lunes, 12 de noviembre de 2007

9. En el aeropuerto

Diego en su despacho.
Diego no volvió a acordarse de Carla hasta que, tal y como le comentó que haría, le llamó el viernes por la mañana.
Carla: “¿Te pillo en mal momento?”
Diego, seco: “No.”
Carla: “¿Te parece bien que cenemos en el hotel? Tienen un restaurante magnífico. (Con una sonrisa) De hecho, conozco al jefe de cocina y te aseguro que no tiene nada que envidiar a los chef más reputados.”
Típico de ella”, piensa Diego, “lleva años alojándose en el mismo hotel. Seguramente alabaría sus platos y pediría felicitarle en persona.”
Diego: “Bien.”
Carla: “¿Te llamo cuando llegue?”
Diego: “¿A qué hora llegas?”
Carla: “Depende del retraso de Iberia, en teoría a las ocho y media de la tarde.”
Diego, sin saber muy bien porqué, le pregunta: “¿Viajas en business?”
Carla soltó una carcajada al otro lado del teléfono: “Diego, no soy tan sibarita como tú. Es un vuelo corto, no tengo ningún problema en viajar en turista.”
A Diego el comentario no le hizo demasiada gracia. Tras colgar el teléfono, llamó a su secretaria y le encargó que averiguara el número de vuelo de Iberia, procedente de Londres, con hora esperada de llegada las 8:30 de esa tarde.
Su secretaria suspiró: “¿Este hombre no se levanta nunca de buen humor?” Iba a tener que buscar otro trabajo, este empezaba a no compensarla.

En el despacho de Carla
Tras colgar el teléfono, entra Joanna para tratar unos asuntos con ella. Al acabar, fija su vista en la maleta que había en una esquina y la interroga con la mirada.
Carla le responde: “Fin de semana fuera de casa. Tengo varios asuntos.”
Joanna, con picardía: “¿De qué tipo?”
Carla la mira seria, sin responder.
Joanna, imaginándose el tipo de los mismos: “¡Ya era hora!”
Carla: “No.”
Joanna, descorazonada: ¿No?
Carla: “Me gusta, me gusta de verdad.”
Joanna: “¿Y cuál es el problema?”
Carla: “Son varios.”
El principal en el que pensaba Carla era, que no tenía muy claro qué significaba ella para Diego, ¿una diversión pasajera, tal vez?
Joana, meneando la cabeza: “Carla, la idea era que te animaras un poco, no acabar de nuevo con el corazón destrozado.”
Carla, con un esbozo de sonrisa: “Ya me conoces.”

En el aeropuerto
Por la tarde, Diego, sin saber muy bien porqué, va a buscar a Carla. Ella le había dicho que quedaban en el hotel, ¿qué diablos hacía él allí? Para colmo, el vuelo llegaba con retraso y él no era precisamente un hombre paciente.
Carla, con su equipaje de mano, ve a Diego y sonríe, no esperaba verlo allí. ¡Dios! Le gustaba hasta con abrigo y traje negros… y con la dichosa gomina. Al llegar donde está él, le dedica una de sus sonrisas y un: “¡Qué inesperada sorpresa, señor de la Vega! ¿A qué debo este honor?”
En el aparcamiento, Carla sonríe de nuevo al ver el enorme Mercedes de Diego. ¡Cómo no! Negro.
A Carla no le gustaba el negro, el negro para ella significaba la ausencia de color, y el color era vida.
Carla, con una sonrisa irónica: “Diego, no hacia falta que vinieras a buscarme en Mercedes. A mí, no necesitas impresionarme.”
A Diego tampoco le hizo gracia este comentario y le respondió serio: “Si pretendiera impresionarte no hubiera traído este.” (Hubiera llevado el deportivo.)
Carla se rió, refiriéndose al coche que hubiera traído entonces: “Negro también, supongo.”
Lo último tampoco contribuyó a mejorar el humor de Diego.
Carla con otra sonrisa irónica: “Diego, creo que mi compañía no te está resultando demasiado agradable… (con voz muy suave) ¿Prefieres que coja un taxi como era mi idea?”
Esta vez fue Diego el que soltó una carcajada: “¡Eres capaz!
Carla le miró y le dedicó una sonrisa sincera: “Gracias por venir a buscarme. Hacía mucho que no me recibía nadie en un aeropuerto.”

Diego estaba enfadado consigo mismo por haber ido a buscarla pero, eso no era culpa de ella. El ofrecimiento de coger un taxi le hizo gracia porque, ella era la única persona que, conociéndolo, se atrevería a hacerlo.

Por su parte, Carla pinchaba a Diego por dos motivos, el primero porque era un poco su forma de ser, el segundo, y principal, como defensa. Era consciente de que empezaba a estar colgada, y aquello no tenía visos de llegar a ningún lado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOLA!!JOE CHIKILLA CADA VEZ NOS DEJAS CON MAS SABOR DE BOCA!!COMO ESTA LA HISTORIA EN SERIO CADA VEZ ME GUSTA MAS, ESO SI A VER SI YA POR FIN HACES SUFRIR A ESTE DIEGUITO Y TERMINA CON CARLA QUE LA POBRE LO ESTA PASANDO MAL, PUES NA TE DEJO QU EYA ESTOY DEJANDO MUCHAS COSAS SIN HACER Y E FALTADO DOS DIAS AL TRABAJO POR CULPA DE LA GRIPE ASIQUE ENGA UN BESAZO WAPISIMA! A SOY NOA JEJEJE ENGA CIAOOOOOO