martes, 23 de octubre de 2007

5. Diego y su victoria (I): La rendición del león

La rendición del león

(Diego tenía a Carla sujeta por los hombros)

Carla, desafiante: "¿Por qué insistes, Diego? Acabo de decirte que no me acuesto con cualquiera."
Diego, con furia: "¿Yo soy cualquiera?"
Carla, con rabia, dolida: "YO volvería a ser cualquiera."
Diego comprende por fin el motivo por el que ella se fue aquella mañana, la razón por la que tanto parece arrepentirse. No es porque él hubiera sido una mera aventura, sino porque ella había sido una mera aventura.
Diego, mirando sus ojos, tranquilo: "¿Dónde está tu dormitorio?"
Ella le mira seria y no le contesta.
Diego, acercándola suavemente a él, le da un beso y le pregunta en voz baja: "¿Dónde?"


En el dormitorio.
Ella le mira a los ojos y le pregunta: "Diego, ¿tienes algún empeño en destrozarme el alma? Porque algo me dice que me la vas a dejar hecha añicos."
Diego no entiende nada de almas, él nunca ha parecido tener una propia. En esos momentos tampoco recuerda nada sobre ”doblegar leonas”. Por toda respuesta empieza a besarla y a quitarle la ropa.

Carla le había llevado a su habitación sin pensárselo demasiado, si se lo pensaba le echaría de nuevo de su casa. Pero, la insistencia de Diego y, sobretodo, aquel cambio brusco cuando ella le dijo que no quería volver a ser cualquiera, le indicaban que no era cualquiera. Por alguna inexplicable razón él le gustaba, le gustaba demasiado. Sandra le había dejado claro la otra vez que debía estar mal de la cabeza y, por lo que se ve, lo estaba. Sin embargo, también estaba muerta de miedo, como le había dicho a él, sabía que aquello no iba a acabar bien, al menos para ella.

1 comentario:

AVENOC dijo...

Menos mal que no has tardado mucho en poner la continuación...Yo estaba intrigadísima con que si Carla volvería a picar el anzuelo o no....La verdad es que tu historia está muy interesante...Sigue, sigue que ya somos muchos los que te leemos...
Avenoc