin medida.
Y es que no hay droga más dura
que el roce de tu piel.
Y es que no hay nada mejor
que tener tu sabor
corriendo por mis venas;
y es que no hay nada mejor
que el roce de tu piel.

Y me siento desnudo enfrente del espejo
esperando que tú me digas el precio.
No tengo muy claro si lo puedo pagar;
recojo mis cosas, nena, vuelvo a mi hogar.

Nuestros corazones laten a la vez,
¿quién soy yo sin tí, quién eres tú, quién?
El ritmo de la noche viste mi canción.
Mejor cojo mis cosas, nena; mejor me voy.

Y es que no hay droga más dura
que el amor sin medida.
Y es que no hay droga más dura
que el roce de tu piel.
Y es que no hay nada mejor
que tener tu sabor
corriendo por mis venas;
nada mejor
que el roce de tu piel.

Hoy lucho y pierdo el sentido
por dormir esta noche en tus brazos.
Hoy se perdió el equilibrio
y la balanza cayó
de tu lado, mi amor.
(bis)

Y es que no hay droga más dura
que el amor sin medida.
Y es que no hay droga más dura
que el roce de tu piel.
Y es que no hay nada mejor
que tener tu sabor
corriendo por mis venas;
nada mejor...

Y es que no hay droga más dura
que el amor sin medida,
que el amor sin medida.
Y es que no hay droga más dura
que el roce de tu piel.
que el roce de tu piel.
Y es que no hay nada mejor
que tener tu sabor
corriendo por mis venas;
nada mejor...

sábado, 10 de octubre de 2009

Decorando "mi casa"

Buenas noches a todas,

Me he decidido a coger el portátil, a las acostumbradas horas intempestivas, con la intención de continuar el capítulo que inicié hace ya muchos meses. Sin embargo, mi ánimo parece ser otro. Lo que me apetece es decorar un poco mi casa, a la que hace mucho que no presto atención. ¿A estas horas?, pensaréis vosotras. Sí, las que tengo. Pero el hogar al que me refiero no es sino el que veis. Elvira me comentó una vez que su blog era como una segunda casa y deseaba poner en ella las cosas que le gustaban. Me identifiqué de inmediato con la idea. De hecho he sido pesada hasta la saciedad con mis gustos musicales, con Gilda... Creo que la música que escuchamos habla mucho de nosotros y eso es lo que os dejo hoy: un poco de música.

En primer lugar un par de canciones de un grupo que no conocía: Efecto Mariposa, que he escuchado en la radio, durante los temidos atascos.


No me crees
Con el cantante de Danza Invisible, un grupo de "mis tiempos".




Por quererte



Para acabar, un poco de lo que, algunos, llamarían música "negra".


Fallen
En las voces de Randy Crawford y Soledad de Presuntos Implicados. Siempre me pareció que esta última tenía una voz fantástica, preciosa, todo lo preciosa que no es su físico.




Me and Mrs Jones
Billy Paul




Si me lo permitís, abandono la decoración por esta noche. En otro momento continuaré con algún retazo de película.

Dulces sueños.

jueves, 1 de octubre de 2009

Para mi niño

Buenas noches,

¿Cómo estáis?

Abandonadas, abandonadas os tengo, que no olvidadas. Pero, como acabo de comentarle a Elena en un correo hace unos minutos, mi vida no me deja tiempo para nada. También le decía que me iba a la camita a dormir porque mañana me tocaba despertador a horas intempestivas y atasco, pero aquí me veis, o mejor dicho, me leéis. Y es que, no puedo menos que dejaros a Carmen, la de Bizet, en la voz de Maria Callas. Parece que mi pequeño ha heredado de su madre el gusto por esta pieza de música. Al menos la ha oído en un anuncio en la tele y cada vez que lo escucha pregunta por ella.

Prometo buscar la letra en otro momento y ponerla.

Habanera de Carmen



Besos para todas.

PD: No he olvidado el fucsia, incluso tengo un capítulo iniciado y otros escritos, pero la falta de tiempo no me deja. En cuanto pueda continúo.


Lo prometido es deuda:

Carmen, Habanera

L’amour est un oiseau rebelle
Que nul ne peut apprivoiser,
Et c’est bien en vain qu’on l’appelle,
S’il lui convient de refuser.
Rien n’y fait, menace ou prière,
L’un parle bien, l’autre se tait;
Et c’est l’autre que je préfère
Il n’a rien dit; mais il me plaît.
L’amour! l’amour! l’amour! l’amour!

L’amour est enfant de bohème,
Il n’a jamais, jamais connu de loi,
Si tu ne m’aime pas, je t’aime,
Si je t’aime, prend garde à toi!
Si tu ne m’aime pas,
Si tu ne m’aime pas, je t’aime!
Mais, si je t’aime,
Si je t’aime, prend garde à toi!
Si tu ne m’aime pas,
Si tu ne m’aime pas, je t’aime!
Mais, si je t’aime,
Si je t’aime, prend garde à toi!

L’oiseau que tu croyais surprendre
Battit de l’aile et s’envola;
L’amour est loin, tu peux l’attendre;
Tu ne l’attend plus, il est là!
Tout autour de toi vite, vite,
Il vient, s’en va, puis il revient!
Tu crois le tenir, il t’évite;
Tu crois l’éviter, il te tient!
L’amour, l’amour, l’amour, l’amour!

L’amour est enfant de bohème,
Il n’a jamais, jamais connu de loi,
Si tu ne m’aime pas, je t’aime,
Si je t’aime, prend garde à toi!
Si tu ne m’aime pas, je t’aime,
Si je t’aime, prend garde à toi!
Si tu ne m’aime pas,
Si tu ne m’aime pas, je t’aime!
Mais, si je t’aime,
Si je t’aime, prend garde à toi!
Si tu ne m’aime pas,
Si tu ne m’aime pas, je t’aime!
Mais, si je t’aime,
Si je t’aime, prend garde à toi!

domingo, 9 de agosto de 2009

41. ¡En Francia!

No paraba de darle vueltas. Su hermana se había apresurado en satisfacer su curiosidad sin brindarle la oportunidad de exponerla siquiera. Era obvio que deseaba desviar su atención de aquella hoja. En el intento había logrado justo lo contrario. El mapa, marcado en varios puntos, contaba pues con una insospechada importancia. ¿Desde cuando sus preferencias se decantaban por el norte de Francia en lugar de por su adorada Costa Azul? ¿Podía una población cualquiera atraer a una enamorada del lujo, el sol y la playa? Quizás era cierto que planeaba un viaje, pero dudaba que éste tuviera relación con unas vacaciones. ¿Cúal podría ser el motivo para pretender disfrazarlo? ¿Tal vez el paradero de Carla? Sandra aseguraba desconocerlo, pero era obstinada. Carácter de la familia. Posiblemente habría obtenido algún indicio en la llamada de días atrás, momento que su hermano eligió para iniciarse en el “lanzamiento de móvil”, y no pararía hasta localizarla. Era indudable que sabía algo.

Diego tenía derecho a conocer a su hija. Sandra no tenía excusa para negarle dónde se hallaba la madre. Entendía que su intención era proteger a su amiga. Alguien con quien jamás tuvo mucho trato. Sin embargo, no creía que el bebé fuera lo único que le importara a su hermano. No lo veía volando todos los fines de semana para encontrarse con una mujer por un flirteo pasajero. Tras su regreso a la revista se había encerrado aún más en sí mismo. Rehuía todo contacto humano. De hecho, en las últimas semanas sus ojos desprendían fuego.

Estaba decidida. Hablaría con ella. A la puerta de la sala acristalada, la observó colgar el teléfono con expresión de resolución. Golpeó la puerta con los nudillos. Ella dirigió su mirada hacia afuera con sorpresa, casi sobresalto. Entró sin darle tiempo para reaccionar.
- Caye, ¿algún otro problema con los temas de ayer?
- No. En esta ocasión es otro asunto el que deseo tratar contigo.
- Tú dirás - mientras se rebullía en su sillón con un gesto de incomodidad.
- Nuestra futura sobrina - respondió, resuelta a saltarse los rodeos.
La reacción inmediata a sus palabras fue un respingo.
- Carla no ha vuelto a contactar conmigo...
- Sandra – la interrumpió – soy tu hermana. Te conozco. Me extrañó que ofrecieras el puesto a Diego a sabiendas de lo que ello podría traer consigo. Ahora comprendo porqué: le querías cerca. No te ibas a quedar con los brazos cruzados ante una situación que te atañe por partida doble.
Casi en un suspiro, echándose hacia atrás:
- No.
- Y aseguraría que habrás empleado alguno de tus métodos para descubrir el lugar en el que ella se encuentra.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- ¿Qué haría una sibarita como tú en una ciudad perdida del norte francés?
- Touché!
- ¿No crees que Diego tiene derecho a enterarse?
- Derecho sí, que sea o no pertinente, es otra cuestión.
- ¿A qué te refieres?
- El dónde no es lo único que acabo de confirmar. No lo ha pasado bien. Necesita tranquilidad y, en estos momentos, nuestro hermano parece un tigre enjaulado dispuesto a saltar.
- No fue un mero escarceo, ¿verdad?
- No, no lo fue. Sospecho que por esa misma razón no le perdona que haya desaparecido, ocultándole que van a tener un hijo. Me figuro que ahora priman la ira, el rencor, sobre los sentimientos que pudo albergar hacia ella.


Entró al edificio de no muy buen humor. Venía de una presentación. Una a la cual no deseaba acudir, y cuya invitación cedió a su hermana, sugiriéndo que era un evento propio de su cargo, que, a decir verdad, aún no sabía cuál era. Pero Sandra, que siempre mostraba un especial interés en recordarle que mantenía el control mayoritario de las acciones y, por tanto, su asistencia a cualquier encuentro era pues obligada y pertinente, se había excusado. Más bien se había negado en rotundo, alegando tener atrasada la lectura de la variedad de informes y estudios con los que él se encargaba de inundarle el despacho. Para colmo añadió que esperaba que no precisara de una niñera para representar de forma adecuada a la revista. Tentado estaba de dejarles a su libre albedrío, a ver si eran capaces de salir de la situación en la que se habían metido. Dedicarse en exclusiva a sus negocios, sus inversiones...

La Blackberry le indicó la llegada de un nuevo mensaje. Un e-mail de Andrea con los datos que le había solicitado por la mañana. Se había traído a su ayudante personal. Alguien eficiente. No como parte del personal que pululaba por allí. Para muestra su sobrina postiza, que andaba dándole palique a un par de adictas a los cotilleos. Se habían equivocado de editorial. Eran idóneas para una de prensa rosa, no para una que pretendiera seriedad en sus publicaciones. ¿Por qué su hermana no aprovechaba su dinero para enviar a aquella jovencita a alguna universidad del pimpampum de las que tanto abundaban últimamente? Al menos estaría ocupada. De camino al ascensor no pudo sino escuchar parte de la charla:

- Me he tirado horas pegada a la pantalla. He tenido que localizar a cierto jefazo de una universidad.
- ¿Has decidido continuar tus estudios? Tu madre estará contenta.

Su hermana, al fin, había decidido hacer algo sensato. Pulsó el botón de llamada y esperó impaciente mientras la tertulia seguía a sus espaldas, a escasos dos metros de él.

- Teniendo en cuenta que era ella la que estaba como loca por hablar con él...
- Estará haciendo uso de sus contactos para conseguirte un buen trato.
- Si piensa que va a deshacerse de mí mandándome al extranjero, va lista.

Sandra se había cansado de su papel de madre adoptiva. Tenía que llegar.

- Aunque me parece que se trata de un viejo lío de juventud.
- ¡Sandra con un profesor universitario! Pensaba que le iban más los cuerpos de gimnasio.

No podía sino asentir. Las predilecciones de su hermana se dirimían por el aspecto, no por el cerebro, del sujeto en cuestión. ¿Por qué tardaba tanto aquel maldito ascensor? ¿Cuánto tiempo llevaba recorrer cinco plantas? Las cotorras seguían sin inmutarse lo más mínimo.

- A lo mejor el hombre en su época estaba cañón. – Alegó la primera.
- Pues te aseguro que en la actualidad estará calvo, con gafas y una tripa de consideración. - Respondió la segunda.
- ¡Cómo eres! - Le reprochó la otra.
- Sí, sí. Ellos se creen que inmunes al paso del tiempo, pero te aseguro que envejecen más y peor que nosotras.
- ¿Lo dices por ti?
- Oye bonita, yo estoy estupenda. ¡Divina!
- No hay más que verte.

Lo que le faltaba: pelea en el gallinero. Dudaba entre darse la vuelta y llamarlas al orden, o mandarlas directamente al paro, cuando la puerta del ascensor se abrió. Su sobrina, que había permanecido muda ante las últimas apreciaciones, le tomó la delantera e impuso paz:

- ¡Chis! Bajad la voz. ¿Queréis que se enteren todos?

Imaginó hacia quién se dirigieron sus miradas. Dio un paso al frente deseando llegar cuanto antes a su despacho. Hasta él llegaron las últimas palabras de Paula:

- Sea como sea, prefiere que no se sepa...

La puerta se cerró. ¿Desde cuando era Sandra discreta en lo que a hombres se refería? Siempre había hecho alarde de su fortuna... y de sus muchos amantes. Seguramente se trataba de un hombre casado.

Dejó el maletín sobre su escritorio. No se quitaba a las chismosas de la cabeza. No, si el foco era Sandra. Profesor, extranjero, ¿secreto?... No cuadraba. ¿Cómo la llamada del supuesto fontanero? Salió en su busca. La encontró en su despacho, con Cayetana. Por su semblante dedujo que el tema de conversación era importante. ¿Referente a la empresa? ¿O quizá le revelaba lo que a él le estaba vedado? Decidió salir de dudas. Empujó la puerta sin llamar, olvidando toda norma de urbanidad, a tiempo para oír decir a la benjamina:
- ... considero que debe saberlo...
Corroboraba en parte sus sospechas.
- ¿Interrumpo?
Cayetana se giró hacia él. Sandra, seca, sólo le preguntó:
- ¿Qué quieres Diego?
- Sumarme a la reunión familiar. ¿Acaso no soy bienvenido?

Se sentó comodamente en la silla libre, cruzando una pierna sobre la otra, sin que ninguna de las dos dijera nada.
- ¡Vaya! Yo creía haber llegado en plena confidencia... y resulta que se os ha comido la lengua el gato.
Sandra parecía atravesarlo con la vista. Cayetana, en cuya opinión aquella no era la mejor manera de abordar un asunto tan delicado, intentó mediar:
- ¿Te tomas un café conmigo? Sandra y yo ya habíamos acabado.
- Mejor, mucho mejor. Así nuestra hermana mayor y yo podemos continuar cierta conversación pendiente.
- Diego, no es el momento. - Subrayó Cayetana. - Tomemos ese café.
- Es el momento idóneo. ¿No considerarías injusto que compartiera cierta información con otras personas y no con el principal y único interesado?
- Diego... - volvió a repetir ella.
Sandra intervino:
- No te preocupes, Caye. Déjanos.
- ¿Estás segura?
- Sí. Esto debemos resolverlo los dos.
Diego observó como la pequeña abandonaba el despacho. Se quedó frente a la promogénita.
- ¿Y bien? - le interrogó ella.
- Me temo que esa pregunta debería hacerla yo.
A pesar de todo, no parecía dispuesta a soltar prenda. Tendría que insistir.
- ¿Vas a decirme dónde se encuentra?
- ¿Dónde? ¿No te interesa sabér cómo?
- Estoy teniendo mucha paciencia contigo, hermanita. ¿Dónde se ha escondido?
- ¿Escondido? Se ha alejado de ti que, sinceramente, es lo que debería haber hecho desde un principio.
- No pretendo escuchar tus juicios, sólo saber dónde está.
- ¿Para qué quieres saberlo?
- Va a tener una hija mía.
- Hace poco lo dudabas.
En ese punto su hermano perdió parte de su, al menos aparente, calma.
- ¡Es mía! - No podía serlo de nadie más. - Mía... tanto como suya...
- Tú nunca has deseado tener hijos. ¿Por qué te interesa esa niña?
Él lanzó lo que podría considerarse un rugido:
- ¿Qué tipo de desnaturalizado piensas que soy? ¿Me crees de esos que van dejando hijos por el mundo sin importarles nada?

Ni siquiera a día de hoy era capaz de admitir que el bebé no era lo único que quería recuperar. Tal vez necesitara un empujoncito. Se levantó del sillón. Dio la vuelta a la mesa y se sentó en el borde, junto a la silla que instantes atrás había ocupado Cayetana:
- Si te diera a elegir entre ellas y Bulevar, ¿con qué te quedarías?
- ¿Qué intentas? ¿”Venderme” la información?
- Tú solo responde. ¿Carla y tu hija? ¿O la revista?
Los ojos de su hermano habían lanzado una llamarada con solo oír su nombre. Su boca no se abrió. Estaba lidiando una batalla. Sólo sus facciones mostraban la lucha interior. Se aferraba a ese bebé, aún no nacido, para justificarse a sí mismo buscarla con ahínco, anhelar que regresara a su lado. El hombre que se había esmerado toda su vida en no mostrar a los demás que tenía sentimientos, no podía reconocer que los tenía y que estos, además, eran capaces de ganar a sus intereses.
- Sabes que tarde o temprano lo averiguaría. - Fue lo único que obtuvo de él.
- Más tarde que temprano. - Volvió a ocupar su sillón. - ¿Qué harías si te dijera cómo encontrarla?
De nuevo otra mirada como respuesta.
- No se encuentra bien, Diego. - Jean podría haberle dulcificado la situación para tranquilizarla.
- ¿Dónde? - Con un tono de voz muy bajo, que hacía parecer la pregunta una súplica. No una exigencia como las anteriores.
Observó al hombre altivo, a su hermano el orgulloso, cómo, con una involuntaria expresión de dolor y los ojos cerrados, practicamente le rogaba, de la única forma que sabía, que le dijera el paradero de la madre de su hija, de la mujer a la que, a pesar de no reconocerlo, amaba. Cayetana estaba en lo cierto. Diego quería conocer a su hija. Sólo esperaba no arrepentirse.
- En Francia.

¡Francia! Él la buscaba en Italia. Su hermana le había acusado en repetidas ocasiones de no conocerla. Conocía... cada recoveco, cada centímetro de su piel. Sin embargo, apenas nada de su pasado. Salvo su faceta de modelo. Había decidido pues “conocerla” para poder dar con ella. Por algún motivo recordó a Carla moviéndose en Roma como pez en el agua. Su impecable italiano. El recibimiento del anciano dueño de aquel diminuto restaurante. La había llamado “bellissima ragazza”. Era evidente que era cliente desde hacía mucho. El trato fue absolutamente preferente cuando la “ragazza” se rió al revelar ser un año más vieja. Y, sobretodo, aquella sonrisa de bruja al señalar que aún guardaba algún pequeño secreto. Tras indagar, averiguó el misterio: era medio italiana. Hija única, sus padres murieron en un accidente de aviación siendo ella muy pequeña. La crió su abuela, originaria de la Ciudad Eterna y traductora de italiano. No era de asombrar su dominio de la lengua: disponía en casa de la mejor profesora.

Al parecer su antecesora enfermó, a la par que ella empezaba su carrera sobre la pasarela, para perecer poco después. La investigación también había servido para darse cuenta de que Sandra no era en modo alguno la inconsciente que todos habían creído. Fue tras morir la abuela de Carla cuando ella la invitó por primera vez a pasar unos días en la finca de Cantabria. Su hermana, quien parecía no preocuparse por nadie que no fuera ella misma, procuró arroparla ante la pérdida de su única familia. La amistad entre ambas iba más allá de unas meras noches de fiesta, como él había supuesto. Ahora intentaba protegerla de él, de su hermano. La anteponía a su propia sangre y, en cierto modo, dolía...

Después de sus descubrimientos pensó que tal vez poseería alguna vivienda en Italia o conservaría algún allegado. Decidió buscarla allí... erróneamente.

Levantó la vista. Sandra, que había permanecido en silencio, estudiando cada reacción suya, comprendió perfectamente lo que le pedía: más detalles.
- ¿Debo fiarme de ti, Diego? ¿Puedo confiar en que, por una vez en tu vida, harás lo correcto?
Movió la cabeza de forma afirmativa.
- Espero no tener que lamentarlo. - Grave – Lille.

¡Lille! ¿Dónde diablos estaba eso?

miércoles, 6 de mayo de 2009

Gracias a la presión popular...

La SGAE devolverá a la familia del pequeño el dinero. Todo gracias al escándalo, y con razón, que se ha organizado al respecto. Os dejo un enlace a la noticia, que procedo a resumir brevemente:


La SGAE no admite haber obrado mal, en todo momento actuaron con la ley en la mano. Los progenitores deberían haberles informado con antelación para haber organizado todo de forma que no les hubiera reclamado un adelanto sobre lo que estimaban se iba a recaudar. No comunican devolver el dinero, sino hacer un donativo, una aportación voluntaria a la familia, por el importe que en total obtuvieron en concepto de derechos de autor.

Sí, habéis leído bien. Pidieron el dinero por adelantado a la celebración del concierto a unos padres desesperados por conseguir dinero para salvar la vida de su hijo. Para más inri, no devuelven el dinero, sino que hacen un donativo. La diferencia podría tener su origen en motivos fiscales: una donación desgrava al fisco. De este modo preveo que dejarán de abonar una buena cantidad de impuestos a Hacienda.

En cualquier caso, leed y juzgan por vosotras mismas. Yo me alegro de que el pequeño pueda contar con ese dinero para su tratamiento, pero la Sociedad ha demostrado, una vez más, su... iba a decir calaña, pero lo dejaremos en espíritu.

Un beso para todas.

martes, 5 de mayo de 2009

Marcando un precio

¿Cuánto vale la vida de un niño? Yo no podría responder. Para mí la de mi hijo no tiene precio. La vida de un niño, aunque no sea nada nuestro, nos toca especialmente. Sin embargo, para la SGAE, esa organización que casi podría denominarse de espíritu pseudomafioso, por sus tasas, sus cánones y sus impuestos, para ella, la vida de un infante sí lo tiene: el 10% de lo recaudado para salvársela.

Todos los días me despierta la radio con noticias nada halagüeñas: la crisis, el número de parados en alza, el aumento de casos de gripe A, nueva gripe, o quieran denominarla... y, en esta ocasión, ha sido ésta la primera que he escuchado al volver a la consciencia tras el sueño. Un conocido cantante, David Bisbal, ofreció un recital, de forma gratuita, para recaudar fondos para salvarle la vida a un pequeño. No se mencionaba la enfermedad en particular de la cual se encuentra aquejado. La SGAE tuvo a bien reclamar el 10% de lo obtenido en conceptos de derechos de autor. El artista fue altruista, solidario. A la Sociedad no le pareció adecuado sumarse a su actitud.

No es la primera noticia de ese tipo que oigo. Hace un par de años, tal vez tres, que el tiempo pasa volando y uno no se entera, aplicaron otro de sus cánones a un niño con cierto grado de discapacidad, si la memoria no me falla, que utilizaba música en sus actuaciones de magia. Actuaciones infantiles, no olvidemos, de un chiquillo para el cual no sólo serían una distracción, una afición, sino tal vez también una forma de rehabilitación.

Todo ello me hace pensar que para ellos no hay un límite. La duda que me entra es si los autores, esos cuyos derechos insisten defender, reciben algo de lo recaudado, o si la organización paga impuestos al estado. Si alguna de vosotras está más enterada os ruego que me informéis al respecto.

Un saludo.



PD: Espero que todo os vaya muy bien. Lamento tener el blog abandonado, pero temas diversos me han mantenido alejada del teclado. Esto lo he escrito de forma atropellada y a todo correr. Prometo volver pronto con historias, comentarios, música y, quizá, algún variado desvarío. Me acuerdo mucho de vosotras.

Gracias por vuestra compañía.

domingo, 22 de marzo de 2009

Mame

Buenas tardes,

Ya he compartido con vosotras en otra ocasión a la maravillosa Rita interpretando a, la no menos fabulosa, Gilda. Me gusta Gilda, entiendo que fascinara a una generación, incluso aunque la voz del famoso "Put the blame on mame" no fuera la de ella. Ni siquiera en el trozo que os dejo en esta ocasión. Sin streaptease, pero no por ello menos digna de ser vista.

Por Rita, para que, allí donde quiera que esté, se haya librado de la maldición de Gilda.





PUT THE BLAME ON MAME
From the film "Gilda" (1946)
Anita Ellis (Film Soundtrack) - 1946

When Mrs. O'Leary's cow
Kicked the lantern in Chicago town
They say that started the fire
That burned Chicago down
That's the story that went around
But here's the real low-down
Put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame
Mame kissed a buyer from out of town
That kiss burned Chicago down
So you can put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame

Remember the blizzard, back in Manhattan
In eighteen-eighty-six
They say that traffic was tied up
And folks were in a fix
That's the story that went around
But here's the real low-down
Put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame
Mame gave a chump such an ice-cold "No"
For seven days they shovelled snow
So you can put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame


Besos


PD: He reeditado esta entrada en respuesta al comentario de Elvira. Se rumoreó que la voz de esta parte de la canción era la de ella, y al parecer así lo defendió Rita Hayworth en sus últimos días. Sin embargo, creo que eso se desmintió por parte de los estudios. Aquí, como en las otras dos, la dobló Anita Ellis. Se trataba de algo común porque, según he averiguado, también doblaron a Ava Gardner en Show Boat, la cual no he visto, por muchos esfuerzos que hizo Ava en cantar con su propia voz.

En cuanto a la canción, es parte primordial de la película. Es la que tararea Gilda en su primera aparición, cuando levanta la cabeza con la melena al vuelo (os la dejé en "Noche de Reyes", gracias a youtube y los que allí comparten cosas). Sin embargo, para mi decepción, he visto un trozo de película doblada en el que Gilda tararea otra. Un error en mi opinión.

Aquí, con Gilda triste, vulnerable, sin máscara, es otra pieza fundamental. Para rematar con ella de auténtico sex-symbol, según se comenta, borracha, vengándose del hombre que ama y que tanto daño le está haciendo.

Dejo una nueva etiqueta, Gilda, por si queréis visionar las otras partes. El otro tema, Amado mío, no me llama tanto la atención como este, pero supongo que también acabaré dejándolo.

Besos

jueves, 12 de marzo de 2009

De nuevo... una boca

Buenas tardes,

Me hace gracia que Malagueña mencionara anoche a Miguel Bosé, puesto que esta madrugada dejé el esqueleto de la presente en borrador. Se trata de una canción del mencionado cantante que escuché el otro día en una tienda. Es un ejemplo más del conocido "renovarse o morir" y está claro que él, que ha sabido ir evolucionando con el tiempo, se encuentra entre los primeros.

Se trata de la canción "Morena mía". Me llamó la atención porque días antes os había dejado la de "Labios compartidos" y encontré alguna pequeña similitud, tal vez imperceptible para algunos, entre ambas. Miguel empieza cantando "morena mía", dos simples palabras que encierran mucho: es su morena, su amor pero sin llamarla como tal. Equivale al "amor mío" con el que comenzaba Maná. Menos "dulzón", pero con la misma intención y, a mis oídos, con mayor encanto. Eso sí, parece que, a pesar de compartir al ser amado en ambas, en esta prima la fortuna en lugar de la desdicha como en la anterior.

Pero lo que me gusta de esta es el estribillo: su boca, su boca es la que le compensa por todo. Eso y que con ella disfruta, no solo en la cama, sino también de los detalles más insignificantes: nadie como ella le sabe hacer café. En ambas historias ellos se pierden por una boca. Romántico y, conociendo a los hombres, me temo que un tanto irreal. Yo optaré por quedarme con el lado fucsia. No tengo remedio, lo reconozco.

Espero que disfrutéis con la música.

Besos


Morena mía




Morena mía

Morena mía
Voy a contarte hasta diez
Uno es el sol que te alumbra
Dos tus piernas que mandan
Somos tres en tu cama, tres

Morena mía
El cuarto viene después
Cinco tus continentes
Seis las medias faenas de mis medios calientes
Sigo contando ahorita
Bien, bien, bien, bien

Morena mía
Siete son los pecados cometidos
Suman ocho conmigo
Nueve los que te cobro
Mas de diez he sentido

Y por mi parte sobra darte lo que me das
Dámelo bien
Un poco aquí, un poco a quién

Cuando tu boca me toca
Me pone y me provoca
Me muerde y me destroza
Toda siempre es poca
Y muévete bien, que nadie como tú me sabe hacer café

Morena agarra, y me mata
Me mata y me remata
Vamos al infierno
Porque no sea eterno, suave bien, bien
Que nadie como tú me sabe hacer café

Pero cuando tu boca, me toca
Me pone, me provoca
Me muerde y me destroza toda siempre es poca
Y muévete bien, bien, bien
Que nadie como tú me sabe hacer, uh, café
Bien, bien, bien, bien
Bien, bien, bien, bien

Morena mía
Si esto no es felicidad
Que baje dios y lo vea
Y aunque no se lo crea
Esto es gloria

Y por mi parte pongo el arte
lo que me das
dámelo
cuídalo bien
un poco así, un poco a quien.

(Estribillo)

Las "bondades" del marketing

Buenas noches a todas,

Vuelvo a teneros un poco abandonadas, pero mi vida de mujer moderna me tiene consumida, como se suele decir. No tengo tiempo de nada.

El motivo de la presente es contestar a un comentario de Malagueña a mi entrada anterior, la de la canción "Para que no llores así". Respeto que no le guste la canción. Cada cual tenemos gustos propios, es parte de nuestra forma de ser, de nosotros. Pero difiero en que Alejandro Sanz siga en la cresta de la ola por su voz. Creo que ahí entra en juego el maravilloso mundo del marketing. No tengo formación en dicho campo, sin embargo, creo que mi espíritu, ligeramente crítico y curiosón, me permite opinar al respecto. La publicidad nos hace esperar maravillas de algunos productos o, en otros casos, desistir de su compra. Pongo algunos ejemplos personales: me negué a utilizar el champú "orgásmico" por su anuncio un tanto denigrante. O a punto estuve de cambiar mi marca habitual de compresas porque su publicidad me parece una burla. Probé otra marca que me prometía un minuto de investigación contra el cáncer de mamá y si, muy a mi pesar, volví a la de siempre fue por la calidad que me ofrecen. De no haber sido por ello seguiría con la alternativa. En un caso la publicidad me espantó, en la otra me atrajo. Ganas me entran de escribir una cartita o un mail a los directivos de cierta empresa, hombres deduzco, para que reconsideren las ingentes sumas que deben de emplear en algo que no sirve sino para molestar a sus compradoras.

Perdonad mi tendencia a irme por los cerros de Úbeda. Os hablaba del marketing aplicado al mundo de la música. Todos reconocen a Madonna como la reina del pop. Madonna, con sus canciones, sus múltiples cambios de aspecto, sus escándalos, lleva muchos años en lo más alto. Dicen que lo difícil no es la llegada a la cima, si no mantenerse en ella. Madonna no sería hoy quien es si, además de la reina del pop, no fuera la del marketing, la que se reinventa a sí misma cada poco.

Un caso más cercano: Hombres G, grupo famoso en mis años muy mozos. El cantante no cantaba, los músicos no tocaban, pero las ventas de sus discos, en los tiempos sin internet, eran millonarias. ¿Habrían tenido tanta fama de no ser porque el padre y el tío de uno de ellos estaban relacionados con el mundo del cine y la televisión? Sinceramente, no lo creo. El caso es que han vuelto, pero la voz no ha mejorado con los años.

¿Qué tiene todo esto que ver aplicado a Alejandro Sanz? Pienso que la forma de llevar su carrera tiene mucho más que ver con su éxito que sus habilidades como cantante (estoy segura de que en los estudios de grabación se pueden hacer maravillas, sino que se lo cuenten a cierta princesa monagesca por los años 80). ¿Qué habría sido de este hombre, y de otros muchos, sin las quinceañeras? Tiene alguna canción que no me disgusta: Corazón Partío, Alma al aire, la que os dejé, pero sigo pensando que no canta. Como tampoco lo hacía Saritísima y hubo una época en que todos suspiraban por verla. Opino que Alejandro no canta si le comparo con otras voces: George Michael, Freddy Mercury, Soledad (de Presuntos Implicados). Aunque tampoco lo ha hecho nunca Sabina y ni falta que le ha hecho.

En fin, puede que mi opinión se encuentre algo sesgada por no hallarse entre mis cantantes predilectos, pero ahí queda. En cualquier caso, respeto a quien tenga una contraria.

Os dejo, a ver si duermo algo que mañana toca madrugada.

Besos

viernes, 27 de febrero de 2009

Otra canción

Buenas noches,

Os dejo de nuevo una canción, en esta ocasión en las voces de Antonio Carmona y Alejandro Sanz. El primero no me emociona y, en mi modesta opinión, el segundo no canta, no tiene voz para ello, pero, aun así, la canción me gusta.

Dulces sueños.



Para que tú no llores

Se fue con las arenas del mar
Buscando su destino,
Palpito entre las sombras sin más
Y nado en el vacío.

Reina el silencio en este oscuro lugar
Nada es eterno todo llega al final.
Tan solo sé que busqué y que busqué
Lo que este mundo me duele y me da.

Para que tu no llores así
No pierdas la esperanza
Sé que llegará, llegará.
(Bis)

Me muevo con la gente que va
Cargada de recuerdos.
Confío en la persona que da
Su amor sin conocerlo.
Aún queda tiempo para echarnos a andar,
No me preocupa si te encuentro al final,
Tan solo sé que busqué y que busqué
Lo que este mundo me duele y me da.

Para que tu no llores así
No pierdas la esperanza
Se qué llegará, llegará.
(x 4)

miércoles, 25 de febrero de 2009

Sin compartir II

Buenas noches chicas,

Me he decidido a hacer una segunda parte de la entrada anterior para puntualizar algunos aspectos, dado que me temo que me expliqué fatal, como siempre.

Como bien indicaba Avenoc, a mí también me cuesta concebir el sexo sin nada especial detrás. Es un acto tan íntimo, en el que se entrega y se recibe tanto, y no me refiero sólo a lo físico, sino al plano de los sentimientos, que no entiendo cómo hay personas capaces de encuentros por un mero rato de diversión. Y en el amor... juegan un papel esencial los besos. Siendo cursi en grado sumo, permitidme la licencia, diría que los besos son al amor... lo que la sal a la vida, lo que el sol a una planta, lo que el agua a una flor. Creo que hay pocas cosas más gratas en esta vida que un abrazo, un beso, una caricia. Y no me refiero sólo a los amantes, incluyo también a padres e hijos, a abuelos y nietos... Los achuchones que me da mi niño me saben a gloria bendita, a néctar de dioses, a maná en el desierto.

Y hablando de maná, quisiera referirme a la canción que os dejé el otro día, "Labios compartidos", explicaros porqué me llamó tanto la atención. Antes de nada, aclarar que sentiría lástima por la persona en esta situación, aunque lo cierto es que me resulta difícil imaginar a un hombre en ella. Volviendo a la letra, lo que me cautivó fue el que él no se refiere tanto a su cuerpo como a sus labios, a sus besos, que no quiere, ni puede, compartir. Es la boca de ella la que le lleva a la perdición. Es su propia boca la que está ansiosa por el suave roce de los labios amados, por el sabor de esa piel y no otra. Comienza cantando "amor mío", es lo primero. Me gusta cómo lo pronuncia, la forma de expresar lo que significa hacer el amor con ella, cuando al final declara amarla sin medida.

Con vuestro permiso, recordaré a Diego. Al mío, al nuestro. Diego saltaba de cama en cama sin importarle nada, pero sin engañar. Era claro al respecto. Él no besaba: los besos eran personales y el sexo para él era todo lo contrario. Pero besaba a Carla... amaba a Carla. Echa en falta lo que tenía con ella, lo que le aportaba la relación. Como podréis deducir: simplemente fucsia.

Tengo que dejaros. De nuevo las 2 de las madrugada. El final de la noche es el único momento que tengo para ponerme delante del PC. Espero que vosotras estéis durmiendo.

Besos

PD: Por si no lo hubierais adivinado, hoy vuelvo a tener empacho de azúcar. Los hidratos simples son nefastos para la figura, la dentadura... y el fucsia.
Me caigo de sueño. Hasta mañana.

lunes, 23 de febrero de 2009

Sin compartir

Buenas noches a todas,

Espero que estéis todas sumidas en el mundo de los sueños. Yo, en vez de dormir, que buena falta me hace, aporreo nuevamente las teclas. En esta ocasión ha sido una canción que he escuchado en el coche el detonante de este nuevo desvarío mío. Iba al volante, intentando encontrar un hueco para aparcar. Con mi pequeño pitufo en la parte trasera y el copiloto, al lado, intentando contenerse, sin ningún éxito, todo hay que decirlo, ante mi pertinaz inexperiencia al volante. Por cierto, no queráis saber como aparco, peor que mal podría ser la definición.

Una vez puestas en situación, os contaré que sonó en la radio "Labios compartidos" de Maná. Con los sentidos centrados en la calzada y en los mandos apenas pude prestar atención a la letra. Sólo a las primeras notas, mientras esperaba que arrancara el coche de delante, que se hallaba detenido, y a la estrofa del estribillo. Y después, mientras hacía la cena, pensé en el título. Los seres humanos somos egoístas por naturaleza. No hace falta sino ver a los niños que todo acaparan. Pero, tal vez, lo más difícil, lo que nadie, o al menos la mayoría, no quisiera, no podría compartir, sería a la persona amada. Como dice una expresión, se me llevarían todos los demonios si me pasara como al protagonista de la canción. Ya veis que lo del intercambio de parejas o el ménage à trois no van conmigo. Soy así de tradicional. Aunque cierto refrán reza "nunca digas de este agua no beberé", no es algo que desee en mi vida. Por más que el amar sea compartir, no compartiría a mi amor.

No es por un tema de "posesión", sino más bien del significado de un beso, de una caricia... de la intimidad juntos. He reconocido multitud de veces ser una romántica incurable. Una locura en los tiempos que corren. Para mí el sexo con un desconocido, por un, seamos llanas, calentón es algo que no contemplo. Siempre he pensado que el amor, el sexo por amor, es... cuestión de piel. De sentir la piel del otro en la propia, mimarla, anhelar su contacto, su calor. No en vano se trata de nuestro mayor órgano y el que nos protege de las agresiones externas.

También he admitido no saber vivir, además de sin abrazos, sin besos. Cuando era muy joven, ya sabéis que de eso hace mil años, veía al resto "enrollarse" con alguien que acababa de conocer cuando salíamos los fines de semana. Jamás me dieron envidia aquellos besos sin nada detrás, sin sentido. ¡Con la de sentimientos que tienen cabida en un beso! Y lo difícil que es la vida sin ellos. Besos de amor... o de cariño. En la boca, en la mejilla, en el cuello... en cada porción de piel.

En fin, parece que la sobredosis de azúcar e hidratos simples que he ingerido hoy están pasando factura. Eso y que, a las dos de la madrugada, no se pueden escribir sino tonterías.

Tengo que dejaros. Creo que por esta noche ya he desvariado bastante.

Besos


PD: Os dejo la canción culpable de estas reflexiones mías.



Añado la letra, sobre la que he destacado algunas partes por cuenta propia.

Labios Compartidos
Maná


Amor mío
Si estoy debajo del vaivén de tus piernas
Si estoy hundido en un vaivén de caderas
Esto es el cielo, es mi cielo

Amor fugado
Me tomas, me dejas, me exprimes y me tiras a un lado
Te vas a otros cielos y regresas como los colibrís
Me tienes como un perro a tus pies

Otra vez mi boca insensata
Vuelve a caer en tu piel

Vuelve a mí tu boca y provoca
Vuelvo a caer de tus pechos a tu par de pies

Labios compartidos
Labios divididos mi amor
Yo no puedo compartir tus labios
Y comparto el engaño
Ni comparto mis días y el dolor
Yo no puedo compartir tus labios
Oh amor, oh amor
Compartido

Amor mutante
Amigos con derecho y sin derecho de tenerte siempre
Y siempre tengo que esperar paciente
El pedazo que me toca de ti
Relámpagos de alcohol
Las voces solas lloran en el sol
Mi boca en llamas torturada
Te desnudas ángel hada luego te vas

Otra vez mi boca insensata
Vuelve a caer en tu piel de miel
Vuelve a mí tu boca
duele
Vuelvo a caer de tus pechos a tu par de pies

Labios compartidos
Labios divididos, mi amor
Yo no puedo compartir tus labios
Que comparto el engaño
Y comparto mis días
Y el dolor
Ya no puedo compartir tus labios
Que me parta un rayo
Que me entierre el olvido, mi amor
Pero no puedo más
Compartir tus labios

Compartir tus besos
Labios compartidos

Te amo con toda mi fe, sin medida
Te amo aúnque estés compartida
Tus labios tienen el control
Te amo con toda mi fe, sin medida
Te amo aún que estés compartida
Y sigues tú con el control...

viernes, 20 de febrero de 2009

Secreto

Buenos días,

¿Cómo estáis? Espero que os vaya todo bien en estos tiempos.

Me temo que esta vez toca, de nuevo, otro de mis desvaríos.

Una entrada de Io en su blog, "La luna en común", me ha hecho pensar: ¿Quienes somos en realidad? ¿Lo que mostramos? ¿Lo que escondemos? ¿Lo que soñamos? ¿Un poco de cada?

Quiero creer, o al menos ese ha sido el intento, que aquella a la que leéis no se trata sino de la que, en esencia, es. Es mi yo quien coge el boli por las mañanas, soy yo quien aporrea las teclas por las noches. Una parte de mí, que tal vez reservo de miradas críticas, la que se libera ante el blanco papel o la azulada pantalla. Sólo oculté mi nombre. Me lancé a la aventura de plasmar fantasía, reflexiones y pensamientos bajo el parapeto de un seudónimo. Por pudor, por vergüenza... Lo hice hasta que sentí confianza para confesar de forma abierta este pequeño vicio mío de "darle al fucsia". Uno de ellos, junto a los que ya conocéis: el chocolate negro con naranja, el bucear por otros blogs.

Mi nick, como se denominaría en la red, aunque yo suelo abogar contra los anglicismos, mi nick, también me proporcionó la sensación de algo escondido, un pequeño secreto mío a compartir con muy pocos. Cuando era mucho más joven, dejémoslo ahí, leí algunos librillos de historias abreviadas en inglés. Una de ellas se titulaba, creo recordar, "a sphinx without a secret": una esfinge sin secreto (admito haber requerido la inestimable ayuda de un diccionario para la transcripción de esfinge en inglés). Contaba, a través del pretendiente en duelo, la historia de una mujer que, una vez por semana, se vestía de negro y cubría su rostro con un velo, para luego dirigirse a una casa, tal vez algún tipo de hostal, donde tomaba un té en una mesa y después regresaba a su casa. Una actividad del todo inocente, pero que, para ella, y vista desde afuera, se tornaba en la ilusión de algo misterioso, un secreto que en verdad no existía.

Jamás fue ese el objeto de mi seudónimo, sin embargo, sí surtió, de forma temporal, el efecto, el cosquilleo, de lo furtivo. Como ya he comentado alguna vez, no hay cordura sin su ápice de locura.

Besos y abrazos cibernéticos.

martes, 17 de febrero de 2009

Soledad

¡Terrible soledad! La que se lleva dentro, la que te hace ver sólo vacío a tu alrededor, aun rodeada de gente. Yo he sentido esa tristeza. He experimentado sus punzadas en mi cabeza y en mi pecho. Digo experimentar, y no sufrir o padecer, porque, aunque tarde, creo que empiezo a madurar, a comprender que de experiencias, de vivencias, se aprende y se forja la vida.

Como os comentaba, me he bañado en la soledad, "regodeado" incluso en ella. La he ocultado unas veces... y aireado otras. El fucsia ha sido... mi cura. Como quien va a un curandero con la esperanza de obtener unas friegas milagrosas, yo me he aplicado vendajes de fucsia, fantasía, un poco de locura y una pizca de cordura, ayudada por vuestras manos. No puedo decir que haya sanado mi alma, pero está en camino. De momento he notado una clara mejoría y, en el proceso, tal vez me vaya encontrando a mí misma.

Como siempre, muchas gracias por seguir ahí. Yo estaré encantada de ayudaros en lo que pueda.

Besos


PD: Os dejo una canción de Antonio Orozco: Es mi soledad. Habla de soledad echando de menos a la persona amada. Una de las caras de la soledad.

domingo, 15 de febrero de 2009

Wicked game

Y es que el amor, dependiendo de los jugadores, podría denominarse así: un juego peligroso, nocivo, dañino para quien no juega si el otro sí lo hace. ¿Quién no ha pensado alguna vez, después de algún desengaño: "no me quiero enamorar"? Por amor se sufre, por amor se vuela, por amor se cometen locuras... Pero, ¿qué sería de nosotros sin amor?


En esa línea planteé la idea de la historia fucsia entre Carla y Diego:
  • Ella no se quiere enamorar. Sufrió mucho con la separación de su marido y ha pretendido construir una muralla alrededor de su corazón para que no vuelvan a hacerle daño.
  • Diego, por su parte, contempla el amor como algo impensable. Él no necesita amor, desprecia ese sentimiento como algo propio de los débiles.

Después del tiempo juntos la ruptura sólo les provoca dolor:

  • A ella porque abrió la puerta sólo para descubrir que para él no ha sido sino un juego. Se reprocha a sí misma semejante error: amar, compartir su vida familiar con un hombre que sólo buscaba entretenimiento.

  • A él porque no puede admitir que ha caído donde se creía fuerte, que la ama y desearía estar con ella. Y lo que es más importante, y reconoce aún menos, que ella le importa casi desde que se conocieron.
A los dos les va como anillo al dedo una canción que siempre me ha gustado, una de esas desgarradas por las que siento predilección: Wicked game de Chris Isaak.

Aislyn, esta canción te la dedico a ti. Yo también echo de menos la historia de estos dos. En cuanto pueda seguiré escribiendo.



Wicked Game

The world was on fire
No one could save me but you.
Strange what desire will make foolish people do
I never dreamed that I’d meet somebody like you
And I never dreamed that I’d lose somebody like you

No, I don’t want to fall in love
[This love is only gonna break your heart]
No, I don’t want to fall in love
[This love is only gonna break your heart]
With you
With you

What a wicked game you play
To make me feel this way
What a wicked thing to do
To let me dream of you
What a wicked thing to say
You never felt this way
What a wicked thing to do
To make me dream of you
And I don’t wanna fall in love
[This love is only gonna break your heart]
And I don’t want to fall in love
[This love is only gonna break your heart]


Besos para todas

viernes, 30 de enero de 2009

Imaginado

Cierro los ojos,
el (dedo) corazón pasea por mis labios.
Vuelan mis ansias de besar.
Se liberan en la intimidad,
en el refugio de este pequeño rincón.

Besos imaginados, sin entregar,
que mi boca puede sentir
y mi alma disfrutar.

Mis párpados se abren un instante,
pero se entornan de nuevo
para permitir a mi cuerpo vibrar
al son de tus caricias.

Te abrazo. No existes. No estás.
Aire, ente volátil que no se puede atrapar.
Intento recuperarme de la decepción
que me invade de vuelta al mundo real.

Miro al infinito.
Te amo ser inanimado
producto de mi soledad.
Añoro tu calor, tu fragancia, tu aroma
que no se dejan inventar.

La... ¿peor? escena sexual de 2008

Buenas noches a todas,

¿Qué tal os va?

Supongo que el título de la entrada os habrá, cuanto menos, resultado un tanto sorprendente. Os explico. Hace cosa de un mes Malagueña me envió un enlace a un retazo de relato, "ganador" del dudoso galardón de "la peor escena sexual de 2008". La leí en su día, y he de decir que me pareció realmente pésima. Creo que fue obra de una escritora profesional. Bien pues, a esta aficionadilla al fucsia, de camino o de vuelta del trabajo la semana pasada, se le ocurrió reescribir la escena a su modo. Eso sí, lo que recuerdo de ella tras un mes y, lo que no, me lo invento. Todo hay que decir que escribir estas cosas, con lo vergonzosa que es una y, para más inri, en transporte público, me costó más de un viaje de revisiones. Aún así el resultado no es que me parezca gran cosa, pero yo creo que con cada retoque la cosa empeora. En fin, que antes de liarla más os dejo: primero el enlace a la mencionada escena "premiada" y después la mía propia, en versión fucsia.

1. La peor escena sexual de 2008


2. Una escena similar en fucsia, que no mejor que la anterior. Advierto que tal vez se me ha ido la mano con el rosa, ya sabéis que a veces no tengo medida. :-)

Miniescena en fucsia


¿Debe considerarse adicción sólo lo relacionado con drogas, ya sean duras o blandas, o con el juego? Yo me confieso adicta. Adicta a sus labios esquivos que se me niegan, que no se dejan alcanzar. Intento besarlos para obtener un nuevo rechazo, una sonrisa de ironía. ¿Me castiga? ¿Pretende acentuar mi avidez con la espera? Como consuelo siento su mordisqueo en mi cuello. Sus manos, bajo cuyo contacto arde mi piel, su boca, que rehuye la mía, bajar por mi escote, detenerse en mis senos y olvidarlos después para continuar su pausado camino. Les acompañan en el mismo los sonidos que no puedo ni quiero evitar.

Una vez logrado su propósito y, tal vez, calmado en parte su apetito, acude a mí. Le atrapo, me enredo a él, y aprovecho para probar, degustar, el, hasta el momento, prohibido manjar que anhelo. Le libero sólo para trasladar mis besos a su fuerte pecho, clavar mis dientes en sus hombros, en sus bíceps. Recorrer su espalda, convertir su bajo vientre en el centro de mis caricias. Le procuro mimos que consiguen arrancarle "quejidos". Se rebela, me invita a dejarlo dispuesto a pagar el precio para convencerme: su abrazo, sus labios.

Su susurro en mi oído aumenta mi ya desbordado deseo. Como bienvenida: un gemido, mero preludio de los que le precederán. La sensación de calor... las oleadas que invaden mi pecho... Detenernos sólo para saborearnos... Y, tras el final, que no es tal, permanecer unidos, cuerpo junto a cuerpo, sin ánimo de separarnos.




Besos y dulces sueños

Un poco de música

Hola de nuevo a todas,


Como hace algún tiempo que no os dejo música, regreso a las viejas costumbres con una canción, un poco nostálgica, de Suzzanne Vega: Caramel




Caramel

It won't do
to dream of caramel,
to think of cinnamon
and long for you.

It won't do
to stir a deep desire,
to fan a hidden fire
that can never burn true.

I know your name,
I know your skin,
I know the way
these things begin;

But I don't know
how I would live with myself,
what I'd forgive of myself
if you don't go.

So goodbye,
sweet appetite,
no single bite
could satisfy...

I know your name,
I know your skin,
I know the way
these things begin;

But I don't know
what I would give of myself,
how I would live with myself
if you don't go.

It won't do
to dream of caramel,
to think of cinnamon
and long
for you.



Añado en esta ocasión la versión original de una canción que os dejé hace tiempo en la voz de George Michael: I'm calling you. Pertenece a la banda sonora de la película "Bagdad Café", la cual no he tenido el gusto de ver.





Un beso.

lunes, 26 de enero de 2009

Crápula


Había pasado la noche besándola, explorando cada pliegue de su piel, suave y terciopelada, en la que daba gusto perderse. Disfrutando con cada sonido: con los gemidos que consiguieron arrancarle sus caricias, con los jadeos de dos cuerpos en movimiento que ansían sentir al otro y todo contacto se les hace poco. Con los gritos de ella al llegar al clímax. Había vuelto a sentir aquellas manos aferradas a sus hombros, su boca en su oído expresando de forma involuntaria el placer que recorría su anatomía.

La había encontrado después de tanto tiempo... Habían tomado algo con la pretensión de hablar de los viejos tiempos y, en nombre y en recuerdo de los mismos, habían acabado en su apartamento. Estaba acostumbrado a compañías esporádicas. Nunca había tenido reparo alguno en ello. Las féminas entraban y salían de su casa o de una habitación de hotel. Sin embargo, ella... Con ella había tenido en su día lo que podría denominarse una relación. Descubrió que “tonteaba” con una amiga suya y le dejó. Creyó que sólo había ocurrido en aquella ocasión, pero aún así cortó con él. Jamás se preocupó de sacarla de su error. Él, que, además de ella, había tenido dos amantes a la par en aquella época, la echó de menos al irse. Echó en falta dormir abrazado a su cuerpo, su calidez. Las otras salían de la cama al poco de acabar. No había lugar para abrazos ni caricias una vez finalizado el tema de interés para ambas partes. Encuentros sin más pretensión que pasar un buen rato. Había besado a muchas mujeres. Ninguno de aquellos besos le habían embriagado... como lo hacían los de ella. Y ahora, que había probado de nuevo tenerla a su lado, desaparecía cual espíritu nocturno que se evapora al llegar el día. Hubiera dudado incluso de su presencia de no ser por el rastro de perfume en la almohada, por la huella en el colchón, por la funda del preservativo encima de la mesita.

De alguna forma le había ilusionado aquel encuentro, y el sentirse utilizado, como él había hecho tantas veces con otras, le producía un resquemor interno desconocido hasta entonces. No había sido más que un revolcón, uno fantástico, lo admitía, pero tan sólo un mero revolcón. No, no lo había sido. Para él no, para ella sí y, por extraño que le resultara, dolía. Una sensación inaudita en un crápula al que nunca le importó su compañera de alcoba una vez fuera de esta.

Se dirigió al baño. El reflejo en el espejo le recordó el paso de los años: las entradas que crecían sin freno a pesar de cuantos productos había empleado para impedirlo; las canas, que ya no se disimulaban con un simple pasar de peine; las arrugas bajo los párpados, las ojeras tras una velada de poco dormir. Y, sobretodo, aquella barriguita, aún incipiente, que se empeñaba en permanecer en su sitio pese a las horas que pasaba en el gimnasio.

Ella estaba estupenda. Su rostro no delataba en absoluto su edad. Sus gestos, sus movimientos, desprendían una seguridad nueva que la hacía sumamente atractiva. Más de uno habían sido los hombres del local que dirigieron su mirada hacia la mesa o, al levantarse, al traje ajustado que dibujaba su espléndida figura. Pero... se había ido y algo le decía que no compartirían otro de aquellos momentos nunca más. Tal vez no había sido sino una pequeña venganza: hacerle soñar para después dejarle solo. Descubría por primera vez que lo estaba... y que no le agradaba el sabor amargo de la soledad.

miércoles, 14 de enero de 2009

40. Sherlock de la Vega

Otra noche dando vueltas. La llamada de Carla, lejos de sosegarla, la había dejado más preocupada. La inoportuna aparición de su hermano había impedido que hablara con ella. Ni siquiera pudo contarle que él se había enterado y trataba de localizarla. Parecía contenta al decirle que iba a ser niña, que, de momento, todo era normal. Sin embargo, su voz... no rebosaba la fuerza que la caracterizaba. Justo antes de que él irrumpiera, le había preguntado cómo se encontraba ella. Su respuesta fue sólo un silencio. La conocía bien, demasiado bien. Sabía lo que eso significaba.

Hasta el momento se había mantenido al margen, pero era hora de entrar en acción. Carla debía haber tomado ciertas precauciones, ya que a Diego le estaba costando trabajo dar con su paradero. Incluso había hecho una visita infructuosa a Londres. No es que él se lo hubiera dicho, pero lo sabía. El problema era que él no la conocía. Se había acostado con ella sin molestarse en comprender a la mujer dormía a su lado. Complicada, minuciosa. Para encontrarla había que ponerse en su lugar, imaginar qué hubiera hecho ella, en qué pensaría. Él era incapaz. Ella... lo intentaría.

Si había abandonado Londres, pondría la mano en el fuego a que también habría dejado la isla. Divorciada, sin su trabajo, ya nada la ataba a Inglaterra... salvo las visitas acordadas de Joel a su padre. Habría intentado alejarse de su vida, pero de forma que ello perjudicara lo menos posible a su hijo. Precisaba una buena comunicación con Londres. Los países más cercanos eran Francia, Bélgica y Países Bajos. En los dos últimos no se le había perdido nada. Su francés era impecable: Francia. Se aventuraría a sugerir París. Había vivido allí varios años en su época de modelo. Había multitud de vuelos París - Londres, eso facilitaría las visitas del pequeño a su progenitor. París era una buena opción, pero tal vez demasiado obvia para una ex modelo. Quizás no pretendiera un traslado permanente, sino un lugar discreto donde permanecer durante el embarazo y, tal vez, los primeros años del bebé. De este modo, en caso de que, al cabo del tiempo, llegara a oídos de Diego que tenía otro hijo, éste lo atribuiría, como ya había estado tentado de creer, a una nueva relación. ¿Qué más tendría en cuenta su amiga? No podía ser un lugar demasiado pequeño, ella buscaría la mejor atención sanitaria para la niña que estaba en camino. En resumen: hospital y aeropuerto. ¿Qué lugares en Francia reunirían los requisitos? Le vendría bien la ayuda de Paula y de su adicción a Internet. Cogió el teléfono:
- Paula, consígueme un listado de aeropuertos franceses y un mapa de Francia. - Toda ciudad con aeropuerto tendría un buen hospital. - No, ahora no puedo darte ningún detalle. Es muy importante que no lo comentes con nadie.

Al final de la mañana, tenía frente a sí los datos requeridos. Paula era muy eficiente cuando quería. Si fuera igual de diligente en los estudios... Ojeó los nombres que figuraban:
* Bastia. Córcega, en absoluto.
* Biarritz, Bayona. Al lado de España. No.
* Burdeos. Se inclinaba por algo más cercano a Londres. Tampoco.
* Carcassonne. Demasiado al sur.
* Dinard. ¿Dónde estaba eso? En la costa norte. Podría ser. - Lo marcó.
* Lyon ¿Cabía la posibilidad?
* Marsella, Montpellier, Nimes, Niza. No, dudaba mucho que se hubiera refugiado en la Costa Azul.
* Paris. Descartado.
* Pau. Muy al sur.
* Reims. Cerca de Londres, podría ser. - Añadió una marca.
* Saint Etienne, cerca de Lyon, las mismas posibilidades.
* Strasbourg. Estrasburgo, tal vez. - Una marca débil.
* Toulouse. También al sur, no.
Y, el último de la lista:
* Lille. Todos en orden alfabético menos este. Quizás fuera un aeropuerto menor. ¿Dónde estaba? No daba con ella. Lille... Lila, al norte de Francia, muy cerca de Bélgica y de Londres. - Pasó el rotulador encima del nombre.



Unos nudillos golpearon su puerta. Levantó la cabeza sobresaltada. No podía arriesgarse a que su hermano la descubriera. Ahora que Carla había contactado con ella, la sometería a una estrecha vigilancia. Por suerte no era él, sino su hermana.
- Hola. Si no estás muy liada quería comentar un par de asuntos contigo.
- Sin problema.
Cayetana entró con una carpeta en la mano y se sentó. Posó la vista, sorprendida, sobre el mapa coloreado de Francia.
- Estoy pensando tomarme unas vacaciones. – Ofreció como explicación ante su curiosidad. - A poco de acabar agosto y yo sin tomarme un sólo día de descanso.
- ¡Quién te lo iba a decir!
- Ya ves. - replicó con una risa. - Bueno, ¿qué temas son esos?

Emitió un suspiro de alivio al salir su hermana. Debía tener más cuidado. Volvió a la tarea en la que se hallaba inmersa antes de su llegada. Cuatro ubicaciones marcadas: Dinard, Reims, Lille, Strasbourg. Esta última la descartaba. En resumen, tres candidatas. ¿Cuál podría ser el siguiente paso para dar con la correcta? Necesitaba información adicional. La obtendría ella misma. Acudió al portátil. A diferencia de su amiga, no era una apasionada de las amplias posibilidades que ofrecía la red. En fin, más valía tarde que nunca. ¡Corcho! ¿Cómo era la gente capaz de localizar algo con tal maremágnum de enlaces?

“Reims: ciudad al noroeste de Francia, a alrededor de 129 km de París...”

Media hora más tarde, harta de Reims, su historia y sus monumentos, decidió cambiar de ciudad.

“Lille: ciudad al norte de Francia... Ubicación privilegiada que permite al visitante estar en 1 hora desde París, 38 minutos desde Bruselas o 90 minutos desde Londres.”

Lille parecía una buena opción, desde luego. Continuó leyendo otras entradas.

“Ciudad industrial, dialecto flamenco entre parte de los habitantes...”

Tal vez no tan buena.

“Lille es conocido internacionalmente por su Universidad... Uno de los mayores centros universitarios de Francia... La mitad de la población son estudiantes.”

¡Perfecto! Allí pasaría desapercibida. ¿Quién la buscaría en una ciudad de estudiantes? Diego no. La Universidad... ¡Cómo no lo había pensado antes! Sin familia, sin Joanna, sin ella misma... El único apoyo que le restaba a Carla era Jean. Si él se hallaba en Lille estaba segura de haber acertado. Tendría que contactar con él y echar un órdago.

Le había costado, lo admitía, y en esta ocasión había requerido la colaboración de Paula, pero al día siguiente tenía en su poder el número de M. Lebrun en la Universidad de Lille. Pulsó las teclas y escuchó impaciente los tonos hasta obtener un:
- Bureau du Monsieur Lebrun, bonjour!
Jean había prosperado mucho, ahora tenía un cargo importante y contaba con secretaria. Indicó que se trataba de un asunto de índole personal. Tras proporcionar su nombre volvió a esperar.
- Allô!
- Jean? C'est Sandra.
- ¡Sandra! ¡Cuántos años! ¿Cómo estás?
- Divina de la muerte, como siempre.
- Algo que no pongo en duda. - Divertido por la respuesta. - ¿A qué debo el honor de tu llamada?
- No voy a andarme con rodeos. El motivo, como ya habrás podido imaginar, es Carla. Me gustaría saber cómo se encuentra.
Sólo se oyó silencio al otro lado de la línea. Era un hombre prudente. Debía convencerlo de que estaba al tanto de todo por boca de la propia Carla, conseguir que confiara en ella.
- He hablado con ella. Me ha dicho que la niña estaba bien, pero no me ha respondido al interesarme por ella. La conozco y me preocupa.
- No tienes porqué.
¡Lo había logrado!
- La verdad, Jean.
- Ha tenido bastantes molestias con el embarazo, y la angustia por la posible malformación del bebé no ha ayudado. Sigue algo débil, pero, ahora que el médico le ha confirmado que en principio está todo bien, espero que empiece a recuperarse.
Intuía que había tenido problemas. Debería haber hecho las pesquisas mucho antes. Al menos no estaba sola.
- Gracias, me quedo más tranquila.
- Sandra... - la voz pareció titubear - ¿sabes algo del padre?
- Por desgracia, sí. - Su interlocutor no profirió ningún comentario. - Cuida de ella, por favor.
- No necesitas pedírmelo.
- Lo sé.

Colgó el teléfono tras despedirse. Planearía un viaje a Francia, para no levantar sospechas lo disfrazaría como unas merecidas vacaciones.

viernes, 9 de enero de 2009

Las grandes damas

Buenos días,

Hoy está nevando a conciencia. Al menos aquí. Yo tenía que hacer un montón de recados aprovechando mi día de vacaciones, pero no estoy por la labor de morir congelada. El problema es que lo tengo que hacer irremediablemente y no tengo otro momento. Al final tendré que aventurarme en las inclemencias invernales.

Hoy voy a desvariar un poco sobre las grandes damas. Ya os he comentado que soy una inculta en lo que a arte se refiere. Problemas de tener una educación pseudotécnica y haberme pasado la vida estudiando como una burra matemáticas, lógica y compañía. No es excusa, lo sé. Eso sí, ahora que ni se les ocurra preguntarme por el coseno de algo, una derivada o cosas semejantes, que todo quedó en el olvido.

Me disperso, me disperso. Lo que quería comentaros es que poco, nada, conozco de soul, jazz... pero las voces de las grandes damas me llega. Les imagino una vida de desamor que hizo su voz profunda, rasgada... Algo así como muchos de los artistas que vivieron sus existencias atormentados: Mozart, Goya, Van Gogh... Como si su tormento fuera una maldición y a la par lo que les convirtió en auténticos maestros. Desvarío, ya sé que desvarío. Yo y mi imaginación...

Hoy os dejo un clásico: Cry me a river, en la voz de Diana Krall, no de Norah Jones como puse equivocadamente el otro día. Después de escuchar varias versiones, me quedo con esta moderna.



"Cry Me A River"

Now you say you're lonely
You cry the long night through
Well, you can cry me a river
Cry me a river
I cried a river over you

Now you say you're sorry
For being so untrue
Well, you can cry me a river
Cry me a river
I cried a river over you

You drove me, nearly drove me, out of my head
While you never shed a tear
Remember, I remember, all that you said
You told me love was too plebeian
Told me you were through with me and

Now you say you love me
Well, just to prove that you do
Come on and cry me a river
Cry me a river
I cried a river over you
I cried a river over you
I cried a river...over you...


Un beso y no olvidéis la bufanda.

jueves, 8 de enero de 2009

Pintar con palabras

Buenos días a todas,

¿Cómo estáis en este gélido día invernal?

Con el permiso de María Jesús, Sra de Zafón, os explico el título de esta nanoentrada. Como comentario a la última entrada de su blog, http://www.historiaspacientes.blogspot.com/, blog que recomiendo porque sus historias son auténticas delicias, le pregunté si, además de escribir, pintaba. Me contestó que no pintaba, sino que soñaba, jugaba y escribía entradas en su blog.
Eso es precisamente lo que hago yo con el mío: soñar. La diferencia entre ambos es clara: ella consigue pintar con palabras, yo no. Es un estadio al que no creo que llegue jamás, un anhelo que perseguiré aunque no lo alcance: que la persona que lea pueda dibujar la escena en su imaginación, que organice los trazos y colores que intento dar según su propio estilo.

Espero que no hayáis pasado mucho frío.

Besos

miércoles, 7 de enero de 2009

Hermosas, famosas... desgraciadas

Buenas noches,

¿Qué tal se han portado los reyes? Espero que bien y que los regalos se repartan a lo largo del año. Ya sabéis, los no materiales.

Yo, como siempre, a las tantas de la mañana, sin poder darle al fucsia y mi cabecita sin parar. Ayer os dejé la escena de Gilda interpretando "Put the Blame on Mame", la que se dice ser la escena de streaptease más famosa y sensual en la historia del cine, quitándose únicamente un guante. Hay quien ha intentado emularla, Madonna mientras se desprendía de una chaqueta en una de sus poco afortunadas películas, sin acercarse apenas. Maravillosa Rita, desgraciada Rita.

He leído algunas cosas sobre Rita: sus matrimonios, su adicción al alcohol, la enfermedad degenerativa que acabó con ella. Rita decía que detestaba el sabor del alcohol, pero bebía para olvidar. Y me acordé de Ava, la bella Ava Gardner que acabó sus días como Rita: sola, triste, olvidada. Ava, con sus muchos matrimonios, sus múltiples amantes. ¿Y quién olvida a Marilyn? Las dos primeras sucumbieron a la botella, ella a los somníferos con, o sin, ayuda de conspiraciones políticas.






Las tres, famosas, hermosas, estrellas... murieron tristes, solas, sintiéndose muy desgraciadas.

En un mundo en lo que lo único que parece importar es ser rico, guapo y famoso, ellas, que tenían todo eso, tuvieron una vida, cuanto menos, desdichada. De Rita se mencionaba que su padre había abusado de ella, o que su primer marido vio en ella simplemente un negocio. De Ava es conocida su tormentosa relación con Frank Sinatra, sus líos con toreros. De Marylin se dice que no superó ser una niña abandonada y que toda su existencia se sintió como tal, además de que los hombres de su vida la utilizaron. Véanse los varones de una conocida familia, los cuales, hay quien comenta, la consideraron sólo un trozo de carne.

Creo que ellas buscaban un poco de amor, de cariño, de comprensión... que por lo que se ve no encontraron. Se me ocurre que tenían tanta necesidad que tal vez cerraron los ojos con tal de obtenerlo o, al menos, intentarlo.

En fin, sólo espero que nosotras no corramos jamás su misma suerte, que tengamos la fortaleza de la que ellas carecieron.

Prefiero ser fea y desconocida si a cambio tengo un poquito de amor sin el que, confieso, yo tampoco sé vivir.

Os dejo, que me da por escribir a estas horas y, como podéis constatar, desvarío sin parar.

Besos

martes, 6 de enero de 2009

Noche de Reyes

Buenas noches chicas,

Espero que los Reyes sean generosos con vosotras y no sólo en regalos materiales.
Por mi parte, yo me he quedado sin regalo "por haber portado mal".
:-(


Esta vez os dejo una de mis escenas favoritas del cine: Rita Hayworth en "Put the blame on Mame", Gilda.

Esta película la vi hace años y estoy deseando verla de nuevo. Gilda ejerce aún su fascinación 60 años después. Lo triste es que el personaje fuera la perdición de la pobre Margarita Carmen Cansino. Ya conocéis su famoso: "los hombres se acuestan con Gilda y se levantan conmigo".

Por Rita, "The Beautiful", "The Goddess".



PUT THE BLAME ON MAME
From the film "Gilda" (1946)
Anita Ellis (Film Soundtrack) – 1946

When they had the earthquake in San Francisco
Back in nineteen-six
They said that Mother Nature
Was up to her old tricks
That's the story that went around
But here's the real low-down
Put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame
One night she started to shim and shake
That brought on the Frisco quake
So you can put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame

They once had a shootin' up in the Klondike
When they got Dan McGrew
Folks were putting the blame on
The lady known as Lou
That's the story that went around
But here's the real low-down
Put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame
Mame did a dance called the hoochy-coo
That's the thing that slew McGrew
So you can put the blame on Mame, boys
Put the blame on Mame



Besos

PD: Añado otra escena de la película: la aparición de Gilda.

Soy un poco pesada, pero me fascina la película: ella, Gilda. Los demás giran alrededor, meros actores secundarios frente a ella.


viernes, 2 de enero de 2009

Música para comenzar el año

¡Feliz Año Nuevo!

Espero que todas hayáis tenido una feliz entrada de año. Para festejarlo os dejo más música. Un comentario de Rosann o de Aislyn me ha hecho pensar: ¿Qué dice "nuestra música" de cada una de nosotras? ¿De nuestra forma de ser? ¿De cómo nos encontramos anímicamente en un momento puntual?

Lo cierto es que no imagino un mundo sin música. Aunque también se puede considerar música el ruido de una fuente, las hojas de los árboles mecidas por el viento...

Yo os dejo una canción que recuerdo desde hace muchos años:

Mad about the boy




Y, para no variar, admito no tener remedio, una versión de George Michael de otra canción:

Brother can you spare a dime




Otra más con un rinconcito en mi memoria:

My baby just cares for me

Y, en esta ocasión, aunque no podáis creerlo, no os dejo la versión de George Michael sino a Nina Simone.




Y la última que os dejo de Nina Simone:

Love me or leave me

El ritmillo... engancha.




Besos