lunes, 17 de septiembre de 2007

2. Cazador Cazado (Diego a la conquista de Carla)


Carla portada especial en Bulevar: 20 AÑOS EN PORTADA
Carla y Diego: SESIÓN DE FOTOS

Diego a Sandra, en la cafetería, con una de sus desagradables sonrisas: "Veo que debéis de estar muy mal ‘hermanita’ si recurrís a ‘viejas glorias’ para la portada de Bulevar".
Carla, en un descanso de la sesión de fotos, ha ido a la cafetería y llega a tiempo para oír el comentario de Diego, que no la ha visto llegar porque está de espaldas a la puerta. Carla, detrás de él, con una sonrisa de ironía, dice: "No sé si darte las gracias por el piropo".
Diego se da la vuelta y ve a Carla, sonriente y magnífica. Diego, en contra de lo acostumbrado, se queda boquiabierto, sin palabras.
Carla, con otra sonrisa de ironía, añade: "Yo también me alegro de verte, Diego".
Diego, con la mirada y la galantería que sólo utiliza para conquistar a las mujeres hermosas: "Estás soberbia, Carla."
Carla: "¡Ah! Supongo que, después de todo, el tiempo no ha tratado tan mal a esta … ‘Vieja Gloria’ aunque, … me temo que no se puede decir lo mismo de ti", acercándose a él, "debe de ser por ese carácter ‘tuyo’ ", separándose le dirige otra sonrisa irónica.
Sandra tiene que taparse la boca para no reír.
Carla se dirige a pedirle una botella de agua a Marga.
Sandra suelta una carcajada ante la mirada de odio de Diego y con un gesto le dice: "Te aseguro
que me llamas a mí ‘vieja gloria’ y no soy tan ‘educada’."

En la sesión de fotos:
Diego envía a Bulevar un enorme ramo de flores para Carla y le ruega que acepte sus disculpas y una invitación a cenar.
Carla no acepta la invitación.
Diego le manda dos ramos de flores, Carla vuelve a negarse.
Diego le envía otros tres ramos de flores.
Richard se queja ante tal avalancha de flores, ya que distraen su "espíritu creativo". (En total le ha enviado 6 ramos)
Carla, muerta de la risa, llama a Diego: "Acepto la invitación para cenar, pero ‘sólo’ por lo mucho que me he reído, hace tiempo que no me reía tanto. Bueno, por eso, y para que no me echen de Bulevar por provocar una crisis a algún alérgico (se ríe). Pero te advierto que hay condiciones:
Uno: nada de un sitio de esos estirados tipo Luxury.
Dos: nada de gomina, o me va a parecer que estoy cenando con un banquero.
Y lo último, (con una voz más suave) y más importante, que dejes en casa la careta y el disfraz de ‘malo’. "
Diego ofrece ir a recogerla a su hotel pero Carla le indica que le verá en el restaurante. Cuelga el teléfono.
Richard vuelve a quejarse, no han terminado la sesión de fotos.
Carla mira la inundación de flores a su alrededor y sigue riéndose. Richard le dice que así está estupenda y continúan con la sesión.

En la cena:
La Carla de la cena es una mujer con una cierta actitud irónica y desafiante, poco que ver con la mujer comprensiva con la que cenó Álvaro en Londres.
Diego tiene una actitud menos agresiva y más cordial que de costumbre. (Parece menos repelente que el Diego de siempre)
Cuando Carla llega al restaurante Diego ya está sentado esperándola, se levanta al llegar ella y le retira la silla. Carla le mira y le dice con una sonrisa: "No le pega tanta galantería, Sr. De La Vega". Ya sentada le pregunta: "¿Qué opinión le merece a usted esta ‘vieja gloria’ ahora, sin las milagrosas manos de Choni?" (Choni es la mejor maquilladora de Bulevar. Se refiere a que va apenas sin maquillar, como suele acostumbrar.)
Durante la cena Diego le pregunta qué ha sido últimamente de su vida. A lo cual, Carla responde, con cara pensativa: "Mi vida,… en unas pocas palabras…
un niño al que adoro, pero que acabaría con las energías de cualquiera;
un trabajo de cierta responsabilidad, que según todos, no hago mal;
un ex, al que si por mí fuera no miraría a la cara, pero con el que intento mantener una relación razonablemente cordial por mi hijo, y créeme, es mucho intentar;
y la poca independencia que mi hijo y mi trabajo dejan."
Mirándole con una sonrisa de ironía, "La tuya me la estoy imaginando: dinero, lucha de poder por Bulevar, faldas y de nuevo 'dinero y poder'." (Con la misma mirada irónica) "No pongas esa cara, eres un tiburón, sólo que, sin la gomina y sin el traje negro (sonrisa) … lo disimulas un poco."
Extrañamente Diego se ríe, pero de una forma más natural que de costumbre. Cambia de tema hablando de la carta del restaurante.
Carla: "¿Qué tal el confit en este sitio?"
Diego, con una de sus sonrisas irónicas: "El pato es la especialidad de la casa".
Carla: "Entonces confit. Voy a tomar algo hipercalórico, no sea que a Richard se le ocurra mañana que pose en traje de baño en pleno invierno. Cuando le cuente lo que he cenado hoy pondrá cara de horror y ni se le ocurrirá mencionar la palabra ‘bikini’ ".
Diego, con actitud de conquistador, le indica que estaría magnífica como siempre.
Carla: "Diego, ¿no crees que ya no tengo edad para dejarme conquistar por las tretas usuales? ¿Pedimos? El vino te dejo elegirlo a ti, ya sabes que yo prácticamente solo bebo agua. Nunca entendí la afición de Sandra al champán, debe de ser que nunca le cogí el gusto a las dichosas ‘burbujitas’ ".
Al final de la cena, Diego le ayuda a ponerse el abrigo y, con una de sus sonrisas, le propone ir a tomar una copa.
Carla, se da la vuelta, le separa con el dedo índice y con cara seria le dice: "Diego, si yo fuera tú, no tentaría a mi suerte. La cena, no incluye ‘en modo alguno’ una invitación a mi cama. Tengo la costumbre de no ser el trofeo de alcoba de nadie", con una sonrisa añade, "además, después de la cena de hoy, sólo me faltaba que Richard me vea mañana con ojeras. Ha sido un placer volver a verte después de tanto tiempo." Le da un beso en la mejilla, "el próximo día te invito yo... a comer", y se va a su hotel.
Diego la ve alejarse, (con una de sus sonrisas habituales) había olvidado lo hermosa que era y, a pesar de la maternidad y del comentario del bikini, sigue teniendo un cuerpo espectacular. La negativa de ella hará más interesante el reto de llevarla a su cama.

Al día siguiente:
Desde su despacho, Diego llama a Carla para quedar a comer. Carla se ríe y le dice: "Te has dado prisa en tomarme la palabra de la invitación. Lo siento, pero no puedo, en cuanto acabe la sesión de fotos tengo que pasar por la oficina de Madrid y luego vuelvo a Londres."
Diego al otro lado del teléfono le dice con una de sus caras que es una pena.
Carla le contesta riéndose: "no te preocupes, tengo intención de volver para la Pasarela Cibeles. Te llamaré para devolverte la invitación".
Diego le pregunta con ironía si a desfilar.
Carla le responde: "Diego, sobran las bromas, vengo por temas de trabajo". Carla cuelga a Diego y menea la cabeza.
Sandra le pregunta: "¿con quién hablabas?".
Carla le responde: "Con Diego." Sandra pone cara de asombro y un poco de asco. Carla continúa: "No te preocupes. Son básicos, no hay como decirles que no están invitados a tu cama para que les resulte la mar de atractiva." Ante la mirada horrorizada de Sandra, continúa: "No me mires así Sandra, lo último que me apetece en este momento es liarme con nadie, y menos aún con tu hermano."
Sandra: "¿Entonces vienes a Cibeles?"
Carla, riéndose: "Sí, digamos que mi ‘plan’ ha dado sus resultados."



Blog de Bea

LA COMETA AL FIN VOLÓ

Queridos Blognautas,

No os podéis imaginar lo feliz que he sido en Oropesa. Aunque, con un pequeño sobresalto inicial ya que, confirmando mis temores, mi padre y Carol decidieron rememorar su primer encuentro en el hotel. Finalmente, debido a un "inoportuno" catarro de mi progenitor, tuvieron que retrasar unos días su viaje. Así que, Álvaro y yo pudimos disfrutar de nuestro viaje sin miedo a que nos pillaran ojos indiscretos.

Los paseos por la playa de esta vez han estado llenos de besos y abrazos y ... qué queréis que os diga, ahora entiendo porqué me enamoré de Álvaro. Álvaro me dio una sorpresa que no me esperaba en absoluto. ¿Os acordáis de lo que le regalé después de Reyes el año pasado? Ese regalo por el cual me echó una bronca terrible cuando casi lo descubre Cayetana .... ¿Habéis hecho ya memoria? La cometa, que yo pensé que había tirado a la basura.
Estábamos en la playa cuando Álvaro sacó la cometa y allí tendríais que habernos visto a los dos como niños, jugando con la cometa. Lo malo, es que mucha maña no teníamos y ante una ráfaga de aire, en un momento en el que estábamos entretenidos en otros menesteres (dándonos un beso) … el viento se la llevó.
Parece mentira todo lo que puede pasar en un año, como se puede pasar de la felicidad a la completa miseria y de nuevo a la felicidad. La diferencia es que el año pasado mi felicidad se debía a una mentira.

Este año, y con motivo del viaje, decidí comprar otro modelito de lencería, un poco menos “angelical” que el del año pasado. Si el del año pasado no pude estrenarlo, el de este tampoco he podido utilizarlo demasiado, pero por motivos completamente distintos. Álvaro no me ha dado apenas tiempo a ponérmelo.

Por cierto, hemos pasado de nuevo por delante de la “Bocca della Verità”, pero esta vez Álvaro no ha querido jugar. Me ha dicho que la próxima vez que meta la mano será en la original, en la que hay en Roma y que, si me apetece, iremos de vacaciones a Italia este verano.

Creo que no ha acontecido mucho por Bulevar en nuestra ausencia. Richard está entusiasmado tras la sesión de fotos de La Guapísima, a pesar de los recelos de ella a posar después de tantos años alejada de los flashes. Lo que me ha dado pena perderme ha sido lo que me ha contado Sandra. Al parecer, su hermano Diego, alias Cara Acelga, apareció y llamó a Carla “vieja gloria” a sus espaldas. Hay que ser cafre, y él lo es, para dedicarle a esta mujer semejante apelativo. Sandra se partía de la risa mientras recordaba como Carla, sin perder la sonrisa, le puso firme con una simple frase. Creo que Sandra tiene razón, va a empezar a gustarme esta mujer. También me ha comentado algo sobre una “inundación” de flores, pero yo estaba en las nubes recordando los dos días que hemos pasado en Oropesa y ya no le presté mucha atención.

Os dejo, voy a intentar bajar a la tierra y centrarme en el trabajo.

Una blognauta voladora de cometas.


CARLA EN CIBELES
Pasarela Cibeles. Lunes
Carla regresa al cabo de unos días a Madrid, asiste a los desfiles de la Pasarela Cibeles que va a incluir en el especial "Moda de España" de la revista en la que trabaja.
Carla llama a Diego, le invita a comer aunque, está liadísima y no puede dejar Cibeles. Pueden quedar allí, la comida no es muy buena, pero a cambio, le indica irónicamente, podrá conocer a un montón de ‘guapas modelos’.
Diego llega a Cibeles, ve a Carla hablando con un diseñador cuyo desfile ha sido esa mañana. Llega cuando le está comentando de forma un tanto amanerada: "Es una pena que no me hayas avisado, si te apetece venir en la próxima edición dímelo y te hago un vestido especial para ti, para que estés magnífica sobre la pasarela, como siempre".
Carla se ríe a mandíbula batiente mientras le responde al diseñador: "Tú quieres que me salgan un millón de arrugas de tanto reírme, ¿verdad? ¡Iba a parecer la madre de todas las modelos! Los organizadores pondrían el grito en el cielo."
A Carla nunca le han importado las arrugas a la hora de sonreír o de reírse, piensa que las mujeres que van serias por la vida para que no tener marcas de expresión no saben lo que se pierden, "la risa es salud". Carla ve a Diego, le hace una señal con la mano. Al diseñador le comenta: "Cuando haya preparado el reportaje, hablamos para ver te parecen los diseños y las fotos que haya escogido. De momento tengo un par de favoritos. Estamos en contacto".
Ya con Diego: "No tengo mucho tiempo, estoy hasta arriba de trabajo. Es curioso, después de tantos años, se me habían olvidado las carreras del backstage."
Diego le pregunta si echa de menos la vida de modelo.
Carla le mira, con una sonrisa: "¿Echar de menos la vida de modelo? ¡En absoluto! Cuando lo dejé no faltaron comentarios de todo tipo. Los hay que insinuaron que lo dejaba porque ya no me llamaban tanto como antes y mi caché empezaba a bajar. Otros dijeron que emulaba a la gran Greta Garbo dejándolo antes del comienzo del (con un gesto) ‘declive’... Lo cierto, es que dejé este mundo de apariencias porque me aburría desde hace tiempo, quería hacer otras cosas en mi vida."
Diego se muestra extrañado.
Carla continúa: "Podría haberme dedicado a no hacer nada, a ir de compras de aquí para allá, a que me fotografiaran en tal yate, etc. Pero parece que me encanta complicarme la vida. El problema es que no me daban demasiadas oportunidades fuera del mundo de la moda así que decidir aprovechar la oferta de esta la revista e intentar hacer las cosas a mi manera. Lo único que siento es estar siempre hasta arriba de trabajo. Para poder pasar más tiempo con Joël acabo llevándome el trabajo a casa, y poniéndome con ello después de acostarle."
Diego: "¿Y el reportaje para Bulevar?".
Carla, con ironía: "Aunque no te lo creas, a Sandra y a Álvaro les costó bastante que esta 'vieja gloria' aceptara. Creo que lo hice por el lazo sentimental que me une a Bulevar y porque, en el fondo le tengo cariño ‘a la loca’ de Richard." "Bueno, basta de hablar de mí. (Con una sonrisa) ¿Es muy interesante la vida de los 'tiburones financieros'?"
Tal y como le había anunciado Carla, la comida no es la del Luxury a la que él está acostumbrado. Diego le propone cenar esa noche. Carla se niega: "Imposible, tengo que analizar todo lo de hoy, mirar todas las fotos, ir preparando el reportaje, terminar de preparar las entrevistas de mañana. Además de revisar algunas cosas que quedaron pendientes en Londres."
Diego, con una de sus bromas: "Pensaba que eras la directora de contenidos, no una reportera."
Carla le responde de la forma más natural: "Me he involucrado especialmente en el reportaje ya que ha sido idea mía. Además, conozco a gran parte de los diseñadores y he supuesto que preferirían hablar con alguien conocido a hablar con un reportero inglés al que no conocen de nada. A la mayoría les ha interesado el reportaje por la oportunidad que representa para el exterior y saben que intentaré hacerlo de forma elegante."
La mujer de hoy no está a la defensiva como en la última noche, simplemente está centrada en su trabajo. De vez en cuando saluda a alguien. Él, con otra de sus sonrisas irónicas, le comenta que pensaba que en este mundillo volaban los puñales. "Sí", responde ella, "a veces puede haber algunas rencillas entre algunas modelos, pero (con un guiño) es mejor llevarse bien con los maquilladores y peluqueros, si no quieres salir a la pasarela hecha un adefesio." Diego sabe que eso último no es cierto, la conoce desde hace unos veinte años y cada vez que llegaba a Bulevar repartía sonrisas y hablaba con todo el mundo, daba igual que fuera maquillador, recepcionista o encargado de la limpieza.
Diego le propone quedar para cenar al día siguiente.
Carla, con cara divertida, le pregunta: "Diego, no estarás intentando seducirme, ¿verdad?"
Diego le asegura con una de sus sonrisas y sus gestos: "No, pero... no sería mala idea."
Carla se ríe: "Te advierto que no te iba a servir de nada", mientras le dirige un gesto y una sonrisa, "como entiendo que es NO, te invito yo a cenar. (Mirando los platos sobre la mesa) Esta vez, en vista de la comida de hoy, si te apetece, podemos ir al Luxury, aunque nunca he entendido porqué os gusta tanto ese restaurante."
Diego piensa que la mujer de hoy es tan interesante como la del otro día.
Carla, con una sonrisa, señalándole el pelo: "Mejor sin gomina", y el traje negro que lleva (con un gesto simpático), "y sin el disfraz de malo." Poniéndose un poco más seria, "siempre tengo una videoconferencia con Joël antes de acostarse y con el cambio de horario con Londres no puedo quedar antes de las 10."
(Como ha venido a trabajar ha dejado a su hijo en Londres. Aquí el pobre se pasaría el día con la nanny inglesa que no conoce Madrid y sólo habla las 4 palabras de castellano que le ha enseñado el niño. Ha hecho un pacto con su ex para cambiarle la semana que tendría que estar con él.)
Carla se despide de Diego. Diego sigue poniendo una de sus sonrisas mientras ella se aleja para hablar con alguien. Se queda hasta el viernes... eso le da tiempo para seguir adelante con su plan de "conquista". Cuanto más dura la batalla... más sabrosa la victoria y viéndola, es indudable que el premio merece la pena.

Pasarela Cibeles. Martes
Carla cena con Diego en el Luxury. En la despedida, Diego intenta acompañarla al hotel, Carla le sonríe y le dice: "Diego, la advertencia del otro día sigue en pie. Hasta mañana".
Diego la ve alejarse con ojos distintos a los de la última cena. Ese este "hasta mañana" no deja muy claro si es una fórmula de cortesía o quedarán mañana, entiende que lo primero. Está muy equivocada si cree que se va quedar de brazos cruzados, sólo le quedan dos noches para lograr su objetivo y cada vez tiene más claro que quiere conseguirlo.

Pasarela Cibeles. Miércoles
Ese día es Sandra quien come en Cibeles con Carla. Sandra comenta que es una pena que haya tan poco modelo masculino. Carla se ríe, "¡no cambiarás nunca! Dime, ¿qué tal con Gonzalo? Ni en un millón de años hubiera pensado que podrías tener algo con Gonzalo".
Sandra le replica: "Yo tampoco, pero chica, que me pilló en un momento tonto y no veas lo bien que me lo he pasado jugando con él, de la misma forma que él estaba acostumbrado a jugar con otras mujeres".
Carla: "¡Eres mala!".
Sandra: "No más que ellos." (Risas de ambas)
Cuando Sandra se entera de que ha quedado varias veces a cenar con Diego se muestra horrorizada, no entiende como puede "salir" con su hermano.
Carla le dice: "Sandra, no estoy ‘saliendo’ con tu hermano. Simplemente hemos quedado un par de veces."
Sandra: "¡Ah! ¿y a eso no lo llamas tú ‘salir’?"
Carla: "Deberías estar contenta de ver que Diego pueda mantener una conversación con alguien sin intentar "apuñalarle", como dirías tú. (Con un guiño y moviendo su dedo índice en círculos) Además, así no lo tienes ‘acechando’ por Bulevar."
Sandra, con uno de sus gestos: "Ten cuidado. Diego puede llegar a ser violento si no consigue lo que quiere."
Carla, con una risa: "¡Por dios, Sandra! ¡No pensarás que va a aprovecharse de mí! ¿a estas alturas?", añade: "No te preocupes, tengo experiencia esquivando viejos trucos de seducción. Después de mi separación no faltó quien pensara que era el momento idóneo para atacar a esta ‘pobre mujer separada’. Además, (riéndose) recuerda que Diego me llamó ‘vieja gloria’."
Sandra, preocupada, conoce a Diego: "Aún así, no me quedo tranquila."
Carla, "vamos a dejar ya de hablar de Diego y termina de contarme qué ha sido de tu vida, el otro día no tuvimos tiempo."

Diego decide cambiar de estrategia, esa tarde la sorprende presentándose en Cibeles al acabar los desfiles. Ella se muestra muy seria y le comenta que ya ve que le ha cogido afición a verse rodeado de modelos. Le dice que lo siente, pero tiene que trabajar. Diego le propone ir a merendar, conoce una cafetería cercana con una tarta de chocolate estupenda.
Carla enarca una ceja mientras le dice: "Creía que no te gustaba el dulce."
Diego le contesta, con uno de sus chistes jocosos, que nunca dijo eso.
"Ya", replica Carla, seria, "pero no parecías tenerle muchas ganas al bizcocho de chocolate de Marga y te aseguro que estaba delicioso".
Diego está a punto de decirle en plan jocoso que seguro que ella también está deliciosa pero,... está claro que eso no sirve con ella. En lugar de eso, le insiste en que las tartas son de las mejores de Madrid.
Carla: "No me tientes. Está bien, te doy poco más de media hora. Un café y un trozo de tarta. Tengo un montón de trabajo." "¿Está cerca?"
Diego asiente.
Carla indica: "Vamos andando."
Diego se ríe mientras le pregunta si está segura, tiene el coche afuera.
Carla le dice: "Segura. Siempre me ha gustado pasear por la ciudad. Lo malo es el frío que hace en febrero. Creo que cambiaré el café y la tarta por una taza de chocolate."
Acabar con una simple taza de chocolate no era la idea de Diego, pero está claro que ella no está dispuesta a más.
A pesar de todo, el Diego que sale con ella no se parece demasiado al Diego que suele hacer sus visitas por Bulevar. Parece otro, sus sonrisas y sus bromas son menos irónicas y desagradables que de costumbre, sus sonrisas parecen sinceras. Sólo le queda una noche... y piensa aprovecharla, se ha tomado muy en serio el acabar en su cama. Ha conocido pocas mujeres como ella, con la que no sirve de nada alardear. No lo reconocería nunca, pero ha disfrutado de la tarde..., de la tarde y de cada una de sus cenas con ella.

Pasarela Cibeles. Jueves.
Última noche de Carla en Madrid. La pasarela acaba el viernes y Carla tiene el vuelo a Londres nada más acabar la edición.
Diego llama a Carla y le propone quedar a cenar. Ella le increpa: "Diego, me temo que estás dejando abandonada a alguna de tus amantes y no quiero que luego me odien. En serio, tengo que retirarme pronto, mañana tengo mucho lío. Por la mañana no voy a Cibeles, es el día de los diseñadores noveles, me gustaría ir, pero irá mi grupo. Yo he aprovechado para concertar cita con un par de diseñadores que no han acudido a la presente edición, pero que me interesaría incluir en el reportaje. Además no he parado en toda la semana."
Diego insiste de nuevo.
Carla, con desesperación: "¿Es que los 'de la Vega' no os dais nunca por vencidos?"
Diego, con una de sus bromas: "No. Marca de la casa."
Carla lo deja por imposible: "Está bien, a las 10, pero a un sitio informal, por favor. Si vuelvo a ir al Luxury voy a acabar con complejo y tragándome un palo para quedarme tan tiesa como el maître."
Diego se ríe: "No creo que te dejaran entrar en el Luxury si te oyeran decir eso."
Carla, con voz y aspecto de cansada "No me importa. (Mirando el traje que lleva) Ahora, lo que me apetece es quitarme el ‘uniforme’ de trabajo y, sobretodo, (con un suspiro) ‘bajarme del tacón’."
Diego, de broma: "Marchando un sitio informal para la señora."
Carla piensa, "algo me dice que me voy a arrepentir… ¡Tonterías mías!"

El local escogido por Diego tiene dos plantas: la de arriba es restaurante y la de abajo es un pub, en el que la mayor parte de la música que ponen está en castellano, supone que ella estará harta de escuchar música en inglés. Lo ha elegido con ‘mucho cuidado’.
Después de cenar Diego le propone ir tomar algo en la parte de abajo. Carla se siente tentada, le encanta bailar y ya no recuerda el tiempo que hace que no sale a bailar, la verdad es que hasta venir a Madrid no salía apenas.
Carla: "Veo que me conoces mejor de lo que yo pensaba: primero pato, luego chocolate, ahora baile… ¿Hay alguien que ha estado haciendo los deberes con algún ‘inútil’ propósito?" Amenaza nuevamente a Diego con un dedo mientras le dice: "Una copa tú, algo sin alcohol para mí, y después cada mochuelo a su olivo, Diego".
Diego le pregunta descaradamente si no hay manera de llevarla al 'mismo'.
Ella, "Diego, ¿cuántas veces he de decirte que pierdes el tiempo? Creo que la ‘conocida’ que se ha acercado a ‘saludarte’ durante la cena estaría ‘encantada’ de ir contigo donde tú quieras." (Durante la cena se ha acercado una de las amantes de Diego, un tanto celosa por encontrarle con otra mujer y descubrir que ese es el motivo por el cual no la ha llamado últimamente).
Ya en la parte de abajo Carla se disculpa y va al aseo. Allí, la chica del restaurante se hace la encontradiza con ella. Visiblemente celosa, intenta simular que no la ha visto entrar y la ataca (verbalmente) hablando con una amiga: "No puedo creer que Diego ande perdiendo el tiempo con ‘una vieja’. Aunque, he de reconocer que no está tan mal para la edad que tiene, considerando que hace ya 1000 años que dejó la pasarela". Carla sin perder la sonrisa sale de la cabina y le dice: "Querida, cuando llegues casi a los 38, con un niño que no para, un interminable trabajo de oficina, y un ex como el mío, … entonces hablamos cuanto quieras. (Poniendo cara de comprensión) Además, para tu consuelo, te diré que lo único que tengo de vieja es que soy una ‘viejíiisima’ amiga de la familia y no tengo ‘ninguna intención’ de ser otra cosa. ¡Uf! (Haciendo un gesto con la mano e imitando voz de 'diva') Tengo que dejaros, ‘a mi edad’ hay que retirarse pronto para que no se marquen más las patas de gallo." (Lo último va claramente con sorna porque no tiene ni una sola pata de gallo)
Cuando llega al lado de Diego le comenta: "Veo que te gustan las chicas con uñas, he tenido que esquivar las garras de cierta gata celosa en el baño."
Diego se ríe, ciertamente la gata a la que ella se refiere las tiene bien afiladas. Le da un vaso, ella lo prueba, "Diego, si no me equivoco, este zumo de piña lleva un ‘extra’ que no había pedido. No te va a servir de nada." Deja el vaso en una esquina y no vuelve a probarlo.
Carla decide disfrutar un poco, le encanta bailar y hace mil años que no lo hace. Diego la observa, ella destaca en vaqueros en una sala llena de jóvenes modelos. Esta seguro de que, en estos momentos, más de uno de uno de los presentes le está envidiando y eso que no la conocen...
Tras un rato, ponen "El Rey Tiburón" de Maná, él decide aprovechar la ocasión y le propone bailar. Carla le mira extrañadísima y le pregunta si ‘él’ sabe bailar ‘eso’. Diego, con tono de broma, le responde que entra dentro de las dotes de todo seductor. Ella le mira irónicamente y le dice: "no me lo creo. Pero está bien, comprobémoslo".

Suena la música:



Cha cha cha…
Todos me llaman el pez Tiburón
El rey de los mares salados
Todos me llaman el pez Tiburón
El rey el amante dotado
Ay ay ay
Ahí voy desafiando el amor
En busca de algunas sirenas
ay ay ay ay ay ay
Ahí voy mordiendo el amor
Cuidado sirenas yaaa ha llegado
Y está desenfrenado
Ya llegó el Tiburón

Y viene el Tiburón que tiene todo todo en su vida
Y en realidad está en soledad
Y viene el Tiburón que nunca encuentra solo anda en busca
Busca su presa amor ya llegó, ya llegó el Tiburón

Soy el rey de la mar Tiburón
El que te come a besos
Pero yo soy el rey del mar Tiburón
El que te come mi amor
ay ay ay bom bom mi sirena de amor
Y ten cuidado del beso
ay ay ay ay ay
Ese exceso de amor que ya llegó el Tiburón

Tras acabar el baile, Carla, con una sonrisa, le dice "no ha estado mal, señor tiburón".
Diego no la suelta, mira sus ojos.
Carla, intenta separarse, y en tono de broma: "creo que es hora de que esta sirena se retire al fondo del mar, antes de que algún tiburón quiera zampársela".
"Demasiado tarde" le dice él, la acerca más y la besa. Se separa de él, tiene muy claro qué es lo que él quiere, le mira a los ojos y le dice: "Te dije una vez que no tenía costumbre de ser el trofeo de alcoba de nadie."
Diego intenta retenerla sujetándola suavemente del brazo, ella le mira muy seria, "suéltame, por favor. Esta vieja sirena ya ha tenido bastante con su ex, no quiere saber nada más de tiburones." Él la suelta, ella, enfadada, le dice: "veo a otra sirena que está deseosa de ser devorada. De hecho, casi me muerde a mí por creer que quería quitarle el puesto."
Diego se queda un tanto perplejo, no se lo esperaba. Carla sale, y "la otra sirena" aprovecha para acercarse, el dinero de Diego le resulta la mar de atractivo.
Diego creía que "ya la tenía", sus ojos y el beso que se "habían" dado decían justo lo contrario a sus palabras. Él no era prolijo en besos, usualmente iba "más al grano", los besos eran para quinceañeros y sensibleros. Desde luego no tenía intención de haber montado en público este "numerito" en plan adolescente, pero por fin la tenía a tiro y había aprovechado la oportunidad. Lo cierto es que, aunque no lo reconozca, no lo había podido evitar.
Nicky, "la otra sirena", era increíble en la cama, fuera de ahí no le interesaba en absoluto y tenía muy claro que a Nicky, lo que le atraía era su dinero. (Diego pone una de sus sonrisas) Quizás no estaría mal quitarse el mal sabor de boca de la negativa con Nicky. Sale del local con Nicky, al menos la noche no se presenta tan mal.
Diego está con Nicky, pero no se la puede quitar a ella de la cabeza. Entre el beso que acababa de darle Nicky y el de ella... no entendía porqué, veía la diferencia. La cama de Nicky merecía la pena, la de ella no la había probado. Duda, había puesto demasiado empeño en conseguirla a ella, se lo había tomado como un reto personal y no la podía dejar escapar tan fácilmente…

Carla está en su hotel, se ha cambiado de ropa, ha encendido su portátil para intentar centrarse en el trabajo. Está enfadada con ella misma, ¿está loca o qué? ¿A qué ha venido todo este ‘jueguecito’ que se ha traído con él? Sabía perfectamente lo que él quería y lo peor, ha estado apunto de dejarse llevar. ¡Dios!, conoce a Diego desde hace años, y no le apetece pasar a engrosar la lista de un hombre que para colmo no parece tener escrúpulos. Lo que le ha contado Sandra debería haberle dejado helada la sangre en las venas. Y ella, como parece que es una estúpida, se ha dejado atraer por Su cara más amable. "Carla", se dice, "el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y tú, has estado a punto de llevarte la palma. ¿Es que no escarmentaste con tu ex? Parece que no."
Llaman a la puerta de su habitación. Es Diego. Carla muy seria, le abre la puerta, y sin dejarle pasar le dice: "Creía que había dejado las cosas claras. No creo que nos quede nada más por aclarar."
Diego sin decir ni una palabra la besa de nuevo.
Carla se separa y cerrando los ojos le dice: "¡Hum! (abriendo los ojos) Si la otra sirena estaba tan dispuesta a dejarse devorar, ¿por qué vienes a mí?"
Diego intenta decir algo.
Carla, seria, haciendo un gesto con la mano y meneando la cabeza, "No te molestes en negarlo. Puedo ver cuánto se ha acercado a ti por el olor de su perfume. Tengo un olfato finísimo. De hecho, podría haberme ganado la vida como perfumista."
(Ella piensa, "mi marido no supo jamás que fue así como empecé a sospechar. Cuando dejó de ser tan cuidadoso y las duchas de después de sus escarceos se las daba en casa de ella, justo antes de venir a casa. Podía oler el perfume de otro gel de baño en su piel.")
Diego la besa de nuevo. Ella cierra los ojos (real y figuradamente), los abre y le dice: "señor tiburón, habrá que borrar el aroma de la otra sirena, si pretende que ‘ésta’ se quede con usted". Él entra y cierra la puerta.
"Diego", le susurra ella, "desde mi separación, no …".
Él no la deja acabar, a ella ‘sí’ que se la comería a besos.
"... ha habido nadie", termina ella mentalmente. "¡Dios!", piensa ella, "mañana me arrepentiré, sé que me arrepentiré".

A la mañana siguiente.
Diego duerme profundamente. Carla se levanta, se ducha mientras piensa: "cómo si no hubiera tenido bastante con la ducha que ‘nos dimos’ anoche", recoge todo y sale de la habitación. ¡Esto es ya lo que le faltaba! Huir como una chiquilla de su propia habitación. ¿Se puede saber qué excusa se había puesto a sí misma la noche anterior? ¿Acaso había sido tan patética como para sentirse halagada por el hecho de que él rechazara a una de sus amantes, de veinte y pocos años, para venir a ella?
Se dirige a recepción, el encargado le sonríe y le saluda: "Buenos días señora Marín, ha madrugado usted mucho". "Sí", responde ella, "tengo una cita importante a primera hora". El encargado la conoce desde los muchos años que lleva siendo clienta del hotel y siempre le ha parecido "una señora", no parece tener buena cara. "¿Se encuentra usted bien?", le pregunta.
Ella le responde: "Sí, muchas gracias. Si no les importa, dejaré mi equipaje en consigna, pasaré a recogerlo antes de ir al aeropuerto." Antes de salir añade, "la tarjeta de la habitación se la entregará el señor De La Vega, si pregunta por mí le ruego que le indique que he tenido que salir de forma urgente." (Ni valor he tenido para dejarle una nota, piensa).
El encargado disimula la sorpresa que le ha producido oír esto último, está acostumbrado, aunque no lo esperaba de ella.
Carla sale del hotel y se dirige a las oficinas del diseñador con el que tiene concertada la primera cita de la mañana.

En las oficinas del diseñador:
Tras saludarse, él le dice: "Estás magnífica, como siempre, casi te perdonaré el no ponerte un diseño mío por lo bien que te sienta el que llevas." Ella esboza un intento sonrisa.
Él continúa: "Aunque, hoy no te veo muy buena cara. ¿No te encuentras bien? ¿Quieres tomar algo?"
Ella le responde: "Hoy no he dormido bien (más bien no he dormido nada, piensa), si no es mucha molestia, te agradecería un café".
Él, "ahora mismo lo pido. Me alegro de que te hayas acordado de mí".
Ella, "no, soy yo la que te agradece que me hayas hecho un hueco en tu agenda. Me encanta tu ropa, es elegante, sencilla y práctica, en especial tus vestidos. No podía dejar de incluirla en el reportaje aunque este año hayas decidido no acudir a Cibeles. (Con un intento de sonrisa) Pese a todo, he de decirte que, con esa manía tuya de hacer los pantalones para mujeres con pocas curvas … (con una risa añade) después de mi embarazo ¡me los tienen que arreglar todos!"

En Bulevar
Al final de la mañana se dirige a Bulevar, Sandra se ha empeñado en mostrarle el montaje del reportaje y las fotos de la semana anterior antes de mandarlos a rotativas. En la reunión están Cayetana, Richard, Sandra y Teresa Trigo que, como en el caso de "Mujeres de Verdad", va a patrocinar el reportaje. (Álvaro y Bea se habían ido de viaje esa misma mañana por el ya pasado San Valentín, el día anterior. Álvaro había demostrado ser clásico en ese aspecto y preparó un viaje a Paris.)
En la reunión en la sala de juntas, también despacho de Sandra, Carla apenas abre la boca ni opina demasiado sobre el reportaje. Teresa Trigo está encantada con el reportaje, de hecho, le ofrece a Carla ser la imagen de su marca de cosméticos, es justo el tipo de mujer que buscan, moderna, trabajadora y madre. Cerca de la línea del reportaje de "mujeres de verdad", tendrían como imagen a una mujer hecha a sí misma, en vez de la acostumbrada modelo de apenas veinte años a la que no le ha dado tiempo a tener ni media arruga.
Carla le dice que se siente halagada, pero no puede volver por el momento a Madrid a nuevas sesiones de fotos.
Richard interviene: "Será por fotos, tengo ‘montoones’ de fotos. Lo difícil ha sido escoger unas pocas para el reportaje".
Richard ofrece a Teresa Trigo enseñarle más fotos. Se dirigen al despacho de Cayetana para verlas. Sandra disculpándose, le pide a Carla que se quede un segundo para hablar con ella, no tiene buena cara.
Tras salir todos del despacho, Sandra le pregunta "¿Se puede saber qué te pasa? Si estuvieses en Jamaica no estarías más ausente de lo que estás ahora."
Carla con un intento de sonrisa y una mirada triste: "¿Tanto se me nota?"
Sandra: "Me temo que sí. ¿Quieres un café?"
Carla: "No gracias, ya he tomado uno esta mañana. Si no fuera porque no suelo beber te diría que necesito una copa."
Sandra se acerca a ella: "Me estás preocupando."
Carla: "¿Has oído aquello de ‘hay días en los que es mejor no levantarse’?"
Sandra, un poco desconcertada: "Sí, ¿y?"
Carla: "Pues que hay días en los que es mejor no acostarse … o al menos es mejor hacerlo ‘sola’ ".
Sandra pone cara interrogante.
Carla continúa, "ya ves, parece que a los casi 38 se cometen los errores que no se cometieron a los 18".
Sandra: " A ver, ‘Doña Errores’, ¿se puede saber de qué error me estás hablando?" Con la cara de mujer fatal que sólo ella sabe poner, uno de esos gestos con la mano llevándosela al escote, y de broma, "conociste ayer a un polaco ‘impresionante’, has pasado con él una ‘noche loca’ y por la mañana, cuando te has despertado, te había robado todas las joyas... (cambiando de cara y de voz) que no tienes, porque tú casi nunca llevas joyas, ¿o qué?"
Carla: "Sandra, déjate de bromas que hace muchos años que nos conocemos."
Sandra: "¡Pues ya me contarás de qué me estás hablando!"
Carla: "Ya sabes que lo pasé bastante mal con toda la historia de mi separación."
"No se te habrá ocurrido volver con tu ex, ¿verdad?", exclama Sandra asombrada.
"No", le responde Carla, "y no es porque él no lo haya intentado. Casarme con él fue un error garrafal, lo único bueno ha sido mi hijo. Separarme fue la decisión más acertada, lo único que lamento es haber tardado tanto en quitarme la venda de los ojos. De hecho, fui yo la que pidió la separación".
Sandra: "Pues ya me dirás."
Carla, "Joanna, la directora artística de la revista y amiga mía, me propuso lo que, según ella, era un remedio infalible para olvidarme del mal trago de mi separación."
Sandra: "A saber, ¿algún brebaje misterioso?"
Carla, con media risa: "No, algo mucho más mundano, más de ‘tu estilo’, digamos."
Sandra: "Un buen revolcón."
Carla: "¡Exacto! Me proponía tener lo que ella llamaba ‘a one night stay’, ya sabes, un lío de una noche".
Sandra, divertida: "¿Tú?" (Moviendo la cabeza y una de sus manos) "A ver, me refiero al hecho de que no has tenido un rollo de una noche en tu vida, con esa idea 'romántica' que tienes del amor (y que de tan poco te ha servido, piensa Sandra)" "Un buen revolcón es magnífico para liberar tensiones, incluso dicen que mejora el cutis y da brillo al pelo, … deberías hacerle caso a tu amiga."
Carla: "Le contesté que yo había sido un poco mojigata toda mi vida."
Sandra, con un gesto de su mano: "Doy fe de ello."
Carla: "Y que no me apetecía mucho la idea."
Sandra: "Lo que yo decía, no sabes lo que te pierdes."
Carla: "Pues, como no se puede decir nunca ‘de este agua no beberé’ … (Sandra vuelve a mirarla de forma interrogante) anoche tuve mi ‘one night stay’ particular."
Sandra, extrañada: "¿Particular? Tu amiga te proponía tener un trío, ¿o qué?"
Carla: "No, me refiero que tuve un 'one night stay', pero a mi manera."
Sandra: "Ahora ya no entiendo nada. ¿Qué quiere decir ‘a tu manera’?"
Carla: "A mi manera."
Sandra pone cara de no entender nada: "Bueno, ¿y quién ha sido el afortunado en cuestión?"
Carla la mira con tristeza y no abre la boca.
Sandra se queda pensativa, no reacciona, de repente la mira preocupada: "¿Diego?"
Carla sigue sin abrir la boca.
Sandra, con cara de espanto: "¡Por dios! ¿Cómo se te ha ocurrido? (casi gritando) ¡con Diego!"
Sandra continúa, "¿se puede saber qué te echó en el agua? Porque tú no bebes alcohol, no lo has hecho nunca y por lo que acabas de decirme sigues sin hacerlo."
Carla, intenta reír, recordando el zumo de piña con Cointreau, "No creas que no lo intentó".
Ante el reiterado silencio de Carla, Sandra le pregunta: "no se comportaría como el energúmeno sin sentimientos que es, ¿no?"
(Carla se queda con la mirada perdida, recordando la noche pasada, mientras piensa "No, incluso me besó la cicatriz de la cesárea de urgencia que tuvieron que hacerme cuando nació Joel. Mi ex evitaba rozarla." Con cara de asco, "mientras yo estaba en el quirófano teniendo a nuestro hijo, él estaba en un ‘viaje de negocios’, acompañado de su amante, como descubrí mucho después. El mismo día que me enteré de ello concerté una cita con el mejor abogado de divorcios de todo Londres.")
Sandra ve la última cara que pone ella y, preocupada, insiste: "¿Carla?"
Carla la mira y le responde: "No, para ser Diego, puede decirse que estuvo encantador."
Sandra, en parte aliviada y con un gesto: "¡Mira que me extraña!"
Sandra vuelve a quedarse pensativa, la mira y, con tono de terror en su voz, le pregunta: "Lo de ‘a tu manera’ … no querrá decir que te gusta Diego, ¿verdad?"
Carla sigue sin abrir la boca.
Sandra, con un gesto afirmativo: "Ósea, sí." "Por favor, dime que te has dado un golpe en la cabeza y has quedado temporalmente trastornada."
Carla, con voz triste: "¡Ójala!"
Sandra, pensando en el posible número de amantes de su hermano, sin atreverse ya casi a preguntar: "no estarías tan loca, como para no utilizar protección, ¿verdad?"
Carla procura esbozar otra sonrisa: "No. La utilizamos. Las dos veces."
Sandra ya no sabe qué cara poner, "¡las dos veces!", con sorna, "seamos francas, acostarse con él y 'disfrutarlo', más que un error, yo lo definiría como un milagro".
Carla: "Sandra, por favor."
Sandra, al ver la cara de su amiga, "perdona, no pretendía ofenderte, simplemente no me cabe ‘nada’ en la cabeza. Creo que yo también estoy empezando a necesitar un copazo."
Carla, con la mirada triste: "Sandra, (moviendo la cabeza en modo de negación) no es lo último".
Sandra, perpleja: "¡Ah! ¿’Aún’ puede haber algo más?"
Carla, con la mirada perdida, "es el primer hombre con el que tengo ‘algo’ … después de mi ex."
Sandra: "Pues después del trauma de esto, me temo que va a ser el último".
Carla, con un movimiento de mano y levantándose de la silla, "Sandra, de verdad, no estoy para bromas."
Sandra: "Perdona de nuevo, no era mi intención." Intentando ser comprensiva, "Si hay alguien que pueda entenderte soy yo. También he cometido algún que otro error que ha traído cola (recordando cuando se acostó con Álvaro)".
Carla, anda de un lado para otro del despacho, se detiene, se sienta, con cara y voz de desesperación, mira a Sandra: "Sandra, realmente no sé qué ha sido peor, si acostarme con él sabiendo que yo iba a ser sólo ‘una más’, o dejarme engatusar ‘por la cara amable’ que me ha mostrado en estos días." (Con lo último se refiere al hecho de que le gusta Diego) Moviendo la cabeza, muy enfadada consigo misma "No sé cómo he podido, después de lo que me contaste el miércoles. Sus oscuras maniobras para obtener el poder de Bulevar. Decidí no volver a verle la cara nunca más, pero fue a buscarme a Cibeles y me propuso algo tan ‘inaudito’ en él y tan ‘inocente’, como tomar un trozo de tarta. Ya ves, los hay que venden su primogenitura por un plato de lentejas y yo me dejé embaucar por una taza de chocolate." Tras una pausa, y más enfadada aún si cabe, pero con tristeza, "¿Se puede ser más imbécil?" Con un movimiento de cabeza, un gesto con la mano, "¿A quién quiero engañar? Es inútil que intente buscar una excusa, no la tengo".
Sandra está con los ojos como platos. Carla no ha visto la cara de incredulidad que ha puesto Sandra cuando ha comentado lo del trozo de tarta: "¿Diego? ¡Imposible!"
Carla levantándose, continúa, "y para ‘rematar’, esta mañana he ‘escapado’ de mi habitación mientras él seguía dormido."
Sandra piensa: "¡qué Diego se quedó a dormir! ¡Debió acabar agotado!" Le dirige a Carla una mirada interrogativa.
Carla: "Sandra, me sentía fatal, no podía quedarme. ¿Qué iba decirle?", con voz de ironía " un ‘me lo he pasado muy bien, si vas alguna vez a Londres hazme una visita’. Sabes que nunca se me ha dado bien fingir."
Sandra, pensativa, le comenta "conociendo a Diego, me preocupa su reacción."
Carla: "no pienso volver a Madrid hasta dentro de mucho, mucho tiempo." Cambiando de cara, "Sandra, necesito un favor".
Sandra: "Dime".
Carla: "He dejado mi equipaje en el hotel, les indiqué que pasaría a recogerlo antes de dirigirme al aeropuerto. No tengo ganas de volver al hotel. Además, tendrías que haber visto la cara de sorpresa del recepcionista cuando le he dicho que ‘el señor De la Vega’ le entregaría la tarjeta de mi habitación. Por favor, ¿podrías enviar a alguien para que me lo trajera?".
Sandra: "No te preocupes, mandaré a Jota".
Carla: "Muchas gracias. Llamaré al hotel y le daré una autorización a Jota para que no tenga ningún problema." Volviendo al tema de Diego, "Sandra, lo que más me molesta es lo transparente que soy. Supongo que, aunque conseguí esquivarle la primera vez, percibió que no resistiría a una segunda batida".
Sandra no entiende nada de lo último, pero prefiere no preguntar.
Carla, intentando animarse: "¡Hasta tengo una anécdota graciosa! Roberto, al ver la cara qué debía de tener esta mañana, me ha dicho que me ‘perdonaba’ el ir a verle con un diseño que no era suyo. ¡Y ya sabes como es! Le conozco. En circunstancias normales no habría cometido semejante fallo y supongo que él lo sabía. Eso sí yo, mientras, intentando mantener el tipo, hablando de tendencias, de tejidos, de tonos y demás. ¡Cómo si me importaran algo!"
Sandra la mira, pensando en todo lo que le ha dicho. "El primero después de mi ex". Si no había habido nadie después de su ex era claramente porque a ella no había querido, siempre sobraron hombres que la rondaran. No le había detallado apenas nada de su separación, pero estaba claro que lo había pasado mal y que callaba más de lo que contaba. ¿Qué diablos podía haber visto en Diego? ¡En Diego! No servía de nada que ella intentara disfrazarse la verdad a sí misma con la absurda historia de la "one night stay". La conocía, ella no era de las mujeres que tenían solo sexo, la noche pasada había significado algo para ella, nada para él ... Ella lo sabía antes de acostarse con él y no podía perdonárselo a sí misma. Ese el error al que se refería.
"Las dos veces". Si Diego se había quedado a una segunda, la primera debía haber sido de órdago.
"Conociendo a mi hermano", piensa Sandra, "no tiene ni idea de lo que tuvo anoche."

Sandra, suspira y le dice a Carla: "Creo que, definitivamente, y digas lo que digas, voy a preparar algo de beber para cada una. Espérame un segundo, voy a ver qué encuentro en el despacho de Álvaro."

Diego en Bulevar
A la semana siguiente, Diego llega a Bulevar con la misma cara de pocos amigos de siempre. Álvaro pretende llamar a seguridad pero Sandra interviene: "Déjalo Álvaro, quiero hablar con él", y mirando a Diego, "en mi despacho".
En el despacho de Sandra, Diego se muestra sumamente desagradable.
Sandra: "¿Se puede saber qué pretendías con Carla, Diego? ¿Es que te faltan amiguitas últimamente y te aburres? O, ¿cómo ya no te permitimos hacer tus apariciones estelares por Bulevar necesitas otros entretenimientos?"
Diego, aparentando ser tan desagradable como siempre: "No veo qué puede importarte mi … llamémoslo ¿vida sentimental?"
Sandra: "Absolutamente nada, Diego, de no ser porque en este caso el objetivo de tus desmanes ha sido una amiga mía y no entiendo cómo, conociéndola desde hace tanto tiempo, se te ha podido ocurrir, AHORA".
Diego, con una de sus desagradables sonrisas: "Sinceramente, sigo sin comprender tu interés, hermanita".
Sandra, enfadada: "¡Tú que vas a entender!"
Diego, sonriente: "No veo qué puede interesarte el tema, ni el número, de mis compañeras de alcoba. (con una desagradable sonrisa) No sé si llegará a igualar al de ‘Alvarito’, pero (con actitud hiriente) te advierto que suelo ser más ‘selecto’ ".
Sandra, "No tientes a tu suerte, Diego." Prefiere no darse por aludida con este último comentario. Contundente añade: "Estoy segura de que Álvaro ‘jamás’ tuvo el placer. Lo que no entenderé NUNCA es cómo lo tuviste tú."
Diego sin para de sonreír de forma desagradable: "Eso dice muy poco de tu opinión sobre mis ‘aptitudes amatorias’, Sandra".
Sandra, enfadada: " Diego, haz el favor de contener tu lengua. No has tenido a una mujer como ella en tu vida. No la merecerías ni aunque vivieses un millón de años."
Diego: "Francamente, Sandra, sigo sin entender este ‘drama’ por una noche de … ¿diversión?." Sandra le dirige una mirada de odio. Diego añade: "Máxime, cuando ambas salíais juntas a menudo, y ya sabemos todos lo ‘recatada’ que ha sido siempre tu vida… (con uno de sus gestos de manos y sus caras desagradables) si obviamos claro, los minutos en los que te hiciste pasar por monja para engañarme".
Sandra: "Diego, me das asco. Haz el favor de salir ahora mismo de mi despacho y no volver jamás por Bulevar." Imperativa, "Diego, ¡sal ahora mismo de mi vista!"
Diego se despide con un "hasta luego, ‘hermanita’ " acompañado de uno de sus gestos y sus sonrisas irónicas. Está saliendo por la puerta cuando Sandra añade con enfado: "Por cierto, y aunque no te interese en absoluto, te diré algo, a ella le horrorizaba la idea de que los hombres se le acercaran sólo por ser la chica de la portada, la puerta de su dormitorio era más infranqueable que Fort Knox."
La cara de Diego cambia al oír eso.
Sandra insiste en echarle: "¡He dicho fuera, Diego!"
En ese momento llega Richard, muy satisfecho, a enseñarle a Sandra la portada con Carla para el siguiente número de la revista. Diego se queda mirando la foto. Sandra insiste: "¿A qué esperas, Diego? ¿A que llame a Seguridad?" Diego no parece oírla.
Richard mira a Diego y le pregunta con su característico estilo: "¡Uy!, Diego, ¿se te ha acabado la gomina?"
Diego parece despertar de su momentáneo letargo, "sin gomina y sin traje de malo". No se había dado cuenta de que esa mañana no se había puesto gomina. Sale del despacho de Sandra.
Diego piensa que su hermana tenía razón en una cosa, había sido una noche excepcional. Si bien, (con una de sus características sonrisas) no había resultado del todo acertado el símil de la sirena y el tiburón. A no ser que, además de dejarse devorar, las hermosas sirenas devoraran voraces tiburones, igual que devoraban marinos en la Antigua Grecia.
(Con una cara más seria) En este caso no era sólo la voz de la sirena ("Diego") sino también sus ojos lo que no podía quitarse de la cabeza, aquellos enormes ojos negros.
La mencionada noche pensó que era una pena que ella volviera tan pronto a Londres, la aventura bien podría haber merecido algún día más. Siendo sincero, si las noches con ella eran siempre así, no le hubiese importado que se quedara el mes entero.
Lo que no entendía era el afán "protector" de su hermana. Le enfureció que ella se hubiera largado a la mañana siguiente, además de "tocarle" su orgullo masculino. Se supone que fue él, quien se había afanado por llegar hasta su cama, y había sido ella, marchándose de esa forma, la que había dejado muy claro que para ella había sido una mera aventura más. Lo que tampoco le cuadraba dentro de la historia, era el comentario de su hermana sobre Fort Knox.

Tras salir Diego, Sandra no tiene ánimos para hacer caso a Richard, le dice que en principio la foto que ha elegido para la portada le parece magnífica, que se la enseñe a Álvaro.
Sandra está enfadada, Diego ha estado desagradable hasta para ser Diego. Menos mal que ‘ella’ no había oído esto. Si hubiera llegado a hacerlo, en lugar de los tres tímidos sorbos que le dio a la copa que le preparó, se la hubiera tomado entera de un trago.
Empezaba a creer que podía ser cierto aquel refrán que jamás entendió: "la suerte de la fea, la guapa la desea". Carla siempre temió que los hombres sólo se fijaran en su físico y no vieran a la mujer que había dentro. Su marido le había salido rana y ahora, no se le había ocurrido otra cosa que poner sus ojos en el indeseable de Diego, algo que ni la propia Carla entendía y, Diego, le había salido rana total. Al menos Bea había logrado que Álvaro se enamorara de ella.
Ella apreciaba mucho a ambas, las dos la habían ayudado en distintas etapas de su vida. Si hubiera recurrido a Carla tras su desaparición, estaba segura de que ella le hubiera apoyado, además de regañado, en eso se parecía a Bea. Pero se enteró de que estaba a punto de separarse y, conociéndola, consideró que ya tenía bastante con lo suyo.
Como le había dicho a Echegaray padre después de la junta de accionistas sobre la reducción de formato, Diego no se echaría una novia en la vida y le daría un infarto antes de los cuarenta, con esa forma de ser que tenía. La pena es que no sabía la mujer a la que había dejado escapar, no abundaban mujeres como ella. Una pena.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA KATHA!! SOY NOA LA QUE ESCRIBE EN EL BLOG DE BEA BUENISIMA LA HISTORIA!!!! EN LA VIDA ME IMAGINARIA ASI A DIEGO JAJAJAJAJA BUENISIMO ¿DIEGO BUENA PERSONA Y ROMANTICO?? POR FAVOR NO PIERDAS LA IMAGINACION QUE NOS HACE IMAGINARNOS LAS COSAS PORQUE LAS NARRAS MUY BIEN BUENO TE DEJO YUA UN BESAZO CIAOOO!!:):)

Anónimo dijo...

Hola Katha, he de decirte que me ha gustado mucho tu relato.
Tienes una vena artistica.
Deberias también seguir poniendolos en el blog de Bea. Solo todo lo digo egoistamente , para no perderme ninguno .

Besos Rosa.s

AVENOC dijo...

¡Hola Katha! Soy AVENOC. Me ha gustado mucho tu idea de hacer un Blog para tus historias "Rosa Fuxia". Sigue escribiendo que lo haces muy bien, tienes mucha imaginación y lo mas importante...¡Que enganchan un montón!
Un Beso Guapa. Que sepas que te he puesto en mis favoritos...
AVENOC

AVENOC dijo...

Por cierto si pinchas en mi nombre en azul vas diectamente a mi blog, alli tengo colgadas algunos de mis intentos de poesías y prometo poner algun final de lA SERIE A MI ESTILO. ¿vALE? bESOS,
Avenoc

jurasic dijo...

Hola katha soy jurasic por fin he conseguido entrar en tu blog,me lo he leido todo del tiron y me encanta.Sigue escribiendo por que lo haces muy bien aunque me cuesta imaginarme a diego enamorado,pero como dice sandra mas raro fue aquel verano que no paro de nevar.Un beso guapa .

AVENOC dijo...

Hey! soy otra vez AVENOC. Gracias por decirme que no podías publicar un comentario...¡Madre mía ! ¿Sabes la de tiempo que lleva mi blog hecho y yo preguntandome por qué nadie dejaba ningún comentario? Gracias a ti me he dado cuenta de que tenía la configuración mal y no dejaba que la gente me dejara comentarios!Prueva ahora a ver si te deja y asi estrenas mi Blog...Madre mía estoy chalada...Y ya pensando que mi blog era la mayor fuente de incomunicación...¡Que razón tenía!
Menos mal que creo que ya está solucionado...
Un Beso Katha...

AVENOC dijo...

Prueba con B perdonad....Son las cosas de la B y la V juntitas en el teclado...¡Perdón!

Anónimo dijo...

Hoy si que parece que puedo entrar.
Y dejarte un mensaje de felicitación.
De todos tus textos este es el que más me gusta.
Continualo pronto , por favor.

Aislyn