miércoles, 1 de octubre de 2008

31. Náuseas

Se refrescó con agua. Levantó la vista. El espejo le devolvió, a juzgar por su palidez, la imagen de un fantasma. Cada mañana se veía obligada a recurrir a los “polvos mágicos” para poner algo de color en su rostro. ¡Aquellas náuseas! No cesaba de vomitar. No lograba retener nada de lo poco que comía. De seguir así, tendría que consultar a su médico.

Con tanta ida y venida, la plantilla en pleno se daría cuenta del embarazo de la directora de contenidos. “No Men Allowed”, así era como los graciosos se referían a ella por el número de proposiciones que había declinado desde su separación. Alguno incluso se había atrevido a sugerir que la infidelidad de su marido podría haberse debido a su, tal vez, poca disposición en la cama. Los “supuestos” caballeros británicos podían ser tan crueles como el resto si no conseguían sus propósitos. Los había rechazado a todos. Cerró los ojos e intentó contener la lágrima que pugnaba por asomar. A todos, salvo a él.

Oyó el ruido de la puerta al abrirse. No le convenía que nadie la viera con aquel aspecto. Respiró tranquila. Era Joanna, que entró visiblemente preocupada.
- ¡Dios Santo, Carla! ¿Me puedes explicar qué te pasa? Cada día pareces más demacrada. Por la oficina corre el rumor de que padeces un trastorno alimentario.
Intentó sonreír, pero su cara sólo reflejó una mueca. La gente, ante su pérdida de peso y las visitas al baño, había deducido que sufría bulimia.
- No, Joanna. Debemos hablar, pero no aquí. Vamos a mi despacho. – Ya no lo sería por mucho tiempo, en unos días lo dejaría libre. Acababa de presentar su dimisión. Había alcanzado un principio de acuerdo con George y le urgía abandonar la ciudad antes de que su estado se hiciera evidente.

Le señaló una silla mientras ella misma se sentaba en otra.
- ¿Vas a contarme por fin lo que te sucede?
- Estoy embarazada.
- ¡Cómo! – Aquello no se lo esperaba. - ¿Y el padre?
- Lo dejamos sin que pudiera decírselo.
- ¿No lo sabe?
- No. Y no debe saberlo. Te ruego la máxima discreción a ese respecto. Nadie debe enterarse.
- ¿En estos tiempos?
- Créeme, es lo mejor. -Tomó aire para continuar. - Dejo la revista.
- ¡No lo estás diciendo en serio!
- Sí. Me traslado fuera de Londres. Prefiero que tampoco se conozca a dónde.
- Empiezas a asustarme. ¿Con quién salías? ¿Con un capo de la Cosa Nostra?
Un nuevo gesto, intento de sonrisa, hizo aparición en su semblante.
- No. – Sólo con un alguien al no que no había querido ver como era en realidad.
- ¿Lo has pensado bien?
- He meditado sobre ello. No es una decisión tomada a la ligera. Más, cuando atañe a mis hijos. – A los dos. No había sido fácil encontrar un lugar que reuniera los requisitos. Deseaba irse de Gran Bretaña, no obstante, el sitio elegido debía estar relativamente cerca y bien comunicado con Londres, para que Joel pudiera ver a su padre los fines de semana acordados. Debía contar con un colegio internacional para que Joel pudiera continuar su educación en inglés, con un buen hospital para el nacimiento del pequeño...
- No es necesario que te diga que puedes contar conmigo, ¿verdad?
- No, Joanna. - Movió levemente la cabeza de un lado a otro. - Lo sé. Discúlpame por no haber mantenido antes esta conversación. Tenía que resolver algunos detalles y, sobretodo, no quería hablar sobre ello.

La contempló. Ahora comprendía el cambio desde la mañana que entró en este mismo despacho y ella ofrecía un aspecto triste. De todas formas, su actitud le parecía un tanto novelera y nada propia de ella. ¿Qué le habría hecho aquel hombre para que actuara así? Conociéndola, se quedaría con la incógnita.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Khata,

Me alegro que hayas podido insertarnos dos nuevos trocitos de cielo. Yo creo que sí que pasa mucho en estas historias tan breves(porque siempre se me hacen cortas), describes como se sienten nuestros protagonistas, y como encara cada uno de ellos su "ruptura". Carla enfocándolo en un futuro próximo, lleno de esperanza para su hijo no nacido,pero añorando al padre, y buscando una tranquilidad que le es muy necesaria.
Diego por su parte, refugiándose en el trabajo. Aunque la parte de Diego la sabamos por su hermana. ¿Para cuando los sentimientos de Diego, reflejados por el mismo Diego?...

Hasta la próxima. Aislyn

Noa dijo...

Hola wapisima!!! Estoy con Aislyn, cuando dejaras vernos a tu diego?? las cosas que piensa, lo que siente, todoooo.
Carla es muy valiente, auqneu en el fondo esta asustada, tiene mucho por lo que pensar... me gusta.

Bueno que me alegro de que hayas publicado nuevas historias, auqneu sean cortas las historias nos enganchan.

Muchos besos wapisima!

Ciaooo

Elena Rosa de Plata dijo...

Hola guapi

Como ya te han dicho las demás,son breves pero intensas y no hay mucho más que añadir. Carla es valiente y fuerte,porque a pesar de todo,sigue pensando en sus hijos y en salir adelante como sea,aunque fuera lejos de la empresa de donde trabaja (aunque por lo que dices de los "caballeros ingleses" es desde luego para salir huyendo).Saca fuerzas de flaquezas.

Sí,yo también hecho en falta los sentimientos de Diego desde su punto de vista,pues siempre lo has hecho así.Aunque supongo que es para que nos demos cuenta de la repercusión de todo esto para él,al verlo desde el punto de vista de terceras personas.Desde luego que así,se nota más.

Eso sí,me da pena por Gonzalo,Bea y Álvaro :P. Espero que, aunque se hayan ido,sigan saliendo ocasionalmente xD.

Muchos besos y esperamos más de tus historias ^_^

Anónimo dijo...

Hola Katha,
Me gusta la actitud de Carla, dispuesta a luchar por su hijo y a buscar la mejor solución para su vida. Diego, siempre frío, se refugia en el trabajo, pero en esa vida en la que no dejado espacio al amor, le está empezando a faltar algo.
Lo peor es que la amistad de Sandra y Bea ha quedado dañada al asumir Diego el poder. No sé si te apetece pero tal vez podías explicar qué han hecho Bea, Álvaro y Gonzalo al irse de Bulevar.
Besos
Rosann