martes, 4 de diciembre de 2007

14. Piltrafa

Cuando Diego llegó al piso de Carla, no la encontró en casa.

Si la cara era el espejo del alma, Joanna no necesitó preguntarle nada a Carla el lunes siguiente al fin de semana en Madrid. Su cara lo decía todo. Por lo que veía, había más de un imbécil por el mundo. Pasada una semana, Carla seguía decaída. Joanna tenía claro que no iba a quedarse de brazos cruzados. Le propuso salir con ella y unos amigos el sábado: “No admito un 'no' por respuesta. No tienes excusa para quedarte en casa. Joel está con su padre este fin de semana.”
Carla aceptó, al fin y al cabo, le vendría bien despejarse un poco.
Joanna insistió: “Nada de unos pantalones y un jersey. ¡Qué te conozco! Quiero verte guapa.”
“Está bien”, le había respondido Carla, “pero, me retiraré pronto.”
Joanna: “Como quieras. Pero, al menos, sal.”

Diego no había contado con aquello. ¿Dónde diablos estaba?
Al poco llegó Carla, muy elegante, tal y como le había prometido a Joanna.
Reparó en ello. No iba a tolerar que otro caballerete inglés se quedara con ella. “¿Dónde te habías metido?” La increpó.
Que Diego estuviera esperándola a su puerta, era algo que a Carla no se le había pasado siquiera por la cabeza. Le dirigió una mirada glacial y le respondió con frialdad: “Hace falta mucho descaro, señor de la Vega, para presentarse de nuevo en mi casa. Por no hablar de pedir explicaciones. Que yo sepa, no le he dado derecho a ello.”
Diego se acercó a ella irritado: “¿Ah, no?”
Carla no se preocupó en contestar a su pregunta. Abriendo la puerta de su casa: “¿Has venido a degustar la gastronomía londinense? Te advierto que no merece demasiado la pena, a no ser que te pirres por el 'kidney pie'. A mí me repugna.”
Carla no quería dejarle entrar, pero, como en la última ocasión, no le apetecía montar una escena en el descansillo para escándalo de todos los vecinos. Diego pasó tras ella. Se quedaron en el recibidor.
Diego, molesto: “¿Siempre eres tan graciosa?”
Carla, con enfado: “¿Qué quieres entonces? ¿No imaginarás que voy a permitirte otro revolcón en mi cama?”
Diego: “No pretendo un simple revolcón.”
Carla, sarcástica: “¡No me digas que te ves otra vez con fuerzas para dos! ¡Y después del viaje! Ya veo que estás en plena forma.
Diego intentó agarrarla enfadado. Carla lo esquivó.
Diego: “Tengo intención de verte todos los fines de semana.”
Carla: “Me parece que esta vez es el señor el que se tiene en muy alta estima. ¿Qué te hace pensar que a mí podría interesarme semejante… 'oferta'?”
Diego, seguro: “Que no te acuestas con cualquiera y conmigo lo has hecho unas cuantas veces.”
A Carla le molestó profundamente ser tan transparente: “Puede que esta vez se equivoque, señor de la Vega.” Con rabia añadida: “Como ya le dije una vez, si quisiera revolcones, los tendría. Y dudo mucho que me hicieran sentir como una piltrafa a la mañana siguiente.”
Diego sabía que se refería a la última mañana en su casa. Su comportamiento fue impresentable. Podría haberse dado una ducha rápida y haberla dejado en su hotel. No le hubiera llevado más de diez minutos. Ella no merecía sentirse como una piltrafa. Intentó besarla.
Carla le rechazó: “¿Qué supones que estás haciendo?”
Diego: “Enmendar lo que pasó el último día en mi casa.”
Carla, con enojo: “¿De veras crees que es tan sencillo?”
Diego: “Contigo, no.”
Carla, tajante: “No he sido el juguete de nadie en mi vida, y no estoy dispuesta a ser el tuyo.”
Diego: “No estoy jugando.”
Carla, terminante: “No opino lo mismo. Estás muy equivocado si piensas que puedes tomarme y dejarme cuando te venga en gana.”
Diego: “Esta vez no.”
Carla: “A mí me parece que sí, Diego”.
Diego, mirándola a los ojos: “No.”
Carla, firme: “Más te vale tenerlo claro.”
Diego pensó que la leona estaba prácticamente vencida: “Lo tengo.”
Pero, no tanto como él creía.
Carla: “Quizá, la que no lo tenga claro, sea yo.”
Diego intentó aproximarla a él. Ella se separó: “Las cosas no son tan fáciles. No puedes ir por la vida creyendo que puedes hacer tu santa voluntad, sin importarte nada los demás.”
Eso era precisamente lo que Diego había hecho siempre. No podía admitir que ella significaba algo para él. Pero, o lo hacía, o se le escapaba y, después de llegar hasta allí, no iba a consentir que eso sucediera: “Tal vez, ahora me importes tú.” (Le costó un mundo.)
Carla: “Permíteme que lo ponga en duda.” No le dejó acercarse. “¿Quién me garantiza que por la mañana no me tocaría otro enfado? ¿O que, a lo mejor, no intentaras echarme de mi propia casa?”
Diego se rió ante lo último: “Incluso yo, tengo ciertos límites.”
Carla cerró un instante los ojos, respiró. Rotunda: “Voy a volver a repetírtelo, Diego. Si lo que pretendes es jugar conmigo, haz el favor de darte la vuelta y no aparecer nunca más por mi vida.”
Diego consiguió cogerla: “Me quedo.”
Carla, negando con la cabeza: “No tan deprisa. No he dicho que te haya creído o que esté de acuerdo con lo que me propones.”
Diego sonrió, después de todo, una leona no podía darse tan fácilmente por vencida. La besó. Al separarse le preguntó más suavemente: “¿De dónde vienes?” Necesitaba saberlo.
Carla le miró: “Del teatro.”
Respiró aliviado.

Diego no se había percatado de algo. Carla acababa de intentar darle una lección: no podía pasar por encima de la gente como hacía él.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver si es verdad que aprende la lección,aunque si no se ha coscado,me temo que seguirá cometiendo el mismo error. Y tengo la sensación de que le costará muy caro...

AVENOC dijo...

Hola katha!
Muy bien lo de los vinos, lo decribiste todo muy bien. Este Diego va por muy mal camino y Carla ya debería haberle plantado claramente, el problema bajo mi punto de vista es que "el corazón tiene razones que la razón no entiende" y claro, Carla tiene las suyas propias que espero que Diego pueda apreciar y querer al final, por que sino...
Por cierto que aunque tarde en escribir en el blog de una fea, yo al final lo hago, es que estoy liadísima. Os leo a todas, el problema es que hay días que ni siquiera me da tiempo a ver los capítulos y se me van acumulando, y claro prefiero verlos y luego hacer mi comentario. Además esta semana he estado de guardia en el trabajo y eso me hace llegar a casa aún más tarde con lo que lo de escribir se convierte en una odisea...¡Que te voy a contar! A ver si este finde actualizo mi blog, gracias por tus comentarios, me hace mucha ilusión ver que alguien me ha dejado sus palabras...
Un besito para ti y tu peque.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el nuevo capítulo, pero me hubiera gustado que Carla le diera con la puerta en las narices.
Si siempre cede, él nunca acabará de darse cuenta de lo que pretende enseñarle.
Supongo que es cuestión de tiempo.
Pero continua en esta línea...aunque no he conseguido encontrar si Diego perdonó a algun animalillo por ella. Sería un detalle

Aislyn

AVENOC dijo...

Hola Khata:
Te dejo las novelas y los autores de las novelas que te conté. A mi este estilo me gusta un montón, es muy entretenido y fácil de leer. Espero que te gusten si “los reyes majos” te traen alguno.
Aquí tienes:

“Finalmente juntos” y “Juntos otra vez” son de Josie Lloyd y Emlyn Rees. Son pareja y escribieron estas dos novelas juntos. A mi personalmente la que más me gusta es la primera, la segunda es como una secuela.

“La fiesta de Ralf”, “Treinta y cero”, “Vince & Joy (…y las trampas del destino)”, “¿Y tu lo has encontrado?” son de Lisa JeWell y ahora me estoy leyendo otro que ha sacado nuevo esta misma autora que se llama”Dream Street 31” que ya te diré como está. El que no te recomiendo nada de ella es “¿Y tu lo has encontrado?” a mi personalmente no me gustó. De todas ellas la que te recomendaría es la “Fiesta de Ralf”.

Finalmente de Olivia Glodsmith “Chico malo Busca Chica” (posiblemente una de las más divertidas quizás la que más me ha gustado) y de Shophie Kinsella “No te lo vas a creer” superdivertida también.

Son muy fáciles de encontrar en cualquier librería, por que son “Best selers” prácticamente todas. Bueno espero no haberte aturullado con tanta novela…Es que este género me encanta y siempre estoy en las librerías mirando a ver si publican alguno nuevo de este estilo.


Por cierto otra cosa:
En tu capítulo “Sin normas” entiendo que un Diego que tenía por norma no llevar a mujeres a su casa, no dejarlas que cojan sus cosas, que le miren desde el sillón de su habitación mientras despierta…Se olvida inconscientemente de todas ellas ante la mujer de la que no sabe que está enamorado. El problema viene cuando se da cuenta de que ha bajado la guardia y las ha quebrantado todas por conseguir la felicidad. Es una pena que tarde incluso mucho más tiempo que Álvaro en aceptar que casi siempre es mejor estar acompañado que solo. Por cierto me gusta mucho ese Diego que describes tan apasionado. Estaría muy bien que en ciertos momentos se le escapara algo de ternura y que se sorprendiera de ello igual que lo hace al darse cuenta de que con Carla no existen las normas….
Espero que esto fuera lo que querías contar, al menos esto es lo que a mi me trasmite.
Un saludo
Avenoc

AVENOC dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
AVENOC dijo...

haich! perdona no se que le pasa a esto te he publicado dos veces el mismo comentario....
perdón
Avenoc