viernes, 4 de enero de 2008

17. Londres agridulce

Diego se había quedado dormido. Carla le miró. Le gustaría quedarse a su lado, pero debía irse. Beth tenía un compromiso y no había podido quedarse con Joel. Tuvo que recurrir a una canguro y no estaba del todo tranquila. Se levantó despació para no despertarlo y empezó a ponerse su ropa.
Diego sólo estaba adormilado. Abrió los ojos y la contempló mientras se vestía. Normalmente lo único que le importaba era desnudarla. Cuando se estaba calzando le preguntó: "¿Te vas?" Había intentado que la pregunta sonara indiferente.
Carla le sonrió. "Debo hacerlo. Mi hijo."
Diego señaló: "Está con la canguro."
Carla aclaró: "No es su niñera y no puedo evitar estar inquieta."
Diego, que siempre había abandonado la cama de sus otras amantes nada más acabar, había dado por supuesto que ella se quedaría. "¿Cuándo te veo?", le preguntó.
"Diego, ya conoces mi vida de madre. Sé que no te interesa."
Hizo una mueca. No, tenía razón, no le atraía en absoluto.
Carla continuó: "He reservado mesa para cenar en Galvin at Windows. Supongo que habrás oído hablar de él. Está en la vigésimo octava planta del Hilton, en Park Lane. Tiene una vista espectacular de la ciudad." Con fina ironía añadió: "Alta cocina francesa. Al gusto del señor."
Diego se rió: "¿A qué hora paso a recogerte?"
"Tengo la reserva a las nueve." Con una mirada de cierto reproche, "te advierto que tuve que llamar prácticamente con dos semanas de antelación para conseguir mesa."
Diego volvió a reírse. No perdonaba una. Estaba claro que la última puntualización iba dirigida a la cena que se habían saltado esa noche.
Carla se marchó, no sin antes darle un beso de despedida.
Dándose media vuelta, Diego se dispuso a dormir.


El día sin ella le resultó considerablemente aburrido. Londres lo tenía bastante conocido y, además, no le apetecía hacer turismo. Fue a buscarla a su casa a las ocho y media.
El restaurante tenía ciertamente unas vistas estupendas y la comida no dejaba nada que desear, por no hablar, como siempre, de la compañía.
Después de la cena fueron a su hotel. Tras cerrar la puerta la ayudó galantemente con el chaquetón, antes de despojarse de su abrigo.
Carla se abrazó a su cuello. Le había echado de menos durante el día, pero no podía dejar solo a Joel con la canguro por estar él. Veía a su hijo menos de lo que ella quisiera durante la semana y sólo pasaba con él un fin de semana de cada dos. Tendría que entenderlo.

Esa noche llevaba el pelo suelto. Diego no se lo había dicho nunca, pero él lo prefería así a cuando se lo recogía. Mientras la besaba, deshizo el lazo de la chaqueta de gasa color vino que ella llevaba y se la quitó con delicadeza.

Carla hizo lo propio con su americana, aflojándole a continuación el cuidadísimo nudo de la corbata. Sonrió recordando su manía de retocar continuamente un nudo impecable. Cuando le veía hacerlo se sentía tentada de descolocárselo. Le miró. Mucho mejor ahora que casi le había librado de su habitual traje de tiburón. No entendía por qué se empeñaba en ponérselo con ella. Lo que no tenía solución era la gomina. Le gustaba pasar los dedos entre su pelo y la gomina se lo impedía.

Se sentaron en el borde de la cama. El top que llevaba Carla siguió el mismo destino que la chaqueta con la que hacía juego. Diego la besó en los hombros, el cuello, el escote. Le encantaba su piel suave, su olor fresco, a flores. Cerró los ojos tratando de evocar. Le recordaba a la casa de campo de la familia. Ella había ido allí un par de veces, hace años, cuando era inseparable de Sandra.

"Besos. Dulces, sabrosos, adictivos." Pensó Carla, besándole de nuevo. Empezó a desabrocharle la camisa, dándole un beso en la piel que quedaba al descubierto tras cada botón. Continuó las caricias mientras se la quitaba. Seguía sin saber qué había visto en él, pero, fuera lo que fuera, la tenía atrapada. Se puso un momento en pie y bajó la cremallera lateral de su pantalón, que cayó al suelo con un simple movimiento.

Diego la admiró. Seguía siendo sencillamente preciosa. La atrajo hacia sí.


Esta vez la retuvo en cuanto hizo el más leve movimiento para abandonar la cama. La estrechó y, con voz de ordeno y mando, le dijo: "Quédate". La noche anterior se había sentido extraño en aquella cama de hotel sin ella. En esta ocasión no pensaba dejarla marchar.

Ante la mirada con la que le reprendió, él sabía que tenía que irse con su hijo, Diego le indicó en el mismo tono: "Está con su nanny. Le has dado instrucciones precisas de llamarte a la mínima y tu casa está a menos de 10 minutos. Puedes quedarte." Era un hombre acostumbrado a mandar, no sabía pedirle que se quedara.

Carla pensó unos instantes. Joel estaba con Beth, confiaba en ella. Podía quedarse. Le contestó suavemente: "Esta bien. Me quedo." Ella tampoco quería marcharse, prefería quedarse acurrucada junto a él.


Diego durmió mucho mejor con ella, que la noche anterior solo. Pero, cuando despertó, ella ya no estaba. Sólo encontró una nota en la almohada dándole los buenos días y lamentando tener que dejarle. Quería estar en casa antes de que Joel se levantara y, salvo contadas excepciones, solía hacerlo temprano.

Se dirigió al baño para darse una ducha. Quería coger pronto el vuelo de vuelta a Madrid. Ella estaba con su hijo. No había ninguna razón para permanecer más tiempo en Londres.

Reflexionó sobre el fin de semana. Era una mujer cariñosa. Le cubría de besos y caricias de la cabeza a los pies. En los últimos encuentros se había vuelto más atrevida y había añadido pequeños mordiscos. De hecho, en la velada anterior, en venganza por haberla dejado sin cenar, le había obsequiado con uno algo menos delicado. Parecía que tenía que darle de nuevo la razón a su hermana Sandra. No había tenido nunca una amante como ella. Aquel mordisco no se lo hubiera permitido a ninguna otra. Sin embargo, comparado con el fin de semana en Roma, donde había pasado el día con ella, incluso se habían duchado juntos, éste le había dejado un ligero sabor agridulce.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

hola wapa!!ole ole y ole!!! mae mia gracias por este regalito!! cada vez mejor tus historias y cada vez enganchan mas y mira que me enganche desde la primera ehh jejej bueno te dejo y espero que te hayan traido muchas cosas los reyes

besos

noa

Anónimo dijo...

Hola!!

Como siempre, genial,nos dejas con ganas de más mala!!

Besos!!

Anónimo dijo...

Khata,

Fantástico, maravilloso, fenomenal, pero "agridulce" como lo que siente Diego.
Al referirme a la pimienta quería dar a entender, que los carácteres fuertes de ambos tendrían que hacer un esfuerzo por complementarse, siempre (de momento) es Carla quiencede, quien se queda, quiense deja convencer...Por una vez( aparte de lo de la gomina) que sea él quien tenga que ceder en algo importante, por ejemplo compartir una tarde con ella y su hijo, una muestra de aceptación , de que no todo se reduce a sexo, por muy consentido y placentero que sea.
Que por cierto,te has lucido, se me han puesto todos los pelos de punta...parece que no sea la primera cosa que escribes.
Sigue deleitándonos que, tú si que eres adictiva.

Aislyn.

Anónimo dijo...

Hola Katha, que he leído tu comentario en YSB, y no creo en ningún momento que te hayas pasado de sutil, al contrario nos has deleitado con unas escenas dignas de película.
SI esa fue la impresión que te causó mi comentario, lo siento. No era esa mi intención. Al contrario, he disfrutado muchísimo leyendolas.
Continua que me encantan, y creo que reflejan, exactamente lo que tú quieres. Lo que pasa es que siempre queremos un poquito más y ,tal vez, he pecado de impaciente.
Hasta pronto.

Aislyn

Anónimo dijo...

Hola Katha:
Hoy lo he vuelto a releer, como sabes me encanta tu narrativa.
Y creo que todas las que te seguimos sabemos que esto para Diego no es sólo Sexo. Eso hace tiempo que paso a segundo plano.
Pero se conformará con verla de vez en cuando?
Y aunque no le guste la vida familiar si continua con Carla también tendrá que aceptar a su hijo: por que esto es un lote.

Besos.
Espero que se mejore tu familia.
Rosa.s

Anónimo dijo...

Soy un desastre! Tanto leer las historias y ni me había dado cuenta que me mencionabas al lado... :(
Ya sabes que me encantan nuestros mega mails y comentar cosas contigo, así que no digas esas cosas, ni que lo hiciera por obligación... jajaja
Te vuelvo a repetir lo que te digo siempre: me encanta cómo lo haces, estoy siempre esperando la continuación... Y me siento una privilegiada, ahí, en el making-off.. jajaja
A ver si tus peques mejoran un poco y tienes más tiempo, que estamos todas deseando que sigas con esta historia.
Besos!