viernes, 30 de enero de 2009

La... ¿peor? escena sexual de 2008

Buenas noches a todas,

¿Qué tal os va?

Supongo que el título de la entrada os habrá, cuanto menos, resultado un tanto sorprendente. Os explico. Hace cosa de un mes Malagueña me envió un enlace a un retazo de relato, "ganador" del dudoso galardón de "la peor escena sexual de 2008". La leí en su día, y he de decir que me pareció realmente pésima. Creo que fue obra de una escritora profesional. Bien pues, a esta aficionadilla al fucsia, de camino o de vuelta del trabajo la semana pasada, se le ocurrió reescribir la escena a su modo. Eso sí, lo que recuerdo de ella tras un mes y, lo que no, me lo invento. Todo hay que decir que escribir estas cosas, con lo vergonzosa que es una y, para más inri, en transporte público, me costó más de un viaje de revisiones. Aún así el resultado no es que me parezca gran cosa, pero yo creo que con cada retoque la cosa empeora. En fin, que antes de liarla más os dejo: primero el enlace a la mencionada escena "premiada" y después la mía propia, en versión fucsia.

1. La peor escena sexual de 2008


2. Una escena similar en fucsia, que no mejor que la anterior. Advierto que tal vez se me ha ido la mano con el rosa, ya sabéis que a veces no tengo medida. :-)

Miniescena en fucsia


¿Debe considerarse adicción sólo lo relacionado con drogas, ya sean duras o blandas, o con el juego? Yo me confieso adicta. Adicta a sus labios esquivos que se me niegan, que no se dejan alcanzar. Intento besarlos para obtener un nuevo rechazo, una sonrisa de ironía. ¿Me castiga? ¿Pretende acentuar mi avidez con la espera? Como consuelo siento su mordisqueo en mi cuello. Sus manos, bajo cuyo contacto arde mi piel, su boca, que rehuye la mía, bajar por mi escote, detenerse en mis senos y olvidarlos después para continuar su pausado camino. Les acompañan en el mismo los sonidos que no puedo ni quiero evitar.

Una vez logrado su propósito y, tal vez, calmado en parte su apetito, acude a mí. Le atrapo, me enredo a él, y aprovecho para probar, degustar, el, hasta el momento, prohibido manjar que anhelo. Le libero sólo para trasladar mis besos a su fuerte pecho, clavar mis dientes en sus hombros, en sus bíceps. Recorrer su espalda, convertir su bajo vientre en el centro de mis caricias. Le procuro mimos que consiguen arrancarle "quejidos". Se rebela, me invita a dejarlo dispuesto a pagar el precio para convencerme: su abrazo, sus labios.

Su susurro en mi oído aumenta mi ya desbordado deseo. Como bienvenida: un gemido, mero preludio de los que le precederán. La sensación de calor... las oleadas que invaden mi pecho... Detenernos sólo para saborearnos... Y, tras el final, que no es tal, permanecer unidos, cuerpo junto a cuerpo, sin ánimo de separarnos.




Besos y dulces sueños

1 comentario:

Sra de Zafón dijo...

Una de las cosas más difíciles sobre las que escribir es sobre escenas sexuales. No de modo gráfico, si no de modo sensitivo. Y no creo, que sólo por pudor, si no por encontrar las palabras. Tan difícil como adjetivar un perfume resulta adjetivar las sensaciones que produce el deseo, creo...aunque en alguna de mis cartas de amor creo que lo he logrado. :-).

Hazfavor :-) de quitar el título de peor a la escena que has descrito.
Un beso