16Carla bañó a Joel y le preparó la cena. Lo dejó cenando con la canguro mientras ella corría a la ducha. Después lo acostó. Debía estar rendido, porque se durmió enseguida. Terminó de arreglarse. Antes de salir dio instrucciones a la canguro de llamarla ante la mínima eventualidad.
Había quedado con Diego a las 9:00, cenarían en su hotel. Estaba muy cerca de su casa. Diego lo habría elegido seguramente por eso. El restaurante cerraba a las 10:00, tendrían el tiempo justo para cenar. Cuando llegó eran las 8:45. ¿Qué hacía? ¿Le esperaba en el restaurante como habían quedado? ¿Iba a su habitación a buscarle? Tenía ganas de verlo. Le hubiera gustado ir a recogerlo al aeropuerto, como hizo él, pero su hijo era lo primero. Se lo dejó bien claro. Diego iba empezando a conocerla, sabía cuando no admitía discusión sobre algo. Lo sensato sería esperarle en el restaurante, pero con él había perdido la sensatez hace mucho. Fue a su habitación.
Diego acababa de salir de la ducha. Cuando abrió la puerta llevaba puesto el albornoz del hotel y, en la mano, el tubo de gomina. No la esperaba. Carla le besó. "Te he echado de menos", le susurró. Diego, sorprendido, no dijo nada.
Carla se fijó en el tubo. Con una sonrisa: "Parece que he llegado justo a tiempo."
Diego se rió: "¿Tanto odio le tienes a la gomina para subir a evitar que me la ponga?"
Carla, mirándole a los ojos: "A la gomina, a tus trajes negros y a tus oscuras corbatas."
Diego, irónico: "Ya veo, ya." Metiendo el tubo en el bolsillo del albornoz: "En ese caso querida, estoy en clara desventaja." Empezando a desabrochar el chaquetón que llevaba Carla: "Y si hay algo a lo que estoy acostumbrado es a jugar con ventaja." Besándola terminó de despojarla del chaquetón, que cayó al suelo.
Carla protestó levemente: "Diego, la cena."
Lo bueno de volar en Business era que daban catering, de avión obviamente (haciendo referencia a la calidad del mismo). Por su parte, podía saltarsela. Ella no debía de tener mucha hambre si había subido a verle.
Buscó la cremallera del vestido color chocolate que llevaba Carla. Esta vez la encontró en la espalda. ¿Por qué diablos no las ponían todas en el mismo sitio?
Carla insistió: "Tenemos reserva. No creo que podamos volver a cenar aquí si no aparecemos."
Diego ya había bajado la cremallera: "Algo que el dinero puede solucionar fácilmente." Le quitó el vestido deslizando suavemente las manos sobre sus hombros y besándola en el cuello.
Carla cerró los ojos disfrutando la caricia. Definitivamente dio la cena por perdida. Deshizo el nudo del cinturón del albornoz. Le besó y empezó a quitarselo muy despacio.
Diego se separó un instante: "Un detalle más". Le soltó el pasador que llevaba para recogerse el pelo.